Camp Nou: fútbol y política

El Barcelona de Messi y Mascherano venció 2-0 a Málaga en un Camp Nou en donde los catalanes volvieron a manifestarse por su independencia.

Camp Nou: fútbol y política
Camp Nou: fútbol y política

Barcelona volvió a ganar, esta vez dos a cero contra el Málaga, y certificó uno de los mejores arranques de campeonato de su historia. Messi sigue inmenso pero no marcó y Mascherano jugó su mejor partido del año.

El Camp Nou volvió a servir de altoparlante planetario para reclamar la independencia de Catalunya. Es muy triste cuando lo político desdibuja el partido. El Barça vive uno de sus mejores momentos deportivos pero su comunidad sufre uno de sus peores capítulos sociales. Equilibrar eso no es fácil.

Se temían muchas cosas antes del encuentro contra Málaga. En una situación social y pública tan tensionada se habló incluso de una posible invasión de campo por parte de los independentistas más radicales. No fue para tanto.

El Camp Nou volvió a explotar como altavoz mundial pero por suerte sólo hubo fútbol, y por momentos incluso bueno. El club pidió calma pocas horas antes del choque, que nadie pusiera en duda su catalanismo y condenó las últimas detenciones policiales. No quiere politizar, pero lo hace. Se quiere desmarcar, pero no puede.

Antes del fútbol tuvo lugar la enésima manifestación por las calles de la capital catalana. Tres semanas después de las imágenes de brutalidad policial que dieron la vuelta al mundo lo único que tienen claro tanto los catalanes como los españoles es que la política llega a todas partes y lo está manchando todo.

Por suerte a la mayor parte de los jugadores del Barça esto no los condiciona. Porque son extranjeros (había el mismo número de catalanes que de argentinos sobre el campo), porque no les interesa o porque simplemente son profesionales y saben separar. Piqué, uno de los que sí se posiciona, esta vez se quedó en el banco y en cuanto arrancó el partido se notó que los culés no olvidaban que fue el Málaga quién les estropeó la Liga el año pasado.

Los de Valverde salieron a matar y antes del minuto dos abrieron la lata. Taconazo a la red de Deulofeu tras una gran jugada de Iniesta, con polémica incluida. Masche y Messi volaban por el campo; todavía se notan los efectos relajantes de la clasificación mundialista.

Todo marchaba para los locales. Iniesta rejuvenecía, Busquets mandaba, Deulofeu crecía, Umtiti y Masche ponían el cerrojo y Leo tocaba y se iba, bailaba y se divertía. Nadie desentonaba. Mientras tanto el Málaga corría y corría sin efecto y sin remedio.

El buen juego sufría altibajos y la grada alternaba los cánticos políticos con los futboleros: 'Libertad y Barça, Barça e independencia'. De vez en cuando incluso copiaban canciones argentinas. En muchos momentos del partido Málaga dejó en claro por qué ocupa el último puesto. Casi no inquietó. Cuatro goles a favor y 20 en contra en 9 partidos no hacen necesarios más comentarios.

Tal vez con la misma inercia Barcelona se relajó y por momentos aburrió al personal. Pero siempre aparecía por ahí el de Rosario, para levantar a la gente de su asiento con una pisadita o con un toque mágico. Se llegó a la media parte con la renta mínima.

Al inicio de la segunda mitad la gente pidió más. Hubiera sido imperdonable que en un despiste los andaluces volvieran a amargarles la fiesta como el año pasado. Se veía demasiada diferencia como para que no se reflejara en el marcador. Si Messi no hubiera estado ayer el mejor jugador hubiera sido Javier Mascherano.

Estuvo bien en todas y obtuvo el reconocimiento de la afición. Pero el marcador no se movía y la impaciencia crecía. Ese murmullo tan característico de la insatisfacción cubría el estadio. Iniesta volvía a tener más de treinta, Busquets la veía pasar, Deulofeu se desinflaba y los centrales no hacían ni falta. Sólo Lio atinaba de vez en cuando a menguar los bostezos. Como si supiera donde está el límite culé. Y lo sabe. Lo sabe muy bien.

En cuanto escuchó el primer silbidito corría el minuto once. Aprovechó una salida de Mascherano, que se disfrazó de Beckenbauer, la controló y en cuatro pasos se la puso al viejoven Iniesta, que nunca se olvidó de cómo ponerla en el arco si se la dejan tan servida.

Dos a cero y empezaba el calvario visitante que, entre tanto desacierto, no acabó de derrumbarse tras la buena actuación de Esteban Rolón, su joven cinco nacido en Misiones y procedente de Argentinos Juniors. Ahora que tanto se habla del centro del campo de la Selección argentina, nunca está de más echar un vistazo a los que vienen empujando de abajo.

El partido volvió a entrar en esa dinámica estática de pocas alteraciones y los cánticos políticos y contra la junta actual, reaparecieron. Y con ellos el fantasma que persigue a Luis Suárez, que si hasta ahora no se dijo nada es porque no hizo nada digno de mención. Hasta la media hora de la segunda parte, cuando tiró fuera un gol cantado tras un jugadón entre Messi y Sergi Roberto.

Todos se llevaron las manos a la cabeza. No parece que al uruguayo le haya sentado tan bien el billete a Rusia. Paulinho y Semedo entraron de refresco pero lo único que llamó la atención desde ahí hasta el final fueron los fallos de Suárez, que se multiplicaban, que Masche seguía entrando por el medio como nunca y que Messi no marcó gol por primera vez en el campeonato. En realidad sí lo hizo, pero se lo anularon. Ter Stegen atajó sus únicas dos pelotas rondando el minuto noventa y ahí acabó la cosa. 

El FC Barcelona sigue en lo más alto, imbatido y aparentemente imbatible con ocho victorias y un empate en nueve buenos partidos. El equipo convence y la figura brilla como siempre. Con las decisiones gubernativas que se están tomando en los últimos días parece que la tensión en la calle va a continuar.

Siempre habrá una parte de la sociedad, una parte de los medios y una parte de los deportistas que politizarán los partidos difuminando la verdadera naturaleza de este espectáculo. Peor para ellos, porque donde la economía y la política imperan, queda poco espacio para el arte y la belleza.

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