Caída de la actividad forestal

En los últimos tiempos se ha producido una preocupante caída de esta actividad en la provincia. Existen distintos factores que inciden, los cuales podrían ser modificados porque se trata de una rama importante de nuestra economía.

Caída de la actividad forestal

Los datos surgidos de un estudio realizado por el Instituto de Desarrollo Industrial dan cuenta de que en los últimos años ha descendido el interés por la explotación forestal. Dice, por ejemplo, que para que esa situación se plantee se conjugan dos aspectos: por un lado, el largo plazo existente para el recupero de la inversión, de aproximadamente 10 años; y por el otro, la inestabilidad económica que dificulta la ejecución de proyectos a mediano y largo plazo.

Como tercer factor, aunque con una incidencia menor, aparece el atraso en el cobro del beneficio económico otorgado por la Ley Nacional de Inversión para Bosques Cultivados. En los hechos, se indica, el problema ya está afectando la disponibilidad de materia prima local.

Un cuarto aspecto podría sumarse a los señalados anteriormente. Hasta no hace muchos años atrás, resultaba habitual observar cortinas de álamos a los costados de las fincas, las que actuaban a modo de cortavientos y de protección de las heladas.

Pero en los últimos tiempos los técnicos, especialmente los de la actividad vitivinícola, han recomendado el talado de los árboles y la no implantación en razón de que la sombra de los ejemplares afecta las primeras hileras de las viñas.

De todos modos, no quedan dudas de que en la caída de la producción maderera la mayor incidencia recae en los dos primeros factores señalados: el del tiempo de recupero y el de los problemas económicos. Y en este sentido cabría señalar lo que sucede en algunos países europeos.

Sólo a modo de ejemplo podríamos tomar lo que ocurre con el alcornoque, árbol que, una vez plantado, necesita 70  (setenta) años antes de que se realice el primer corte de la corteza de la que surge el corcho. Una situación similar se da con los bosques de roble.

“Estoy plantando los árboles para que los aprovechen mis nietos, así como mi abuelo plantó los suyos y yo los estoy aprovechando”, dijo en cierta oportunidad uno de los productores importantes de alcornoque de Portugal. En ese esquema, así como los argentinos no entendemos los tiempos de los europeos, ellos no entienden las distancias, en kilómetros, de los argentinos.

Pero también tiene que ver la situación económica. Salvo lo sucedido en los últimos años en España, Italia o Grecia como consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria, los países europeos tienen una economía mucho más estable en el tiempo. De allí que decidan invertir en plantaciones a largo plazo. Para un argentino, con cambios económicos de una semana a otra, invertir a 10 años resulta más que complicado.

El tercer factor, el del recupero del beneficio económico otorgado por la ley nacional, también merece consideración.

La norma legal contempla la entrega de subsidios a las plantaciones de especies tradicionales (álamo, sauce, sauce-álamo, eucaliptus, pino, etc.) tanto en macizo como en cortina, el enriquecimiento de los bosques nativos y las labores de poda y mantenimiento.

Es por ese motivo que desde la asociación de empresarios madereros se sugiere que la provincia adelante el dinero a través de un fideicomiso y que lo recupere cuando se le acredite el subsidio al forestador.

Desde el propio gobierno provincial se ha indicado que no hay ninguna actividad económica que tenga un nivel comparable de apoyo estatal, ya que se reintegra hasta el 80 por ciento de la inversión realizada.

Quizá haría falta entonces una mayor difusión de ese tipo de ventajas y, paralelamente, acelerar de algún modo los préstamos a los efectos de recuperar una actividad fundamental para una provincia como Mendoza que, por tener una fuerte actividad agrícola, se convierte en una fuerte demandante de madera para la fabricación de cajones u otro tipo de contenedores.

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