Los sonidos de los pájaros los despiertan cada mañana. Cuando llueve mucho, tienen el caudal del arroyo seco El Molino como música de fondo. Pueden disfrutar en familia del armado de la huerta y contemplar, también en familia, la generosidad de la cosecha. Les basta con abrir las ventanas para ostentar el mejor perfil de la cordillera y conservan el lujo de compartir unos tragos a la luz de la luna, sin más sonido que el ladrido de los pájaros.
Todas estas ventajas gozan diariamente los vecinos del callejón Luconi, en Tupungato. Pero lo que ellos más valoran es la posibilidad de conservar esta dinámica, propia de la vida de campo, a tan sólo unas cuadras del centro urbano de este pintoresco departamento del Valle de Uco.
Será por tales beneficios que en menos de un lustro estas tierras, que eran mayoritariamente chacras, hoy cobijan a unas cuarenta familias. A lo largo del angosto callejón se han ido instalando distintas viviendas y ahora también en las improvisadas calles que se ramifican del mismo.
Estas fincas y campos incultos, que se extienden al sur de la calle Asistente Ubilla, fueron pensados como 'sitio habitable' primero por un grupo de vecinos del departamento. Fueron ellos los que comenzaron a insistir a sus dueños que lotearan el área y, cuando lo consiguieron, se dieron a la tarea de convertir los terrenos en su "propio paraíso familiar".
Deben ser estos orígenes los que explican el "sentido de pertenencia" que ostenta la mayoría de los habitantes de la zona. Sobre todo esto se percibe en el grupo que integra "La punta" del callejón, que adoptaron este nombre con el que se autodefinen. "Los de la punta nos juntamos cada tanto a comer unas pizzas y tomar unas cervezas", coinciden los vecinos.
"Todas las familias tenemos un gran compromiso con el lugar. Cada uno trabaja a su manera para hacerlo más habitable y convertirlo en un buen lugar donde crezcan nuestros hijos en el futuro y en contacto con la naturaleza", apunta Jackelina Bordón. Mientras cuenta, sus hijos Oliverio y Bruno juegan entre los árboles y en la casa de madera que les construyó su papá Homero, un artista plástico del departamento.
El lugar
El callejón Luconi nace en la calle Asistente Ubilla, la que marca el límite sur de la villa cabecera, y se extiende por menos de dos kilómetros. Es una calle de tierra y sin salida, pero a su ambos lados se han ido levantando viviendas e, incluso, algunos departamentos que se ofrecen para alquiler.
Estas tierras pertenecían originalmente a los hermanos Luconi, miembros de una de las familias tradicionales de Tupungato, gente que siempre apostó a la agricultura y que eran dueños de uno de los primeros galpones y frigoríficos del departamento. Décadas atrás, donde ahora se levantan modernas casas con amplios jardines, se extendían hectáreas de manzanales y de chacras, mayormente con cultivos de ajo y papa.
Susana Acevedo fue una de las primeras que soñó con este sitio "tranquilo" para vivir. "Yo alquilaba en el centro y estaba buscando alguna propiedad en las afueras y que no fuera tan cara. Junto con Teresa (otra vecina) empezamos a insistirle a don Coletto para que nos vendiera un terrenito", cuenta la mujer.
Cuando ella se fue a vivir al lugar, no había luz y tenía al vecino más cercano a más de 50 metros. Vivía sola y llegaba todas las noches de su trabajo en bicicleta, pero asegura que nunca sintió miedo. "Al fondo del terreno había una gran trinchera de álamos y esto era todo campo", rememora y agrega que más de una vez se encontró con un zorro, una liebre o una gran lechuza que la saludaba camino a su casa.
La lucha por servicios
La relación costo-beneficio es lo que explica el auge que la zona ha tenido en los cuatro últimos años. En esta época, la "última camada" de propietarios comenzaron a reunirse para empezar a luchar por la cobertura de ciertos servicios, aunque no tengan aún una unión vecinal conformada como tal.
Gracias a una reunión con autoridades municipales en 2012, lograron conseguir la recolección de residuos y el regado de la calle, que cada tanto baja el nivel de polvo en el camino. Mucho tiempo atrás, habían conseguido que la gente de Edemsa les colocara un poste para hacer el tendido de las luminarias.
Por estos días, los habitantes del callejón están felices porque está a punto de comenzar la obra de gas, que les dejará la red para conectarse en la puerta de sus domicilios. "Esta ha sido nuestra principal lucha por mucho tiempo y estamos muy orgullosos de que empiecen los trabajos, porque esto nos permitirá avanzar con otras búsquedas", dijo Sebastián Bruna, quien hace las veces de delegado barrial.
Sucede que la obra de gas es crucial para poner proceder al ensanche del callejón y la mejora de la traza, que hoy está llena de baches. Los vecinos también están ilusionados en planos que ha diseñado la comuna para el futuro de la villa cabecera, donde esta callejón podría ser una alternativa de extensión de la calle Belgrano, la principal de Tupungato.
Un lugar de artistas y promotores sociales
Mariano Moreno es un pianista oriundo de Godoy Cruz. Había conocido a Tupungato, cuando pasó en contadas oportunidades por su centro urbano para dirigirse a la bodega Salentein, sobre la ruta 89, para protagonizar algunos conciertos. El destino lo condujo a dar clases en una escuela artística en la zona y terminó como residente de este callejón.
Acostumbrado a la dinámica urbana de Godoy Cruz, Mariano disfruta del contacto con la naturaleza y hasta descubrió el placer "de dormir la siesta bajo los nogales". "Es un lugar maravilloso y lo mejor es la vista, a veces tengo que cerrar la ventana para tocar el piano, porque tanto buen paisaje me distrae", apunta el músico.
Profesores, médicos, docentes, farmacéuticos y grandes artistas son algunos de los profesionales que eligieron este "paraíso" para vivir. Una característica es que sus pobladores hay mucha gente que es oriunda de otros departamentos de Mendoza e incluso de otras provincias, sobre todo de Buenos Aires. Son vecinos que eligieron este rincón del Valle de Uco para establecerse y armar su terruño.
Pero no es sólo es el arte lo que se respira en esta especie de barrio agreste, sino también una fuerte conciencia social. Rubén Pérez, Susana Llugany y Victoria Seca son algunos de los fundadores de la biblioteca popular Mirador de Estrellas, a la que después se sumó la radio comunitaria "Sin Dueño".
Por su cercanía con el centro y los supermercados y almacenes que este posee, los vecinos del callejón Luconi no necesitan comercios en el lugar. Lo que sí se alza al final del camino es la casa de té Tapalque, donde la chef Nina recibe a turistas y locales con aromas a campo y exquisiteces realizadas por sus propias manos.