El proceso electoral, que se iniciara en abril y que llevó a la presidencia de Francia a Emanuel Macron, ha culminado con la renovación del parlamento. Los resultados implican un profundo cambio en la política gala; ha ganado cómodamente la elección el partido La Republica en Marcha, fundado hace apenas dos años por el joven presidente. Para hacerlo renunció como ministro de Economía del entonces gobernante partido Socialista, encabezado por F. Hollande.
Macron ganó la presidencia en segunda vuelta derrotando a la candidata del Frente Nacional, M. Le Pen. En la elección parlamentaria se ha hecho de la mayoría absoluta del Congreso, acumulando así un poder que le permitirá poner en marcha las reformas económicas prometidas, especialmente cambios de las regulaciones económicas que mejoren la productividad y competitividad de las empresas.
En el orden político, los cambios producidos por las elecciones son profundos y sorprendentes. Ha sido derrotada la candidata del nacionalismo de derecha antieuropeo M. Le Pen, que poco tiempo antes de las elecciones parecía casi segura ganadora. El nuevo presidente se define en forma clara como de centro y europeísta. El Partido Socialista que estaba en el gobierno ha quedado reducido a una ínfima expresión parlamentaria; con mejor resultado los republicanos han quedado lejos de En Marcha. Así como el presidente sólo contaba como antecedente político con su cargo de ministro de Economía, también han accedido al Parlamento muchas personas calificadas como "políticos amateurs", por carecer de experiencia en la política tradicional.
Debe señalarse que en la elección parlamentaria hubo una abstención superior al 50%. Para algunos significa cansancio de la política; uno de los candidatos de izquierda le ha llamado "huelga general cívica". También se atribuye la baja participación a que el sistema electoral deja afuera a las minorías, el que gana "se lleva todo". La conclusión en este punto podría ser positiva: en lugar de que "se vayan todos" una sociedad madura como la francesa por vía de la racionalidad encuentra el reemplazo de una guardia política anquilosada y sin respuestas a los nuevos problemas por una nueva que aporta esperanzas de renovación.
Problemas hay y algunos son muy difíciles. Es el caso de la inmigración musulmana: cómo resolver no sólo el problema de los que quieren venir sino el de los que están viviendo en la grandes ciudades en guetos aislados y sin posibilidad de integración; sentimiento de ansiedad y rencor que provoca en muchos la percepción de que han sido abandonados por las reglas de la economía y la política.
Pero si significativos son los efectos de la elección de Macron para su país, es posible que lo sean aún más para la Unión Europea . El triunfo de En Marcha implica una bocanada de aire fresco para el bloque, la posibilidad de una revitalización del mismo, en lugar de la desintegración que algunos, incluido el presidente Trump, desean. Desde el primer momento Macron ha intensificado su relación con Angela Merkel, que enfrentará en octubre la renovación de su mandato con buenas posibilidades de lograrlo. La alianza franco-alemana ha sido el pilar del largo proceso de construcción de la Unión; las declaraciones de ambos países han sido claras en favor de ella y de introducir los cambios necesarios para mejorar su funcionamiento.
Este importante cambio político en Francia se da al mismo tiempo que los errores del gobierno de T. May, en Gran Bretaña. Francia y Alemania quedan en mucho mejor posición; podría decirse que "se dieron vueltas las cartas", y posiblemente le van a imponer duras condiciones al Brexit.
