Si nos remontamos a 70 años atrás, el área del callejón Pincolini, en el extremo sureste del distrito Vistalba, era un paraíso de producción de uva y chacras, una zona totalmente rural, casi pegada a la ciudad de Luján de Cuyo.
Se trata de un sector de varias hectáreas ubicado entre la avenida Sáenz Peña y el canal Cacique Guaymallén, cerca de la rotonda de la Virgen, donde está el cuartel de bomberos voluntarios.
Un hombre que se estableció por allí con 9 años, Saúl Contardi (87, historiador autodidacta y especialista en la vida y obra del general San Martín), hizo de guía para establecer el pasado agrícola de la zona y acceder a la realidad actual del lugar, hoy eminentemente casi residencial.
El nombre de la arteria que recorre el barrio nos remonta al viñatero y bodeguero italiano Pablo Pincolini, dueño de vastas fracciones de tierra cultivada, quien donó amplias parcelas para la construcción de la escuela N° 1-073 Virgen de la Carrodilla, y también para que se hiciera la calle que cruza este rincón lujanino y otras circundantes.
En realidad cuando el pionero se desprendió de parte de sus tierras a favor de la educación, lo hizo con destino a la escuela nacional N° 29, como se llamaba en aquellos lejanos tiempos el establecimiento.
Los hijos de Pincolini, Luis, Alberto y Carlos, continuaron con el trabajo de las viñas y la elaboración de vino, dando mucho empleo a los lugareños. También hicieron las gestiones para que se fundara el club Vistalba, a orillas del Canal Cacique Guaymallén, del que ya no quedan vestigios, pero que en su época fue cuna de buenos jugadores que pasaron a entidades del fútbol mendocino, principalmente Luján Sport Club. El club barrial tenía una pista de baile y personas mayores recuerdan todavía los “bailongos” que allí se hacían.
Los Pincolini fueron importantes terratenientes, como también lo fueron en la misma época Fourcade, Calise y Ortiz, entre varios más.
Hoy todavía se cuenta con el testimonio, además de Contardi, del contratista de viña Armando De Cicco (84), quien enfatiza que nació en el lugar (en el punto de unión del callejón con Sáenz Peña), heredando la función de contratista de viña de su padre, y que por su fidelidad y contracción a las labores de campo, la dueña de las tierras (Josefina Fourcade) le regaló la casa que habita, que con mejoras estructurales es la misma de su niñez. La amistad entre De Cicco y Contardi (quien vivía enfrente) acredita nada menos que 78 años ya.
Otro hito del lugar, además de las instituciones educativas, lo constituye el camping del Radio Club Luján LU2 MB1, con capacidad para actividades deportivas y de radicación de viviendas para los socios.
Al promediar el callejón, pegado al canal, se encuentra todavía el aserradero que en los años '’60 construyó don Carlos Pincolini (papá del abogado Carlitos Pincolini, presidente de la entidad Vivencias Argentinas). Ese establecimiento industrial fue concebido para apoyar la estructura frutícola que desarrolló el desaparecido empresario, a través de la fabricación de cajones.
A lo lejos, sorteando el gran zanjón, se observa la restaurada estructura de la central hidroeléctrica La Lujanita, proyecto de producción de energía eléctrica que por concesión está ejecutando la empresa Sirj SRL, que pronto la pondrá en marcha.
De las viñas a las casas
Las familias de antaño fueron, además de Contardi y De Cicco, las de Fourcade, Calzetta, Abraham Daud (dueño de un almacén muy recordado), Félix Guerra, Ángel Mauri, Antonio Savina, Muñoz y Sebastianelli.
Para los años ‘40, cuando la mayoría de los residentes conformaban un grupo de productores de uva, se calculaba por entonces que el sector proveía un promedio de 40.000 quintales anuales de uva malbec; hoy casi no hay nada.
En cambio, los antiguos paños cultivados se convirtieron en parcelamientos donde se construyeron casas (permanentes o de fin de semana), algunas hechas con agradable estilo y amplios jardines, que le otorgan un carácter residencial a todo el contorno del callejón Pincolini.
También hay nuevos habitantes, familias jóvenes o de mediana edad, que abandonaron el ritmo más ajetreado de la ciudad en busca del sosiego que ofrece el distrito. Entre esos vecinos actuales se puede citar al contador Julio Illanes (50) y a su esposa Cristina Troncoso (44), con sus 3 hijas. “Hicimos un cambio por la tranquilidad y el microclima de este sitio; al principio nos costó un poco acostumbrarnos, especialmente por los desplazamientos a escuelas y otros lugares, pero ya estamos plenamente aquerenciados”, contó Cristina.
La escuela del lugar
Formadora de innumerables camadas de niños, la escuela N° 1-073 Virgen de la Carrodilla tiene una historia más que centenaria, ya que nació en 1906, con una primera ubicación en Maipú como escuela nacional.
En los ‘50 funcionó donde hoy se ubica la bodega Fabre Montmayou, en las cercanías de la curva de Cisilotto. En 1986 se inaugura el nuevo edificio, en el actual callejón Pincolini.
En las primeras épocas de la escuela, los chicos llegaban en invierno con mucho frío y la celadora de entonces los esperaba con una fogata en el patio para que se calentaran. Hoy posee una sede bastante abrigada y funcional. Su directora es Laura Sevilla.
Una de las prestaciones de la institución es su huerta escolar. La maestra Mónica Cabrini, con 18 años de experiencia, relató que al recorrer la zona con otras colegas, descubrió que los lugareños habían perdido un poco la cultura del trabajo de la tierra y no realizaban casi el aprovechamiento de cultivos de subsistencia familiar. Junto con el proyecto Pro Huerta del INTA, que proveyó de instrucción y semillas, nació en la escuela una huerta experimental y a partir de ese impulso en la actualidad hay aproximadamente 100 huertas familiares en la zona.
Además de la Virgen de la Carrodilla, justo al lado hay una secundaria, la N° 4-165 Pablo Neruda, con 340 alumnos y la modalidad de Ciencias Sociales y Humanidades, con orientación turística