Cada uno se deconstruye como puede - Por Leonardo Rearte

A los hombres nos sirvió y nos sirve la "posición dominante del varón", porque allana caminos en ascensos.

Cada uno se deconstruye como puede - Por Leonardo Rearte
Cada uno se deconstruye como puede - Por Leonardo Rearte

1. Es difícil que alguien de mi generación no sea machista, y por lo tanto no deba deconstruirse con el no fácil objetivo de entender, pero entender en serio, que hombres y mujeres debemos acceder a iguales oportunidades.

Pero -repito- entenderlo en serio, y practicarlo en serio.  Mirá, pensá que nosotros crecimos viendo, entre otros, a Olmedo y Porcel; películas y programas donde la mujer tenía el status existencial de un florero. (Peor aún, porque las imágenes de los floreros no son usadas sexualmente como sí el de esas actrices y modelos).

Pensá que esos capocómicos ¡hacían películas que eran también consideradas infantiles (recuerdo por ejemplo la de Monguito el extraterrestre, copia argenta del ET), con el mismo guión machista del hombre grande-viejo que miente, engaña y subestima a mujeres de mucha menos edad que ellos ¡pero igual terminan siendo sus novias! Luego vino “Poné a Francella”, “Rompe-Portones” y una serie de ciclos que seguían carcomiendo la dignidad de la mujer en la tele. El sketch más celebrado en la historia moderna de la televisión es uno en el que el padre de una nenita se babosea con la amiga de esa nena, mientras ningunea y trata mal a su esposa. Así nos quedó el bocho.

Los de mi generación fuimos criados mayormente por padres y madres machistas que lo eran sin saberlo y -en la inmensa mayoría de los casos-, con la mejor intención del mundo. Solo se replicaba lo que se había aprendido en casas de los 50 y 60... ¡mucho más machistas aún! Tuvimos maestras machistas, religiosos machistas, vecinos y amigos machistas que nos fueron formateando.

Aprendí recién en la facultad, gracias a la profesora Alejandra Ciriza, que feminismo no es como machismo pero al revés. Aprendí allí que el feminismo es un movimiento que reclama derechos de igualdad en el trabajo, en el hogar, en la sociedad, para las mujeres... Y que el machismo, para simplificarlo, es una desviación autoritaria, violenta que nada tiene que ver con un movimiento y con una construcción de futuro que incluya a tipas y tipos.

Por eso, ahora nos toca "deconstruirnos". Una palabra difícil que, perdón si me equivoco, hace alusión a desaprender todos esos "porcel olmedos-las chicas lavan los platos-hay trabajos que las mujeres no pueden hacer- dejá de llorar como una nena- si un tipo sale con muchas es un genio y ya sabemos qué es una mina que sale con muchosy qué querés si mirá cómo iba vestida...", etcétera. Tampoco seamos inocentes. A los hombres, quizá sin analizarlo explícitamente, nos sirvió y nos sirve la "posición dominante del varón", porque allana caminos en ascensos, avala situaciones de mierda de acoso, y nos ofrece la tibia comodidad del status quo, entre otras asimetrías que soslaya. Por esto es tan difícil cambiar el chip. Porque todo muy lindo... hasta que te sacan los privilegios. 
 
2. Les traigo una anécdota, a la cual no le pondré nombres propios  para no lastimar susceptibilidades. Un mendocino que se ha destacado en el mundo de la tecnología dio una charla sobre su experiencia en el exterior. Él apoya el movimiento feminista y la empresa en la que trabaja -líder en lo suyo- se toma muy en serio el tema, al punto de que no solo amonesta situaciones de machismos en las oficinas, si no que además, de alguna manera obliga a los hombres a estar a atentos y detectar los micromachismos. "La típica situación de que la mujer es la que se levanta a hacer el café en la reunión, o que apenas habla una chica en un grupo de jefes, se minimiza lo que dice u otro se atribuye esa idea que acaba de decir -narraba en la exposición-. La compañía designó 'favorecedores' hombres, cuya misión es detectar estas situaciones y frenarlas, siendo 'aliados' explícitos de las mujeres". Tras contar su experiencia en el norte del mundo, de narrar por qué gracias a sus hijas aprendió a ser feminista, una de las autoridades mujer de la facultad se acercó y le dijo: "Yo no estoy de acuerdo con esto. No soy ni feminista ni machista. Ningún extremo es bueno...". ¡Reclamar el mismo trato a una mujer que a un hombre no es un extremo! El invitado no sabía dónde meterse, porque definitivamente esa señora no había comprendido nada de esa hora de charla. O no había querido comprender.

Para deconstruirse es importante desaprender lo que está mal. Es importante sacarse lastre. Dicen que el autor de esta cita es Miguel Ángel: “Para ser escultor sólo hay que saber una cosa: sacar lo que sobra en el pedazo de piedra”. Para intentar ser mejores hay que ser un ser de nuestro tiempo, sin elementos que nos anclen al pasado; arrojar los bultos para elevar. Para crecer, en definitiva, hay que saber pensar. Y saber pensar es lo más fácil del mundo: solo hay que sacar lo que sobra.

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