Prepárese para la lluvia: el cambio climático ya está causando un incremento en los extremos de precipitación pluvial y caída de nieve en la mayor parte del mundo, incluso en regiones áridas. Y esta tendencia continuará conforme el mundo se caliente, informaron este mes investigadores en Nature Climate Change.
El rol del calentamiento global en eventos inusualmente grandes de precipitación pluvial en países desde el Reino Unido hasta China ha sido acaloradamente debatido. Pero el estudio más reciente muestra que el cambio climático está causando un incremento general en los extremos de precipitación pluvial.
“Tanto en regiones húmedas como secas, vemos estos incrementos significativos y robustos en precipitación fuerte”, dice Markus Donat, científico del clima de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sidney, que además es el principal autor del estudio.
No tan seco
El aire caliente tiene más humedad, e investigaciones previas han encontrado que el calentamiento global ya está elevando la probabilidad de eventos de precipitación extrema. Pero los modelos climatológicos típicamente difieren respecto de qué papel pudiera tener a escala regional. Algunos modelos sugieren que áreas secas pudieran volverse más secas, pero los nuevos hallazgos confirman que esta regla no se cumple en la tierra; algunas áreas registran caídas pero la mayoría se vuelve más húmeda.
“El documento de investigación es convincente y aporta ideas útiles”, dice Sonia Seneviratne, científica del clima del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zurich. “Lo particularmente nuevo en este artículo es la demostración de dicha señal para los cambios observados en regiones secas”, considera.
Donat y su equipo definieron como “precipitación extrema” a la caída máxima de lluvia o nieve registrada en un día y recabaron datos sobre ésta en alrededor de 11.000 estaciones de clima entre 1951 y 2010. El equipo identificó áreas más húmedas y secas que el promedio mundial, y después registró cambios en los eventos de precipitación diaria así como en la precipitación anual acumulada en esas áreas.
Sus resultados sugieren que la precipitación anual y la precipitación extrema aumentaron entre 1 y 2 por ciento en las regiones secas, incluyendo la región occidental de Norteamérica, Australia y partes de Asia. Las áreas húmedas, incluyendo el este de Norteamérica y el sureste asiático, muestran incrementos similares en la magnitud de la precipitación extrema y aumentos más pequeños en los totales anuales.
Después, el equipo comparó las observaciones con las simulaciones climatológicas que fueron desarrolladas para el quinto informe de evaluación del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático. A los modelos de clima mundial se les dificulta simular extremos, y a menudo describen escenarios diferentes a escala local y regional, dice Donat.
Para encarar este problema e identificar patrones consistentes de precipitación, el equipo se enfocó en cómo cambian las áreas húmedas y secas dentro de cada modelo individual conforme el clima se calienta. Aunque los modelos pueden diferir entre ellos en lo que respecta a cómo y dónde cae lluvia y nieve, todos exhibieron las mismas tendencias dentro de su propio clima simulado: conforme las temperaturas aumentan, se incrementan los extremos de precipitación tanto en las regiones más húmedas como en las más secas.
“Tenemos muy buena coincidencia entre las observaciones y los modelos”, destaca Donat.
Precipitación pluvial histórica
Los resultados se alinean con un estudio de 2015 elaborado por investigadores del Instituto Potsdam de Investigación de Impacto Climático, en Alemania, el cual arrojó que el calentamiento global ha impulsado el número de eventos de precipitación pluvial histórica.
Ese enfoque provee más detalles geográficos sobre dónde se están dando cambios importantes, mientras que Donat y sus colegas promedian sus tendencias entre regiones húmedas y secas, dice Jascha Lehmann, estudiante de doctorado y analista de PIK que fue el autor principal del estudio de 2015. “Los dos enfoques tienen sus pros y sus contras, y deberían usarse para evaluar y entender cambios en los extremos de precipitación pluvial”, destaca.
Dim Coumou, investigador de clima extremo del PIK y coautor del estudio de 2015, subraya que “la comunidad científica está llegado al consenso de que la precipitación pluvial extrema (a escala diaria) está aumentando de frecuencia en la mayoría de las áreas terrestres”.
Estos estudios impulsan las predicciones de los modelos en el sentido que se aproxima un clima más extremo, al tiempo que confirman que hasta las regiones áridas que pudieran no estar acostumbradas a precipitaciones fuertes podrían resultar afectadas. El estudio tal vez no ofrezca detalles sobre para qué tipo de eventos hay que prepararse, pero sí pone en alerta a los gobiernos, considera Donat. “Probablemente sea buena idea invertir en infraestructura que ayude a manejar precipitación más fuerte, particularmente si aún no se está acostumbrado a esos eventos”, agrega.