Lo planteó George Orwell en su novela “1984” y se ha visto en infinidad de obras futuristas. Pero, como canta el Indio Solari con Los Redondos, “el futuro llegó hace rato”. Por más paranoico que parezca, prácticamente la totalidad de nuestras actividades y acciones están registradas en video. Ya sea por aquellas cámaras de seguridad de los municipios o porque cada vez más familias eligen instalar estos dispositivos en sus domicilios (intentando vivir más seguras), que hasta pueden monitorear por teléfonos celulares.
En las empresas que ofrecen estos servicios en Mendoza coincidieron en que desde hace casi una década la demanda viene creciendo, mientras que en los últimos 2 años las compras subieron cerca de 50%.
Un kit básico de cámaras para una casa parte desde los 7.000 pesos, mientras que la cantidad de dispositivos y la calidad de definición de la imagen incide en el precio.
"Es uno de los pocos productos que en vez de subir en los últimos años, ha bajado de precio. En parte porque cada vez hay más oferentes, pero también porque vienen cada vez más baratas desde fábrica (como las que se hacen en China). Antes una de 420 líneas salía entre 400 y 500 pesos. Hoy hay cámaras de 1 o 2 mega píxeles que cuestan eso", destacó Adrián Vicari, de la empresa Nipro.
Más vigilados
Leonardo es uno de los responsables de la firma Puerto 80 y hace un tiempo abrieron un área dedicada a las cámaras de seguridad. Lo hicieron porque observaron que cada vez había más interés popular en este rubro.
“En los últimos 2 años se incrementó más de 50% la demanda de las cámaras de seguridad. Hasta hace no mucho había una oferta obsoleta”, resumió.
Según indicó, son dos motivos los que llevan a las familias -cada vez con mayor protagonismo- o comercios a adquirir esta tecnología: seguridad y vigilancia (esta última incluye la posibilidad de una alarma).
En esta firma, la tecnología básica para el monitoreo (equipo de grabación, cámara y la posibilidad de seguirlo desde el teléfono móvil) oscila entre 10.000 y 15.000 pesos, dependiendo de la cantidad de cámaras y de la definición de las mismas.
Vicari, de Nipro, coincidió en que cada vez más gente decide depositar su confianza y seguridad en estos equipos. "La cámara te permite ver qué pasa afuera antes de salir, y te da la posibilidad de grabar cualquier evento de inseguridad. Incluso se trabaja muchísimo con el monitoreo desde celular, para saber antes de llegar al lugar cómo está el panorama", indicó.
Vicari también destacó que cada vez es más común el uso de esta tecnología para controlar a niñeras, personas a cargo de adultos mayores (en lo familiar) y empleados (en el caso de las empresas).
"Lo que más pide la gente es un equipo que grabe, con disco rígido y la posibilidad de controlar todo por el teléfono. El monitoreo por parte de una empresa casi ni se contrata", resumió. Aquí, un kit de 4 cámaras ronda entre los 7.000 y los 10.000 pesos.
Precios bajos
César Antunes es el gerente de la firma Domotizar, orientada no sólo a las cámaras de seguridad y monitoreo, sino también a la posibilidad de controlar la mayoría de las funciones hogareñas a la distancia y programadas (iluminación, riego y calefacción, entre otras).
“Desde 2010 hasta la fecha ha crecido mucho y de forma sostenida la demanda de cámaras de seguridad en casas. Antes esto era algo prácticamente exclusivo de las empresas”, resumió Antunes.
Desde Domotizar también indicaron que la mayoría de la gente las compra por seguridad -en el frente de sus casas- y también para control de empleados domésticos (estas van en el interior de la casa).
“Hay cada vez mayor competitividad, y el hecho de que haya más oferta ha llevado a que bajen los precios. Además, hoy hay soluciones inalámbricas que permiten grabar en memorias internas sin necesidad de una súper instalación y cableado”, destacó Antunes.
En el caso de Domotizar, lo más pedido por la gente es el kit de 4 cámaras y la posibilidad de hacer el monitoreo por celular. Con instalación, el precio base es de 10.000 pesos. En tanto, con cámaras de 4 mega píxeles el costo asciende a 15.000 pesos.
“Las cámaras ayudaron para que no quede impune”
En diciembre del año pasado, por medio de una grabación de la cámara de seguridad de la casa de Romina Sosa (31), se pudo identificar al hombre que había arrojado a un perro contra las puntas de la puerta de rejas de su vivienda en Maipú, causándole la muerte.
“Me avisaron que había un perro muerto en la puerta de mi casa y cuando revisé las cámaras, vimos el momento e identificamos al hombre. Gracias a la cámara se hizo la denuncia”, contó la mujer.b
Romina destacó como algo positivo este rol. “Ayudó para que no quede impune el hecho. Yo puse la cámara en agosto del año pasado, porque se estaba poniendo heavy el tema de la seguridad. Y terminan siendo testigos de muchas situaciones que no podrían ni verse. En setiembre hubo un choque de autos porque un remís giró en 'U'. Eso quedó grabado y yo le ofrecí al otro conductor el video para que sirva como prueba”, sintetizó.
El mismo protagonismo tuvieron las cámaras en el caso que mostró a un hombre golpear ferozmente a una mujer para robarle (en Guaymallén) y para evidenciar cómo unos ladrones robaban un auto en San Martín con un niño adentro.
¿Tener todo controlado?
El sociólogo especializado en nuevas tecnologías Roberto Stahringer aportó su punto de vista sobre esta tendencia."El sentido del mercado en todo es encontrar una línea que genere una necesidad. Las necesidades básicas están resueltas desde hace tiempo, y por eso es que permanentemente se van generando otras. Así es como llegamos a creer que necesitamos tener todo controlado. Pero, paradójicamente, terminamos viviendo más esclavos de las cámaras que libres. Vivimos pendientes del teléfono y de ver qué muestran, y no vivimos nuestras vidas", resumió.
Para el especialista, el nicho del marketing hoy está en la inseguridad de las subjetividades; y la "sensación" de seguridad o control termina siendo una mercancía. "La mayoría de las veces no podemos hacer nada al respecto. Es el hecho de satisfacer la necesidad de estar al tanto de todo. Son como esas plataformas educativas que permiten a los padres llevar el seguimiento escolar de sus hijos por teléfono. Se genera una paranoia, que termina mutando en inseguridad. Y de la inseguridad se genera el consumo. Es como inventar una enfermedad para poder vender el remedio", graficó.