Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar
“No es casualidad lo del Gato. No fue clara su salida. Creo que no se lo valoró y no estoy seguro que se lo haya respetado. Él, al igual que muchos de nosotros, no se desvinculó bien. Es que desde hace tiempo que en Godoy Cruz las cosas se manejan de una manera muy personalista”, decía esta semana Sebastián Torrico, un histórico de Godoy Cruz Antonio Tomba.
La ida de Oldrá fue el tema de la semana, pero más lo fue el Silenzio Stampa que hicieron los dirigentes sobre el tema.
Desde hace tiempo, la dirigencia tombina se maneja con una guerra hacia los medios de comunicación y, por ende, prohibiendo a sus hinchas enterarse de las cosas que pasan en la institución.
Hasta anoche, por ejemplo, ningún dirigente tombino daba noticias sobre la llegada de Gabriel Heinze, no se decía por cuanto tiempo será el vínculo y hasta había versiones cruzadas de la situación de Alberto Garro (coordinador de inferiores).
Mientras algunos aseguraban que pasaría a ser entrenador de alguna de las divisiones, otros decían que también quedaría desvinculado del club. Y hasta el Lechuga Alaniz se enteró por un tercero que había sido desvinculado como técnico de la reserva.
La realidad es que la dirigencia puede tomar las decisiones que quiera, pero no cuesta nada ser prolijo en el accionar.
“Nadie hablará hasta tanto no decida hacerlo Mansur”, me decía un dirigente de segundo nivel en la estructura tombina.
El fútbol de Mendoza se está acostumbrando a que sus instituciones tengan “caciques” más que dirigentes. Hombres que se sienten salvadores, más que comisiones directivas que trabajan en conjunto y eso no está bueno.
Esto es histórico. Ya allá por la década de los ‘70, arrancó esta situación que se ha ido eternizando.
En Godoy Cruz, por ejemplo, Julio Vega estuvo muchísimo tiempo como presidente se lo que le criticaban en su momento quienes hicieron de todo para sacarlo era que hacía y deshacía a su antojo. ¿Recuerdan quienes eran? Un grupo de jóvenes que eran encabezados por José Mansur.
Esto ha pasado también en otros clubes de nuestra provincia, no sólo de fútbol. Instituciones en las que no se respeta el tiempo que determina el Estatuto para cada cargo.
A lo largo de la historia, grandes imperios han caído por la misma situación. Y sin ir muy lejos en el tiempo, estamos siendo testigos de una situación que aún tiene un final abierto y me refiero al escándalo de la FIFA, el que toca muy de cerca a la Asociación del Fútbol Argentino, una institución que fue presidida durante 37 años por Julio Humberto Grondona, un verdadero patrón de estancia.
El hombre de Sarandí llegó a sentirse omnipotente. “Yo corto el bacalao”, era una de sus frases favoritas. Y lo cortó durante varias décadas. Con sabiduría maquiavélica, había armado una estructura piramidal que siempre desembocaba en su escritorio. Allí encontraban la solución, con algo de cosa perversa, los desesperados del sistema. Pero a un altísimo precio: la dependencia y hasta la obsecuencia.
Nadie quiere que esto se vuelva a repetir y es por eso que hay que revelarse. Los socios deben ser los primeros que tienen que plantarse ante situaciones similares a las que exponemos.
Los clubes tienen una historia que no se sustenta en los últimos nombres que asumen la presidencia y se sostienen por la existencia de la gente que tiene pasión por los colores.
A ellos son quienes deben darle explicaciones las autoridades. Dicen que “un pueblo sin memoria histórica es un pueblo sin identidad” y acá está el principal problema.