La naturaleza nos está indicando cada vez con mayor claridad que debemos hacer algo para detener el calentamiento global. Y también cambiar nuestra conducta acerca de su cuidado permanente para evitar seguir creando situaciones de riesgo.
Afortunadamente estamos presenciando una mayor toma de conciencia acerca de esta situación de crisis ambiental que está relacionada directamente con nuestro futuro.
No obstante el carácter ecuménico del problema vemos cómo algunos países por vía de sus líderes e incluso hasta de algunos de sus científicos, han tomado posiciones negacionistas de todo riesgo ambiental, basados principalmente en intereses económicos y hasta con argumentos forzados como, por ejemplo: que las causas del calentamiento global son naturales y no antrópicas, o que las consecuencias de estos cambios son beneficiosas y no perjudiciales.
Sin embargo, enorme cantidad de instituciones oficiales y privadas están dedicadas a la lucha por el cambio climático. El Pnuma (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), el IPCC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático) y cantidades de organizaciones oficiales y privadas en la mayoría de los países dedicadas al conservacionismo. Todo esto, completado con abundante literatura y difusión en medios, congresos y conferencias de partes que han conseguido instalar este proceso en la sociedad mundial y de ese modo generar el marco necesario para buscar soluciones.
Hasta ahora se han conseguido resultados, pero no los esperados, precisamente porque, como dijimos, naciones poderosas y altamente contaminadoras no han acatado las recomendaciones científicas formuladas por la mayoría del mundo. El contexto nos dice que la población mundial sigue creciendo, que se siguen talando bosques, que continua el uso masivo del plástico, así como los pesticidas en la agricultura, aguas negras y residuos que no se tratan, y fundamentalmente el uso de combustibles fósiles en la industria y el transporte. Todo lo cual conforma la mayoría de las conductas que la naturaleza está reclamando cambiar.
Naturalmente que no es con letanías que podremos conseguir soluciones sino con una transformación cultural que nos lleve a entender el problema, concientizarlo elaborar procedimientos y conductas y finalmente ejecutarlos.
Creemos necesario sugerir aquí algunas acciones que pueden significar un toque de atención sobre el cuidado de nuestro planeta cuya responsabilidad está en todos nosotros: gobiernos, empresas, instituciones y ciudadanos.
Por eso urge mantener los bosques en pie lo más que se pueda e incluso aumentarlos con reforestación, prevenir los incendios y combatirlos eficientemente cuando se producen. Esto es básico para mantener la producción de oxígeno y la captura de carbono.
Usar energías alternativas será esencial, especialmente eólica y solar, sin desmerecer las fuentes hidroeléctricas. Los paneles solares están siendo usados masivamente a nivel doméstico en Europa; en nuestro país están apareciendo instalaciones en diversos lugares para aprovechar el viento patagónico y la luminosidad solar del Noroeste. Con esto iremos eliminando el uso de fuentes fósiles contaminantes productoras del calentamiento global antropogénico.
Para el transporte masivo es aconsejable dar prioridad a trenes, tranvías, troles y buses eléctricos mientras que, a nivel personal, son las bicicletas, o los novedosos scooters los medios adecuados, aunque para distancias cortas nada mejor que caminar con los beneficios que ello significa para la salud. Los viajes aéreos por trabajo podrían ser reducidos por vía de la teleconferencia.
Intensificar la reducción de embalajes, plásticos o metálicos. Todo esto ayudaría a bajar la contaminación en las ciudades.
El deporte automotor tendrá que adecuarse a las necesidades de purificación del aire. Podrán reconvertirse a eléctricos como lo hizo la Fórmula E o con tecnologías obtenidas del hidrógeno, como la pila de combustible basada en la reacción química que produce ese gas con el oxígeno en un proceso especial de electrólisis cuyo residuo es agua. La diversión y el entretenimiento están bien, pero será mejor si son sustentables. La quema de neumáticos y otros elementos combustibles es altamente tóxica por monóxido de carbono y por la emisión de material particulado. El conflicto social no debe castigar la inocencia de los árboles, animales y la mayoría de nosotros. El ambiente de vida es el problema mayor por lo cual requiere soluciones de consenso.
El uso racional del agua es cuidar el consumo y controlar su desperdicio. Los gobiernos deberían crear normas destinadas a evitar dicho desperdicio, el mal uso y las mermas.
Medidas específicas como multas podrían ser aplicables tanto a las empresas distribuidoras ya sea por reparaciones defectuosas o por demoras en dicha tarea, como a los consumidores que no respeten el uso responsable del recurso. Los países que más cuidan el suministro del agua de red aceptan un consumo per cápita de 130 litros diarios, aunque muchos países están lejos de ese valor. Las redes de distribución en general tienen problemas de falta de mantenimiento. El promedio mundial de merma llega a alcanzar entre 30 y 40% según los países y esto es por pérdida en cañerías, válvulas y grifos o roturas en la vía pública.
No descargar residuos directamente en ríos, lagos, arroyos, canales y acequias ni en cualquier curso de agua y menos en las costas oceánicas. Algunos países han comenzado su tratamiento mediante procesos que convierten las aguas residuales en limpias, aunque no potables, pero de ese modo pueden verterse a ríos, lagos y el propio mar sin contaminar.
No usar el agua como herramienta principal de extracción de minerales y no contaminarla en el proceso posterior a la extracción. Empresas y gobiernos deben buscar otras tecnologías de explotación. Es una decisión de cada país atendiendo a sus necesidades, siempre se debe buscar salvar el recurso sin frenar la economía.
Evitar inundaciones de campos agrícolas. Los gobiernos tienen la responsabilidad de canalizar las zonas inundables para llevar el agua a los cursos naturales de desagüe y desobstruir estos de manera permanente, la agricultura no sólo no disminuirá, sino que extenderá su desarrollo atendiendo al crecimiento de la población mundial. Consecuentemente habrá más consumo, y no habrá margen para tomar riesgos climáticos, como secas o inundaciones.
Proteger los bosques nativos para conservar la humedad, evitar la desertización, mantener la biodiversidad y los ecosistemas, asegurar las materias primas de productos que se elaboran con la vegetación boscosa sin destruirla, situación que se da en la industria farmacéutica.
Limitar el uso de pesticidas y herbicidas especialmente algunos que son muy peligrosos para la salud humana y animal y altamente contaminante de los suelos y las napas freáticas. El planeta es como las casas, funcionan mejor cuando están limpias, ordenadas y mantenidas.
Por eso hay que parar de tirar residuos en cualquier lugar. En las ciudades existen los sitios y recipientes asignados por las municipalidades para tal fin y en las rutas abiertas se deben llevar consigo hasta los hogares donde pueden ser recogidos.
Según el profesor Henry Pollack (Un mundo sin Hielo–Gaia Ediciones) el calentamiento global sigue la tendencia del crecimiento poblacional de los últimos 50 años, por lo cual puede calificarse como inequívoca la relación existente entre las dos variables. Por ello, será muy importante contener el crecimiento poblacional en el nivel de unos 8.000 millones de habitantes para 2030, opinión que es compartida por la mayoría de los conservacionistas, científicos ambientales y hasta economistas. Aunque sabemos que esto, tal vez sea percibido como el próximo debate mundial debido a la existencia de presiones políticas y religiosas.
De todos modos, debemos buscar la forma de salir del camino equivocado.