Los especialistas de diversas áreas han lanzado sus advertencias en varias oportunidades: para hacer frente al cambio climático global, Mendoza deberá adaptarse y así conservar su matriz productiva. Es que lejos de pasar inadvertido, el impacto de este proceso se hace sentir en las zonas de campo, donde los cultivos tradicionales (frutales y vid) podrían verse afectados de no tomar los recaudos necesarios.
Pronósticos y mediciones comparativas que dan cuenta del incremento en las temperaturas durante las últimas décadas, dejan entrever que el fenómeno actual, denominado corriente del Niño (que afecta en la actualidad a toda la región) no es el único que puede incidir en la calidad de las cosechas, debido al exceso de humedad y temperaturas muy bajas para esta época primaveral.
"El cambio climático se viene produciendo al menos desde hace cincuenta años; es un proceso gradual que cada vez se hace más evidente y genera preocupación frente a un año muy lluvioso", explica Bruno Cavagnaro, ingeniero agrónomo del Instituto de Biología Agrícola Mendoza, del Conicet.
El investigador y docente detalla que los efectos del calentamiento global en la provincia se hará sentir porque habrá menos nieve y por lo tanto menos agua para riego. Esto llevará a que la industria y la urbanización creciente compitan con los sectores rurales por la obtención de este recurso.
Al mismo tiempo, al hacer más calor, la evaporación y la transpiración en los terruños exigirá un mayor consumo de agua destinada a los cultivos.
Pero esto no será todo. El aumento de las tormentas estivales -que se espera sean más copiosas e intensas para los meses venideros- tendrá una doble consecuencia: mientras que en las zonas del secano la presencia de más agua puede ser beneficiosa, en muchas otras zonas de cultivos (como el Este provincial) la amenaza de enfermedades producidas por hongos y plagas podrían combinarse con complicaciones en los procesos de maduración y floración.
Adaptarse a las inclemencias
Para que duraznos, cerezos y perales salgan de su dormición (momento previo al crecimiento de los brotes y posterior floración durante la primavera) es necesario que el invierno sea lo suficientemente frío. En ese sentido -detalla Cavagnaro- a pesar de las variaciones en las temperaturas y el retraso de la llegada de la primavera este año, las horas de frescura han sido suficientes para muchas especies de frutales.
"Sin embargo, puede haber variedades que presenten problemas", advierte el especialista y aclara que en la actualidad en la provincia existen diferentes proyectos tendientes a adaptar las variedades de los cultivos a las nuevas inclemencias del tiempo. Los viñedos y por lo tanto las bodegas tampoco quedarán exentos de esa situación. En esos casos, la apuesta futura será la incorporación de sustancias naturales (en lugar de químicos) para combatir las posibles plagas.
Asimismo, las bajas temperaturas -máximas y mínimas- registradas en plena estación primaveral, ponen en riesgo el adecuado cuaje de las plantaciones, es decir, cuántas flores se transforman luego en el fruto definitivo. A esto, se suman las lluvias copiosas de los últimos días. Por eso -aconseja Cavagnaro- es muy importante que los propietarios de fincas tomen los recaudos desde ahora destinados a combatir afecciones como el oidio, la peronóspora, la polilla de la vid y diferentes tipos de hongos.
Los cultivos hortícolas tampoco están al margen de los efectos adversos del exceso de humedad y las bajas temperaturas para la época (con mínimas de hasta 6 grados centígrados).
"Puede haber demoras en la maduración. Por otro lado, no hay que olvidar el riesgo que implica la caída de granizo", destaca José Boninsegna, ingeniero agrónomo e investigador superior del Conicet. De todas maneras, aclara el experto, el tomate, como así también los pimientos y hortalizas terminarán de madurar en diciembre.
"Hay que tener en cuenta que este año es excepcional; tendremos bastante agua y por lo tanto las pérdidas dependerán de las condiciones climáticas de diciembre", profundiza y aclara que "fuera de eso no esperamos un impacto mayor".
Vid y frutales, afectados
Leonor Deis es ingeniera agrónoma y doctora en Ciencias Biológicas. Al igual que Cavagnaro, la especialista realiza investigaciones en el Instituto de Fisiología Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias. Ella es justamente quien ha desarrollado sus estudios acerca del impacto del cambio climático en las plantaciones sobre las que se basa nuestra "industria madre".
En base a un estudio comparativo y demostrable que pone el foco en el incremento de la temperatura media en la provincia durante los últimos cincuenta años, concluye que entre los cultivos más afectados aparece la vid.
Lo cierto es que si hace más calor se adelanta la maduración; esto provoca que la planta no se desarrolle del todo y los granos se reduzcan a la mitad. "Eso conlleva a que se produzcan menos kilogramos por hectárea", dice y destaca que en el caso de los frutales, siempre que llueva en demasía o haya viento Zonda en tiempo de floración, éstos cuajarán menos.
"Muchas especies, como los duraznos, ya han florecido; pero puede suceder, por ejemplo, que den frutos dobles y que presenten un crecimiento muy lento. Por otra parte, el exceso de agua que puede provocar que la fruta se raje y no sea apta, explica la investigadora.
Tres días de ciencia
Al menos 600 proyectos de investigación realizados por profesionales y especialistas locales serán expuestos mañana, el miércoles y el jueves, en el marco de las XXIV Jornadas de Investigación de la UNCuyo. Con entrada libre y gratuita, la actividad -organizada por el área de Ciencia y Técnica de la casa de altos estudios- tendrá lugar en los salones de la Nave de la Universidad, un espacio lindante a la Nave Cultural, ubicado en el Parque Central, de ciudad.
Durante el último día de estas exposiciones, los presentes tendrán la oportunidad de escuchar a expertos mendocinos que desarrollarán la temática del cambio climático y su incidencia en los cultivos, entre otras.