El Calbuco seguía emitiendo ayer una débil columna de cenizas, y la sismicidad detectada a su interior mantenía al macizo en el centro de atención de las autoridades y de los habitantes del sur de Chile que quieren regresar a sus hogares.
En las últimas horas se observó que, si bien "la emisión de cenizas ha disminuido bastante con una columna muy débil -que en estos momentos está tapada por las nubes-, adentro del volcán la sismicidad ha ido con un leve incremento", dijo Gabriel Orozco, experto integrante del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomín).
El volcán, ubicado en la región de Los Lagos -unos 1.300 kilómetros al sur de Santiago- sigue muy inestable, por eso no se descarta" un nuevo pulso eruptivo, agregó Orozco considerando que "no hay forma de saber cuánto más puede durar" su actividad.
Como todos los días, ayer los habitantes de la zona de exclusión de 20 km alrededor del cráter del volcán - decretada por las autoridades tras la primera erupción hace más de una semana y que sigue vigente- pudieron ingresar en la mañana unas horas para continuar con las tareas de limpieza.
"Hoy nosotros no fuimos porque se podía estar sólo hasta las doce, porque está lloviendo, no fuerte pero constante. El volcán está tapado, pero la preocupación sigue", dijo Horacio Camaño, habitante de Ensenada -un pequeño pueblo ubicado a los pies del volcán que soportó la peor parte de la emisión de cenizas durante las dos primeras violentas y sorpresivas erupciones.
En la página de Sernageomín, las cámaras que apuntan hacia el volcán, cuyas imagenes se pueden seguir en directo, muestran las nubes y lluvias que envuelven el macizo.
El pasado jueves, el macizo volvió a entrar en erupción, aunque con menos fuerza que las dos primeras. No obstante en las últimas horas la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) recordó que se mantiene la alerta roja (máxima) en la zona.
Tensión a ambos lados
La atención está centrada ahora en seguir de cerca los efectos de las lluvias pronosticadas, hasta ahora leves, que podrían generar lahares (aluviones) desde el volcán provocando entre otros el derretimiento de nieve y posibles inundaciones.
Del lado argentino, que sufrió los efectos de las cenizas, también se mantiene alerta.
"La tensión con el paso de los días crece para todos, lo que más esperamos y anhelamos es que terminen las erupciones para que podamos seguir trabajando", comentó Camaño, uno de los voceros de los habitantes de Ensenada.
Junto a sus tres hijos y su esposa, el hombre es uno de los más de 6.000 evacuados a causa de las cenizas del volcán, que despertó sorpresivamente luego de 54 años sin erupciones. Conductor de autobús en la zona de Puerto Varas - donde ahora vive en un albergue con su familia- Camaño reconoce la importancia del turismo en una de las zonas más visitadas del sur de Chile, pero llama a los visitantes a desistir de acudir en estos momentos. "Ahora no es momento de ir a Ensenada a visitar, por favor les pido que no vayan a sacar fotos porque entorpecen el trabajo de limpieza", señaló.
El pequeño poblado, que cada año recibe a miles de turistas seducidos por los cristalinos lagos y la suntuosa vegetación del lugar, fue duramente golpeado por las cenizas y piedrecillas que expulsó el volcán en sus dos primeras erupciones, transformándolo en un pueblo fantasma.