La ratificación por parte de los presidentes de Estados Unidos y de China, relacionados con la adhesión formal al pacto alcanzado en el Acuerdo de París, constituye un paso fundamental en la lucha que los países han iniciado para evitar los efectos del denominado cambio climático. Para dar una idea más clara sobre la importancia del anuncio cabría señalar que China y Estados Unidos son los países más contaminantes del mundo y entre los dos suman el 40 por ciento de las emisiones globales.
La lucha contra el calentamiento global se inició hace varias décadas. Podríamos remontarnos a 1987, con el denominado Protocolo de Montreal (1987) destinado a proteger la capa de ozono. En esa oportunidad se planteó la necesidad de establecer más medidas contra los hidrofluorocarbonos, un gas de efecto invernadero que se utiliza en frigoríficos y aires acondicionados. Se estimaba que con esa medida se podía evitar el nivel de calentamiento en 0,5 grados hasta fines de siglo, según los expertos.
La iniciativa dio un paso importante en 1997 cuando, impulsado por la ONU en el marco de la Convención sobre Cambio Climático, los países suscribieron el denominado Protocolo de Kyoto, cuyo objetivo era reducir las emisiones de seis gases. Ese protocolo entró en vigor en 2005 y 187 países suscribieron el acuerdo. Sin embargo ni EEUU ni China lo ratificaron. El país asiático adujo que consideraba injusto que frenaran su incipiente crecimiento industrial y Estados Unidos respondió entonces que no aceptaría el protocolo hasta que China hiciera lo propio.
La situación se mantuvo hasta 2015, oportunidad en que se suscribió el Acuerdo de París, donde se establecieron medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, “a través de la mitigación y adaptación de los ecosistemas”, estableciendo que su aplicación se producirá a partir de 2020. Fue suscripto por los 195 países miembros, pero no será vinculante hasta que no sea ratificado por al menos 55 países.
Del total señalado, un 20 por ciento ya se ha unido formalmente al protocolo; hay otros en proceso de ratificación, entre los que se encuentran Brasil, Argentina, Corea del Sur y Japón, mientras otros ya han anticipado que lo harán en los próximos meses, en la intención de reducir las emisiones de gases en un porcentaje aproximado en al menos un 5 por ciento en comparación con las emisiones de la década del ’90.
En oportunidad de anunciar el reciente acuerdo, el presidente de China destacó que su satisfacción será ver “un bello país con cielos azules, vegetación verde y ríos limpios”, mientras Barac Obama indicó por su parte que “cuando hay voluntad y ambición y cuando hay países como China y Estados Unidos listos para mostrar liderazgo y predicar con el ejemplo, es posible crear un mundo más próspero”.
Observadores diplomáticos, por su parte, coincidieron en señalar que los dos países han demostrado que juntos “pueden ayudar al resto del mundo a frenar el calentamiento global”.
Es de esperar, entonces, que tanto China como Estados Unidos cumplan con su promesa y contribuyan a evitar las gravísimas consecuencias que genera el calentamiento global. No debemos olvidar, en este aspecto, que el papa Francisco, en la segunda carta encíclica de su papado, Laudato Si’, había afirmado que el cambio climático constituía un asunto moral para la Iglesia Católica, “porque es necesario proteger a las poblaciones más vulnerables”, recordando en ese esquema que el cambio climático era el culpable del desplazamiento de 27 millones de pobladores hacia otras zonas del planeta.
