El griterío comenzó exactamente a los 17 minutos y 14 segundos del partido del domingo entre Barcelona y el Málaga.
"¡In! ¡Inde! ¡Independencia!".
La consigna recorrió el estadio Camp Nou como una ola, empezando detrás de uno de los arcos, y fue entonada por miles de voces.
Tan rápido como comenzó, cesó. Y surgieron banderas rojas y amarillas, los colores de Cataluña. El público volvió a concentrarse en el partido y en Lionel Messi.
Pero se había transmitido un mensaje. Con más intensidad que de costumbre. El momento en que estalló el cántico es clave: 1714 fue el año en que España despojó por primera vez a Cataluña de su autonomía. Por años, los aficionados de Barcelona, catalanes en su gran mayoría, han recordado con amargura ese momento cada vez que juega el equipo.
Rara vez, no obstante, sus cánticos han llevado una carga emotiva tan grande como en el presente, en que Cataluña se pelea con el gobierno central de Madrid sobre cómo debe ser gobernada esta próspera región del noreste de España.
Un referendo sobre la independencia llevado a cabo el 1ro de octubre que no fue reconocido por el gobierno central precipitó la crisis. El gobierno despachó a la policía antimotines para tratar de impedirlo y endureció su posición este fin de semana, anunciando que apelaría a poderes constitucionales jamás usados hasta ahora para afianzar su control sobre una región que ha gozado de significativa autonomía desde el regreso de la democracia a España tras la muerte del dictador Francisco Franco.
Una voz que Madrid jamás podrá silenciar, no obstante, es la del Camp Nou. Con 100.000 aficionados sentados en un estadio cavernoso, el Camp Nou es algo más que uno de los estadios de fútbol más grandes y famosos del mundo: es una caja de resonancia para el sentimiento independentista de los catalanes.
Encabezado por Messi, el equipo es un símbolo del orgullo catalán. Cada trofeo que gana haciendo un juego brillante desde hace una década ha agrandado a los catalanes y humillado al equipo del establishment español, Real Madrid.
"Aquí tenemos la oportunidad de expresarnos", afirmó Diana Pluma García, de 33 años, durante la victoria 2-0 del domingo que mantuvo al Barcelona firme al tope de la tabla. "Podemos venir y mostrar nuestro orgullo de ser catalanes, y todo el mundo lo puede apreciar por la visibilidad del Barsa".
Para algunos aficionados, la estructura empresarial del club ofrece un modelo de cómo se podrían gobernar a sí mismos. A diferencia de otros clubes grandes de Europa con dueños ricos, como el París Saint Germain, manejado por inversionistas de Catar, Barcelona es propiedad de sus más de 143.000 "socis" (socios), que democráticamente eligen quién lo dirige.
"El club es un ejemplo a imitar", sostuvo la hincha Marta Ferré. "Nosotros, como socios, tenemos derecho a decidir nuestro futuro, y los residentes de Cataluña quieren lo mismo".
Antes de que Messi y compañía doblegasen al Málaga, el presidente de Barcelona Josep Bartomeu y sus colaboradores mantuvieron una de sus rutinarias asambleas generales con los aficionados, respondiendo preguntas y escuchando quejas y recomendaciones.
Entre los 600 asistentes a la sesión estaba José María Segura. Se hizo socio en 1945, con el número 427. "Las cosas no nos han ido bien esta vez", declaró Segura, de 89 años, aludiendo a la campaña a favor de la independencia. "Tenemos que dar un paso hacia atrás, ver qué es lo que no funcionó, y dentro de tres o cuatro años volver a intentarlo. Va a seguir sucediendo por el sentimiento de los jóvenes. Mi nieto tiene 16 años y cuando viene a los partidos y canta '¡independencia!', le brillan los ojos".
Julia Manera, de 17 años, dice que ella y otros jóvenes como ella siempre traen banderas para apoyar la causa separatista, "desde antes de lo que pasó el 1ro de octubre".
"Y seguiremos viniendo y peleando por nuestra causa, a cualquier costo", aseguró.
El club se esfuerza por mantener un delicado equilibrio, diciendo que los catalanes tienen derecho a elegir lo que quieran, pero no promueve la independencia. Barcelona no quiere exponerse a perder los ingresos que genera su participación en la liga española y las competencias europeas. La liga ha dicho que lo expulsará si Cataluña se independiza.
La historia del club tiene episodios que revelan lo peligroso que es meterse en política en España. En 1936 el presidente de Barcelona Josep Sunol fue asesinado por soldados de Franco.
"No podemos ser manipulados por intereses políticos, nadie puede apropiarse de nuestro escudo y de nuestra bandera", declaró Bartomeu a los socios. "Sabemos que Barcelona es más que un club y que el Camp Nou ha sido un predio donde imperan la libertad de expresión y el respeto. Y lo seguirá siendo".
Si bien la mayoría de los jugadores no han tomado partido, el emblemático defensor del Barsa Gerard Piqué alentó a los catalanes a votar en el referendo a pesar de que había sido prohibido por el gobierno central. Por ello fue abucheado por la afición la última vez que se presentó a la selección nacional, a un entrenamiento en Madrid.
La neutralidad de Barcelona frustra a algunos aficionados separatistas. Otros, no obstante, valoran esa actitud y en el Camp Nou se sienten resguardados de todo el revuelo que hay en Cataluña.
"La gente puede cantar y decir lo que quiera, apoyar la independencia o no", dijo Enric Sánchez, de 35 años, sentado detrás de uno de los arcos con su hija Nuria, de siete años. "Pero jamás mezclaré el deporte y la política. El parlamento es el sitio donde se habla de política. Aquí venimos a ver fútbol".