En Mendoza elegiremos gobernador el último domingo de setiembre. Con un sistema electoral sin doble vuelta y con un poder legislativo bicameral, el gobernador será quien obtenga un voto más que él le sigue. Por lo tanto el 29 de setiembre sabremos quién ocupará el sillón de San Martín a partir del 10 de diciembre, por cuatro años y cómo quedará compuesta la Legislatura. Luego hay que esperar al 27 de octubre para saber quién será el presidente (o si habrá doble vuelta) y cuál será la composición del Congreso Nacional.
En este contexto conviene ir haciendo algunas consideraciones de cómo está y cuáles son las cuestiones que la provincia deberá encarar en el próximo gobierno.
Mendoza, gracias a la cláusula que impide la reelección continuada de gobernador ha tenido a lo largo de 36 años de democracia 9 gobernadores (caso único en el país). De los cuales 4 han sido radicales y 5 peronistas. Se puede decir que la alternancia democrática ha funcionado razonablemente bien, aunque la tercera fuerza, el Partido Demócrata no pudo llegar al gobierno.
Nuestra provincia, desde la perspectiva institucional funciona bien. En diciembre un décimo gobernador asumirá el cargo, sea del partido que fuere no será alguien que haya sido gobernador. En este punto de la reelección continuada de gobernador y vice, Mendoza se destaca nítidamente en el contexto nacional.
Por ende, con una situación institucional consolidada, apuntemos, en una primera aproximación, a los problemas de la economía provincial que aparecen como relevantes.
Hay coincidencia entre analistas económicos, empresarios, dirigentes de diversas entidades que nuestra provincia no ha tenido un buen desempeño económico en los últimos años. Ha perdido participación en el PBI del país, se ha reducido el porcentaje que teníamos años atrás. Esto implica que el producto habitante es menor que el producto promedio nacional. Los mendocinos por mucho tiempo estuvimos en el promedio nacional, algunos periodos por encima, hoy hemos retrocedido.
Las explicaciones son variadas. Algunas son objetivamente indiscutibles como las malas políticas económicas de los gobiernos nacionales, donde la alta inflación ha sido un factor muy pernicioso para el tipo de estructura económica provincial. El atraso del tipo de cambio por largos periodos que afecta sobre todo a los sectores más dinámicos exportadores como la vitivinicultura, frutas, hortalizas. Lo mismo ocurre con desafortunadas políticas energéticas de gobiernos anteriores que desalentaron las inversiones petroleras. Sector en el cual también la provincia perdió posición.
Todo ello nos obliga a replantear algunas cosas si queremos recuperar la posición perdida y mejorar nuestro desempeño económico.
Una de ellas es la relación del gobierno provincial con el nacional y sus políticas. Habrá que encontrar el camino para reclamar al gobierno nacional políticas favorables a las economías regionales y evitar en todo lo posible aquellas políticas que perjudican a la provincia. El gobierno provincial debe ser un ferviente defensor de la estabilidad monetaria ya que la inflación es el peor enemigo de nuestra economía. El gobierno nacional necesariamente va a tener que poner en práctica políticas que estimulen las exportaciones y Mendoza las necesita, debe estar incluida en ellas.
Sectores como la vitivinicultura sólo podrán sostener la estructura actual aumentando considerablemente las exportaciones, de lo contrario es posible que se deba sufrir otra vez, un achicamiento del sector. Asuntos como la urgente reconstrucción del ferrocarril de cargas, son indispensables para reducir costos logísticos que nos impiden ser competitivos. Por cierto sabemos de sobra que el gran problema económico del país es la magnitud del gasto público y la consecuente presión tributaria, que aplasta la iniciativa empresaria. Se requiere bajar el gasto y diseñar una reforma impositiva que aliente la actividad económica.
En estos y muchos otros asuntos hay que trabajar y pensar desde ya.
