Hasta no hace mucho tiempo, tener tatuajes "a la vista" podía llegar a ser un serio impedimento para conseguir trabajo. Seguramente, quienes rondan la mitad de la vida habrán escuchado de boca de sus padres la frase: "¿Cómo te vas a tatuar, quién te va a dar trabajo?", limitando los impulsos adolescentes por dibujarse la piel.
Sin embargo, con la generalización de este arte, esta situación parece haber quedado atrás, incluso en áreas donde el común de la gente podría pensar que subsiste un espíritu más conservador.
De hecho, en la sede local del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) aseguran que no hubo dictamen por discriminación de este tipo en los últimos años. De todas formas, en algunas empresas sobreviven aquellas prácticas consideradas de otros tiempos.
Tres casos tatuados
Eli Vázquez (32), quien está tatuada en sus piernas y brazos, contó que hace unos años una conocida tienda de ropa no la contrató porque, si bien a la entrevista fue cubierta, le dijeron que habían visto en sus redes sociales que tenía tatuajes. "En la entrevista no me dijeron nada. Pero después me explicaron que por mis tatuajes no me daban el trabajo", señaló.
De todas formas, dijo que con el tiempo los empleadores valoran más la "cuestión humana" que los tattoos. "Si tenés buena atención, la gente ni se da cuenta que tenés tatuajes", remarcó.
Guido Escot (35) trabaja en "Aquí hay dragones", un comercio especializado en juegos de mesa. Tiene el pelo violeta y una colorida manga -es decir que varios tatuajes cubren su piel desde el hombro hasta la muñeca- que no podría pasar desapercibida para nadie.
Escot cuenta que en el pasado estos dibujos en el brazo fueron un impedimento, pero que ahora sus nuevos jefes no tienen ningún tipo de reparos al respecto.
"Me pasó de trabajar en un negocio gastronómico que se especializa en pizzas, donde me pedían usar manga larga para que no se me vieran los tatuajes. También en una famosa bodega. Creo que todo tiene que ver con el target o con el nivel que pretenden mostrar los dueños del emprendimiento", dijo el mendocino.
Aseguró que trabajó en otra bodega de Guaymallén en la que no tuvo inconvenientes. "Les daba lo mismo mientras brindara un buen servicio. En "Aquí..." el ambiente laboral es mucho más relajado, la idea de los dueños es que el cliente y los empleados estén cómodos, que sientan que el lugar las pertenece", confió Guido.
Natalia González, que hoy tiene 33 años, comenzó a tatuarse a los 18 en partes "visibles" y comentó que era casi imposible encontrar empleo. "Ni recomendada conseguías. Hoy es diferente porque el 80 por ciento de las personas tienen tatuajes visibles. Se los acepta desde otro lugar. Hace años era algo que te quitaba presencia y capacidades. Desde hace dos años, al ser tan masivo, creo que ha habido un cambio de mente", señaló.
Natalia además es tatuadora y comentó que ahora médicos, enfermeros, abogados o maestros han vencido el tabú de que tatuaje es igual a carcelario, marinero o drogadicto. "Va con el proceso histórico de ganar libertades sociales", aclaró.
Ambiguos
Ver a una persona, de la edad que sea, tatuada ya no es una rareza. Sin embargo, en 2015 la bolsa de trabajo OCCMundial publicó un estudio que revelaba que el uso de tatuajes y de piercings era motivo de discriminación laboral. Las razones expuestas variaban, desde no ser acorde con la ideología organizacional (52%), porque el postulante se ve poco profesional (21%), porque es parte de la política de la empresa (11%) o porque su imagen transmite rebeldía (10%).
Matías Rosales, de la consultora Equipo Wolf, indicó que todo depende de la subjetividad de los dueños. Por ejemplo, contó que en 2012 trabajaba para una cadena de estaciones de servicio donde le pidieron que no contratara a personas con tatuajes. "A lo sumo toleraban que fueran discretos. Después se flexibilizaron y buscaban otras cuestiones, como responsabilidad o actitud", indicó Rosales.
"A veces se trata de una cuestión de presencia y es preferible ir a una entrevista de camisa o zapatos. Por ahí, pasa algo similar con el pelo largo o los aritos, que lo tienen en cuenta y a veces no. Por citar otro caso, la gente que trabaja en Sistemas va como quiere porque las empresas de ese rubro no lo tienen en cuenta", dijo.
Rosales reiteró que lo que se tiene en cuenta ahora es la actitud y quizás puede influir el hecho de tener tattoos vistosos cuando se trata de trabajos en donde se tiene mucho contacto con el público.
En este sentido, Paola Poblete de la consultora Icadi, dijo que la imagen que da el vendedor puede ser determinante y en este sentido, si bien tener tatuajes no es excluyente, sí se pide que de preferencia no se muestren pero insistió en que no es un parámetro para la no aceptación.
"Sugerimos que no se muestre a la hora de enfrentar a un cliente. Porque lo primero que ve un comprador, más allá del producto, es la persona y la confianza que le genera. En grupos etarios más grandes esto es determinante, lo mismo con aquellos que tienen una formación más anticuada", señaló la especialista.
De todas maneras, advirtió que lo más complicado puede ser cuando se presenta un postulante con tatuajes en el cuello. "Pero mangas no, ya no hay problema. Lo mismo con piercings, aunque sugerimos que se piense en el peor escenario para obtener una respuesta favorable", resaltó Poblete.
Menos exigentes
Quizás se pueda pensar que en hoteles cinco estrellas o en cadenas de comida rápida las exigencias sean otras. Sin embargo, al menos en los casos consultados, también se observa que los requisitos para obtener un puesto se han flexibilizado.
"La cadena cinco estrellas donde trabajo en su momento fue muy cerrada porque tiene estándares muy altos de servicio. Pero eso cambió. Ahora hay gente con rastas, pelo largo o barba. Algo que antes hubiera sido impensado. Es una cadena que viene de Estados Unidos y allí no se puede discriminar con nada. Esos parámetros aplican acá también", dijo Sofía, quien prefirió un seudónimo, añadiendo que si las aptitudes son las requeridas, el aspecto físico pasa a un segundo plano.
Por su parte, Rocío, quien trabaja en una hamburguesería muy conocida, dijo que no hay obstáculos respecto de los tatuajes. "En la cadena hay algo que se llama cooltura, que se basa en que los empleados puedan ser ellos mismos. En ese sentido, te dejan tatuarte o teñirte. Gran parte de mis compañeros tienen tatuajes. Así que tenerlos no influye para nada", resaltó la joven consultada.