Dos hechos que involucraron a camioneros brasileños volvieron a poner en alerta a la comunidad más de dos años después de la tragedia de la ruta 7, cuando un chofer de la misma nacionalidad impactó de frente, manejando a contramano, contra un colectivo de pasajeros causando la muerte de 16 personas.
El domingo pasado, en la misma ruta a la altura de Los Álamos (Fray Luis Beltrán), un camión de patente chilena pero conducido por un brasileño cruzó un semáforo en rojo y luego continuó zigzagueando por la vía.
El segundo hecho grave ocurrió el miércoles, cuando otro conductor de la misma nacionalidad manejaba de modo peligroso por el Acceso Este hacia el oeste y al tratar de escapar de la policía terminó volcando a la altura del Cóndor. El camionero terminó detenido.
En los dos casos se determinó que habían consumido alcohol -los choferes con carnet profesional no pueden tomar ninguna bebida alcohólica-. Lo mismo había ocurrido aquel trágico 7 de febrero de 2014, aunque nunca llegó a esclarecerse del todo debido a que el cuerpo del camionero quedó irreconocible.
Todo esto ocurrió en un contexto complicado en Mendoza para los conductores de estos rodados: el túnel internacional estuvo dos semanas cerrado y ellos sin hacer nada, a la espera de la habilitación del paso Cristo Redentor rumbo a Chile.
Controles burlados
Los Andes consultó a varios camioneros sobre estos incidentes que los han puesto de nuevo bajo el ojo público y, sobre todo, de la policía vial. Algunos conductores admitieron que los brasileños suelen tener este tipo de comportamiento cuando deben esperar varios días para reanudar su viaje ante el cierre del paso fronterizo.
“El brasileño ya trae bebidas desde Brasil. En especial una que llaman ‘pinga’ y que en teoría abre el apetito, pero en verdad lo que tiene es que es fuertísima. Y la consumen cuando van a almorzar o a la noche, mientras comen un asado. Es muy común su consumo”, aseguró José, un camionero mendocino que ayer descansaba entre viaje y viaje.
“No tienen control. Pero lo cierto es que en los 20 años que llevo manejando no me hicieron ni un control de alcoholemia acá”, admitió.
Jimmy Sanhueza, de Chile, intentó desviar la problemática hacia el estrés que tienen estos trabajadores frente al volante. “El tema es que en general se trata de chicos muy jóvenes, que no soportan estar lejos de su familia y tantos días manejando. Los más viejos ya estamos acostumbrados y nos tomamos todo mucho más en calma”, describió.
Por su parte, el paraguayo Gustavo, quien llegó a la provincia con una carga de bobinas, dijo que en general los choferes no toman porque tienen aparatos dentro de sus vehículos que no les permiten arrancar el motor:
“Si les da positivo el examen, no arranca. Y cuando salís desde la empresa también te hacen un control. Además, a otro lado no te podés ir de fiesta porque no podés abandonar el camión y la carga”.
Sin embargo -como dice el dicho-, hecha la ley, hecha la trampa: algunos se animaron a confesar que el control que se hace desde el vehículo para arrancarlo muchas veces es burlado, ya que los choferes convocan a un amigo que está sobrio para que soplen por la pipeta de la máquina que detecta el alcohol.
“Se los arranca un amigo y así no tienen problemas. Igual, no todos los camiones tienen esta tecnología incorporada”, confesó un camionero.
Otro, en tanto, explicó que en la cabina de los transportes hay una cámara cuyas imágenes son observadas, vía satélite, desde la empresa para la cual trabajan y en caso de detectar una irregularidad, el motor se apaga progresivamente. Aunque, lamentablemente, esta tecnología no está incorporada en todos los camiones.
Comportamiento habitual
Para Guido Calzetti, presidente de la Asociación de Propietarios de Camiones de Mendoza (Aprocam), es habitual que los choferes extranjeros incurran en este tipo de delito al volante, aunque no dejó de lado a los argentinos.
“Estos casos se dan cuando los controles desde las empresas no son efectivos. Creo que no se hacen los controles de salud y drogas necesarios, aunque no sean obligatorios. Es un problema que se da cada vez que se cierra el paso, sobre todo en época invernal”, explicó, agregando que por las noches el paisaje habitual es la fogata y el alcohol que pasa de mano en mano para mitigar la espera.
De todas formas agregó que desde Aprocam se intenta que los choferes no queden desamparados y que después de las 72 horas de cierre del túnel hasta que se abre la frontera, se los asiste con comida. “Si no, usan dinero de la empresa o extraen de su propio dinero y luego se les devuelven los montos gastados”, describió.
En tanto, desde el ministerio de Seguridad informaron que luego de que el miércoles se abriera el paso a Chile, se dispuso de un operativo en las rutas 7 y 40 y en los paradores del Este provincial. Para el organismo que controla la seguridad vial, el procedimiento fue exitoso.
“Se hicieron controles, uno por uno, a 2 mil camiones y no tuvimos que labrar ningún acta. Todos dieron 0,0 la alcoholemia. De todas formas, en caso de que se detecten irregularidades se detiene al chofer y se lo lleva a una comisaría de acuerdo a los artículos 61 y 61 bis del Código de Faltas”, explicó Gabriel Pereyra, jefe de la Policía Vial.