Un repaso por los últimos informes científicos, el movimiento juvenil en ascenso y la agenda clave del próximo mes.
Lluvias más intensas y frecuentes. Períodos de sequía más extensos y acentuados. Incremento del nivel del mar. Retroceso de glaciares. Y la lista podría seguir. Los efectos del cambio climático se hacen sentir alrededor del mundo, no discriminan fronteras geográficas, nivel socioeconómico ni grado de desarrollo. El cambio climático está ocurriendo aquí y ahora.
Según el Programa Copernicus en Cambio Climático de la Unión Europea y la Administración Nacional Océanica y Atmosférica de Estados Unidos, julio de 2019 pasó a la historia como el mes más cálido jamás registrado. Un informe de la iniciativa World Weather Attribution reveló que las olas de calor en Francia fueron cinco veces más probables de ocurrir este verano debido al cambio climático. La semana pasada se celebró un funeral en Islandia para despedir a su primer glaciar, “Ok”, que desapareció producto del cambio climático. De nuevo, está ocurriendo aquí y ahora.
Sus causas se encuentran en las actividades humanas que generan emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs), a través de un sistema industrial, de transporte y energía basado en la explotación de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), deforestación, residuos, ganadería y agricultura, entre otros. Sus necesarias soluciones se encuentran también en manos del ser humano. La acción ante el cambio climático debe ocurrir aquí y ahora.
En diciembre de 2015 los países alcanzaron un histórico consenso en suelo francés para actuar frente al cambio climático: el Acuerdo de París. Su objetivo general: “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2° C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5° C, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático”. Argentina fue uno de los países que suscribió al acuerdo y hoy participa activamente de las negociaciones que tienen un objetivo claro en la teoría, pero aún distante en la práctica: avanzar con urgencia y ambición en su implementación.
Lo que dice la ciencia
Tras la firma y puesta en vigor del Acuerdo de París, se pidió al Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) que elaborara un informe sobre un posible escenario de aumento de la temperatura en 1,5° C para fin de siglo, cifra reclamada histórica y principalmente por los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, como las islas.
En octubre del año pasado se dio a conocer ese informe especial del 1,5° y sus conclusiones fueron contundentes: limitar el aumento de la temperatura de la Tierra en 1,5° C es necesario y posible, pero requerirá de cambios sin precedentes. De no darse esas modificaciones, se alcanzaría la cifra entre 2030 y 2052; de allí la urgencia de acción en los próximos 11 años. La científica e investigadora argentina Inés Camilloni fue una de sus autoras: “El reporte señala que el nivel de transformación que hay que hacer es de tal magnitud que son todos los sectores los que deben aportar. La principal responsabilidad de aumentar el nivel de ambición de acción ante el cambio climático es gubernamental.
Los compromisos nacionales deben ser más ambiciosos y, a partir de ellos, ir traccionando a quienes tienen que implementar acciones. Las empresas podrán acompañar. Si siguiéramos como estamos, iríamos a un escenario de aumento de 4° C con impactos mayores”. La publicación del reporte se hizo sentir en los medios a nivel mundial y sigue siendo uno de los principales argumentos de las organizaciones ambientalistas para exigir mayor acción climática. “El mensaje desde los medios fue ´nos quedan 12 años´ y desandar esa cuenta regresiva es muy difícil porque muchas organizaciones lo toman como bandera para acelerar la acción. No es que los estamos contradiciendo. El mensaje es que hay que actuar de forma urgente, pero no es que tenemos un reloj que nos va descontando hacia atrás el tiempo tan estrictamente”.
A principios de mes, el IPCC dio a conocer otro informe especial sobre “Cambio Climático y Suelo”, donde se advierte que los suelos constituyen un recurso crítico bajo dos presiones: las actividades humanas (deforestación, ganadería y agricultura) y el cambio climático. A su vez, reconoce que un mejor manejo del suelo es parte de la solución ante el cambio climático al contribuir en la reducción de emisiones. ¿Cómo?. A través de una producción de alimentos y gestión forestal sostenibles, conservación y restauración, reducción de deforestación y degradación, y reducción de las pérdidas y desperdicios en la industria alimenticia. Los expertos destacaron que no realizan recomendaciones sobre las dietas de las personas, pero sí dan las bases científicas respecto de las dietas que contribuyen a reducir las emisiones contaminantes; basadas en alimentos de origen vegetal y animal producidos de forma sostenible.
En mayo pasado, el Informe de Evaluación Global de la Naturaleza de la plataforma IPBES sorprendió al mundo con una cifra: un millón de especies de animales y plantas se encuentran en peligro de extinción. El cambio climático se presenta como la tercera causa de esa realidad, luego de cambios en el uso de la tierra y el mar y explotación directa; y ante la cual las especies luchan por adaptarse y sobrevivir. Ante la urgencia de acción y cambios drásticos que señaló el reporte del 1,5°C para alcanzar un calentamiento por debajo de esa cifra, Camilloni analiza: “No veo mucha acción en respuesta al reporte, no veo la aceleración en las medidas que hay que tomar, ni a nivel nacional ni a nivel global. Sólo puedo destacar el movimiento de jóvenes que hizo visible el tema”.
Lo que reclaman los jóvenes
Un 20 de agosto de 2018 una joven sueca faltó a clases y se paró frente al parlamento de su país para reclamar acción más urgente y ambiciosa ante el cambio climático. Ese día, Greta Thunberg marcó un antes y un después. La acción que se repitió cada viernes comenzó a encontrar multiplicadores en ciudades alrededor del mundo. “Fridays for future” (Viernes por el futuro) fue el nombre que catalogó la acción y que pronto conformó un movimiento global de generaciones más jóvenes que cuestionan a los líderes preocupados por su futuro y el del planeta, y les exigen acciones urgentes y ambiciosas.
“No podemos resolver una crisis sin tratarla como una crisis. Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y centrarnos en la equidad. Y si las soluciones son imposibles de encontrar dentro de este sistema, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí. No hemos venido aquí para rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Se avecinan cambios, les guste o no. ¡El verdadero poder pertenece al pueblo!”, expuso Thunberg ante los líderes reunidos en las negociaciones climáticas de diciembre de 2018 en Katowice, Polonia.
Inspirados por Thunberg, los jóvenes argentinos se hicieron eco del reclamo, especialmente en las dos grandes movilizaciones que se desarrollaron durante la primera mitad del 2019. Con un mismo pedido de acción más urgente y ambiciosa ante el cambio climático, algunas consignas se adaptaron a las necesidades locales. “Los ejes principales de nuestro reclamo son el cuidado del agua en la provincia, uno de los recursos más importantes que tenemos siendo un desierto, y la prohibición de la explotación por fracking”, asegura Edgar Ávila, quien lleva adelante en la provincia de Mendoza el movimiento nacional “Jóvenes por el Clima”. Con 22 años y oriundo de Rivadavia, cuenta que es el más grande entre los jóvenes que ya se han movilizado en la Ciudad capital, y en el este y el sur de la provincia. En dichos eventos, contaron con el apoyo de las distintas Asambleas por el Agua.
Lo que viene en agenda
El próximo 23 de setiembre se celebrará una Cumbre de Acción Climática en Nueva York, convocada por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Su objetivo: acelerar la acción climática. Conforme la implementación del Acuerdo de París, en 2020 los países deberán presentar planes más ambiciosos de reducción de emisiones contaminantes y adaptación a los efectos del cambio climático. Preocupado por no alcanzar esa meta, Guterres organizó esta cumbre para avanzar a ese propósito: “A los líderes les digo, no vengan con bonitos discursos; vengan con planes concretos”.
Dos días antes, jóvenes de distintos lugares del mundo participarán en la Cumbre Climática de la Juventud, también en la ciudad estadounidense, con foco en las soluciones ante el problema. Ambas cumbres se verán acompañadas de una semana de movilizaciones (del 20 al 27) con réplicas en otras ciudades, convocada por la joven Thunberg, que viaja a participar de los eventos de una forma particular: está cruzando el Océano Atlántico desde Europa en un velero de carreras con paneles solares y turbinas submarinas que permiten generar electricidad y reducir las emisiones contaminantes. Concluidos los eventos en Estados Unidos, se trasladará por tierra rumbo a Santiago de Chile, donde este año se celebrará la Conferencia de las Partes (COP25), principal reunión anual de negociaciones climáticas.
Al hablar de acción climática, Camilloni busca ser optimista, pero también realista: “Más allá de las acciones individuales como un uso eficiente de la energía, menor demanda de productos y una dieta más equilibrada y balanceada, lo más importante es lo que podemos hacer en conjunto como sociedad y traccionar a que haya políticas públicas que busquen reducir emisiones”.
En el reciente funeral del glaciar desaparecido en Islandia, se colocó una placa bajo el título “Una carta al futuro”. El texto estaba dirigido a esas próximas generaciones que alguna vez la leerían: “Ok es el primer glaciar islandés que pierde su estatus de glaciar. En los próximos 200 años se espera que todos nuestros glaciares sigan el mismo camino. Este monumento está ubicado para reconocer que sabemos lo que está pasando y lo que es necesario hacer. Sólo tú sabes si lo llevamos a cabo”.
En Argentina y en Mendoza
"Argentina está en una situación complicada porque adhiere al Acuerdo de París, pero todavía no tiene dimensionado cuáles son los efectos que habría bajo un calentamiento de 1,5° C y 2° C. En ese sentido, diseñar y planificar un plan de adaptación al cambio climático sin saber detalladamente a qué debería adaptarse, implica repensar cuáles serían los impactos y cómo debería adaptarse. Argentina todavía tiene mucho trabajo por hacer y debería hacerlo bastante rápido". Así describe Camilloni la situación a nivel nacional.
Junto con otra científica argentina, Carolina Vera, participaron de un mapeo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales sobre los riesgos que se esperan en cada una de las regiones del país en materia climática. Hay tres ejes a considerar en la región de Cuyo: los deshielos, el estrés hídrico y los cambios en el ciclo anual de los ríos. "La menor acumulación de nieve en la Cordillera cambia la disponibilidad de agua de deshielo de los ríos y eso modifica no sólo el caudal de los ríos, sino también el ciclo del agua; entonces cambia la época del año en la que aumenta la disponibilidad por el deshielo", explica Camilloni.
Según el mapeo, la reducción del suministro de agua podría tener consecuencias ecológicas y socioeconómicas de gran alcance afectando, por ejemplo, al sistema de producción agrícola. Al respecto, la científica agrega: "Si bien es una región semiárida que está acostumbrada a tener una planificación y una gestión de los recursos, el escenario es que sería todavía aún más crítico, con menos disponibilidad y mayor demanda".
- Inés Camilloni en twitter: https://twitter.com/InesCamilloni
- Jóvenes por el Clima Mendoza: https://www.instagram.com/jovenesxelclimamza/
- Informe FARN