Cada cosa en su justo lugar

El autor afirma que para que funcione la industria se necesita un marco regulatorio claro. Cree que hay que generar condiciones de previsibilidad.

Cada cosa en su justo lugar
Cada cosa en su justo lugar

No vamos a comenzar hablando de la vitivinicultura argentina, haciendo un racconto de su historia que amerita varios, ricos y largos capítulos pues es sin dudas una industria de arraigo y desarrollo territorial, cultura de trabajo y promoción de la Argentina y sus regiones a lo largo de todo el mundo, como así también ejemplo de innovación, inversión y desarrollo humano.

Pero sí vamos a mencionar y recordar que la vitivinicultura se extiende por todo el Oeste argentino desde Salta hasta la Patagonia, incluyendo hoy a 11 provincias donde cada una aporta su característica diferencial y donde hay productores pequeños y medianos, bodegas grandes, medianas y pequeñas que le dan a la vitivinicultura la personalidad suficiente para ser considerada como una de las economías regionales más importantes de la Argentina.

Desde hace ya varios años la industria se ha visto afectada una vez más por factores externos que le han complicado su normal desarrollo y disminuido su capacidad competitiva en el mercado doméstico y el externo.

El crecimiento de las exportaciones a tasas importantes que hacían al mundo poner sus ojos en el hemisferio sur mirando con asombro especialmente al malbec y a todos los vinos argentinos que los deleitaban, parece haber quedado en el olvido o al menos ya no miran con tanta sorpresa al gigante dormido que demostraba ser la vitivinicultura argentina, llena de diversidad, calidad y personalidad.

Algo similar le pasa al mercado argentino de vinos, que es uno de los más importantes del mundo y que requiere de atención permanente para la conquista del consumidor a través de la calidad y la innovación.

Cuesta pensar que estas características con las que contaba la industria, que coloca la marca argentina de calidad en cada mesa del mundo, se hayan visto deterioradas por condiciones macroeconómicas del país que han llevado a las bodegas a tener menor acceso a los mercados.

Vale la pena mencionar el esfuerzo de posicionamiento de marca y creación de valor que ha significado el desarrollo del turismo vitivinícola, que día a día agrega actividades y atractivos para que los consumidores estén tentados cada vez más en recorrer los Caminos del Vino y visitar bodegas para disfrutar del vino con el consecuente desarrollo territorial adicional al propio del sector en cada zona del país.

Es así que frente a todas estas capacidades que tiene y demuestra la industria, en los últimos años se ha visto inmersa en condiciones que no le han permitido continuar con su desarrollo con la dinámica y eficiencia necesarias para seguir posicionándose frente a otras vitiviniculturas del mundo que sí han continuado su camino (invirtiendo no sólo en tecnología y recursos humanos, sino también en investigación y desarrollo) y se han reinventado en muchas oportunidades o que han contado con condiciones que les han permitido pensar y actuar en el mediano y el largo plazo.

Pero no solamente las otras vitiviniculturas del mundo son los competidores de nuestras bodegas, sino también hay que pensar en las bebidas sustitutas como las aguas, las cervezas, entre otras, que son las que ocupan el estómago del consumidor que es limitado y son además eficientes a la hora de ser promocionadas y tentar al consumidor con opciones de consumo saludables e innovadoras.

En un país maduro y desarrollado (del primer mundo), condiciones de estabilidad y agilidad de la cadena se entienden y aceptan como las básicas de crecimiento y desarrollo y no se cuestionan; es más, se pone un gran esfuerzo para que las mismas se mantengan en el tiempo (políticas de Estado) para hacer crecer el entramado productivo.

Un tipo de cambio no adecuado y un incremento constante de costos internos, además de una presión impositiva alta, procesos burocráticos excesivos para exportar e importar y retrasos en las devoluciones de recursos que les pertenecen a las bodegas son claramente aspectos que llevan a la industria en general a no ser competitiva y limitar su crecimiento.

La elaboración de vinos requiere año a año una asignación de recursos que debe ser hecha con una gran dosis de planificación, pues implica la aplicación de recursos financieros, tecnológicos y humanos para cosecha, elaboración, comercialización, que tienen un alto valor para las empresas grandes, pequeñas y medianas que apuestan a seguir en la actividad, innovando e invirtiendo en la calidad de sus procesos, tecnología y recurso humano.

Si frente a las decisiones que alrededor de 1.000 empresas pequeñas, medianas y grandes tienen que tomar cosecha tras cosecha y a lo largo de todo el año (ya en un contexto macro difícil) para aplicar sus recursos, que siempre son escasos, no se tienen señales claras (marco regulatorio) del funcionamiento de la actividad desde lo productivo y lo comercial y se cae indefectiblemente en la imprevisibilidad, se corre el riesgo de disminuir aún más la capacidad competitiva ya golpeada con pérdidas de mercado, disminución de la mano de obra empleada, posibles quebrantos para las empresas y se desalienta la inversión.

No debiera ser tan difícil que la interacción de los gobiernos provincial y nacional, las autoridades pertinentes y las instituciones privadas que representan y conocen al detalle la actividad, necesidades y problemáticas de las empresas, resultara en un proceso de diálogo y análisis en el que las definiciones para el funcionamiento de la industria a diario se dieran con la pertinencia y la claridad suficientes para lograr la “eficiente asignación de los recursos” tan buscada en una economía. No es deseable que la imprevisibilidad, la burocracia, condiciones adversas y el voluntarismo sean las características normales con que la industria debiera manejarse a diario y a futuro.

No es bueno que las acciones lleguen a destiempo ni que se politicen, porque los resultados seguramente no van a ser buenos o al menos los mejores. Lo técnico es y debe seguir siendo técnico. Las políticas deben ser discutidas, consensuadas y aplicadas con compromiso desde lo público y lo privado para lograr el mejor de los resultados.

El orden es sin dudas la base de todo para lograr los objetivos deseados. Las empresas produciendo con responsabilidad, los gobiernos dando el marco adecuado para facilitar el desarrollo de la producción, la inversión y el recurso humano, y ambos trabajando en conjunto. Cada cosa en su justo lugar.

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