Ningunear. Esa es al menos, por ahora, la táctica que se ordenó propalar desde la cúpula del Gobierno nacional. Después, una vez que se acomoden las fichas -todas las fichas-de todo el tablero que revoleó el anuncio de la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se verá. Todavía resta desde este domingo una eternidad: 24 días para oficializar alianzas y 34 para presentar listas de candidatos.
“No cambia nada”, dijo a este diario, en línea con la orden que bajó Marcos Peña, una fuente tan cercana a Mauricio Macri como el mismísimo jefe de Gabinete. Promediaba la nublada tarde porteña de ayer, y con su comentario de que se disponía a siestear, buscaba redondear el mensaje de que la movida F-F no le quitaba el sueño
Siguió su razonamiento en estos términos. “Se cierra en sí mismo (el kirchnerismo)”. Con la precandidatura presidencial de Alberto Fernández, “no se amplía… es más de lo mismo…muestra su debilidad…la oferta (con Cristina de vice y Alberto de presi) no modifica la demanda”. A juicio de la fuente que se disponía a retomar su siesta, “la mayoría de la gente (la gente, siempre la gente) está a favor del cambio”; incluso cuando la situación económica “no es la mejor, ni la esperada”.
Conclusión: “Macri es y será el único candidato”. A pesar sorpresivo volantazo sabatino de Cristina, no cabe esperar cambio alguno en la estrategia electoral del oficialismo. Ni pensar en que el Presidente resigne su decisión de ir por su relección, para que la candidata sea la bonaerense María Eugenia Vidal, posibilidad que instaló en la semana el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, a no dudarlo posicionándose de cara a la Convención Nacional de la UCR que él preside. Tampoco en una ampliación de Cambiemos hacia sectores que hoy no son parte, a través de unas Paso en las que Macri tenga que validar sus títulos, algo que Peña desechó de plano. Hasta anoche, al menos, la decisión es: nada se cambia, porque nada ha cambiado.
Habrá que ver los próximos días. Por lo pronto la Coalición Cívica de Elisa Carrió adhirió ayer al “no pasa nada” que bajó desde la cúpula de la Rosada. Pero sin dudas la decisión de la ex Presidenta reavivará las llamas internas del socio mayor del PRO en Cambiemos. Rumbo a la reunión de convencionales del lunes 27 de este mes en el porteño Parque Norte, los radicales aparecen divididos en tres: los oficialistas, con mayor poder interno (Enrique Nosiglia, el gobernador Gerardo Morales, Mario Negri, sobresalientes), que quieren un Macri candidato sin Paso; los que coinciden con Cornejo, que quieren que el Presidente confronte en primarias con un radical (Martín Louasteau); y los díscolos de Ricardito Alfonsín, jugados a romper con Cambiemos e ir tras la candidatura de Roberto Lavagna. Tras el F-F, estos dos últimos tomarán fuerza, aunque difícilmente alcance para que la UCR termine por sacar los pies del plato.
Las horas inmediatas posteriores al F-F colocaron a Sergio Massa en el papel de la niña mimada. Su cotización política dio un salto y su destino dependerá de la negociación que lleve adelante hasta el 22 de junio. Empezará a saberse en la reunión del miércoles de Alternativa Federal a la que convocó en Córdoba el revalidado gobernador Juan Schiaretti, Del mismo modo que la de Lavagna. En lo que resta Massa tendrá que decidir entre la tentación de poder ser el candidato presidencial de “la tercera vía” tras unas Paso contra Lavagna; o el candidato confirmado a gobernador de Buenos Aires por el espacio que el F-F intentará ampliar desde ayer con el semirenunciamiento de Cristina.
No es casual el momento elegido por Cristina para poner de revés el tablero político. Sucedió a semanas de las fechas definitorias. Y estuvo precedido de hechos hoy premonitorios, a la luz del anuncio de ayer: el reiterado reconocimiento a Alberto Fernández en la presentación de “Sinceramente” y su reaparición después de más de 15 años en la sede del PJ para anunciar ante su conducción que estaba dispuesta a ocupar el lugar que fuera necesario para facilitar un gran frente opositor que permita desplazar a Cambiemos en diciembre.
Tampoco que haya sido en las vísperas, cuando nadie muere, como le gustaba decir a Carlos Menem. El martes al mediodía, la ahora precandidata a vicepresidenta en la fórmula Fernández-Fernández estará por primera vez ante un tribunal federal acusada de corrupción en sus dos presidencias. Será después de los vaivenes suscitados por el pedido de la causa de la Corte al tribunal tras hacer lugar de hecho a los recursos de las defensas, incluida la de ella. Así, la foto del martes no la mostrará en un todo como lo pretende el Gobierno, en función de su campaña electoral. También allí estará la ex jefa de Estado que renunció a un eventual tercer mandato para “tocar la campanita” en el Senado a partir del 11de diciembre próximo.