Quizá hoy ya no es posible concebir a un guitarrista con el perfil que maceró Cacho Tirao: virtuoso, técnico, hasta acusado de frío como intérprete, era -a la vez- una figura de una inmensa popularidad y hasta consentido por la industria.
Su modo de abrazar el instrumento persiste, sin embargo, a diez años de su muerte, que se cumplen exactamente hoy. Oscar Emilio Tirao era el nombre oficial de ese guitarrista que asoció su nombre al mítico quinteto de Astor Piazzolla y a la guitarra universal de Paco de Lucía.
Acumuló muchos otros pergaminos y, si bien sus méritos no requieren la necesidad de buscar fuente de legitimación en otros nombres, esas experiencias sobran para justificar una vida artística.
El ascenso
Nació el 5 de abril de 1941 en Berazategui, provincia de Buenos Aires. Comenzó a tocar la guitarra por influjo de su padre. A los siete años ganó su primer premio por una presentación en Radio Mitre. A los 16 años fue incluido como solista en la orquesta del Teatro Argentino de La Plata.
Su ascenso fue veloz. Grabó cerca de 40 discos y trabajó con Osvaldo Tarantino, Dino Saluzzi, Rodolfo Mederos y fue parte -entre 1968 y 1971- del quinteto de Piazzolla, acaso la experiencia más revulsiva -en estrictos términos musicales- que alumbró el genial bandoneonista marplatense. Fue su escuela de acercamiento al tango para una guitarra de formación clásica y folclórica.
“Astor me dijo un día: ‘Mirá, pibe -porque en esa época yo era un pibe-, vos tenés que largarte solo, no tenés que estar más en mi quinteto’. No me echó, pero me abrió la puerta para que pudiera hacer la mía. Estuve con Astor del '68 al '71. En marzo del '71 salió mi primer disco por la CBS, ‘Mi guitarra, tú y yo’. Entonces me pareció ético decirle a Astor que me dedicaba a lo mío y que dejaba mi puesto para alguien que pudiera aprovecharlo más”, recordó años más tarde.
La popularidad
A principios de la década de 1970 condujo su propio programa de televisión, "Recitales espectaculares", que tuvo una gran audiencia.
Editó un disco con el repertorio de ese ciclo que superó el millón de álbumes vendidos.
Su legado registrado incluye otros trabajos como "Pura música", "Esto es Cacho Tirao", "Encuentro", "Homenaje a Gardel", "En concierto", "Mis mejores 30 interpretaciones", "Los esenciales", "Cacho Tirao interpreta La Nueva Trova", "Imágenes", para terminar en su última producción titulada, "Renacer" (2006), un año antes de su muerte.
También fue el autor de numerosas composiciones propias como el Concierto para Guitarra y Orquesta Sinfónica "Conciertango Buenos Aires", creado a instancias del genial concertista español Joaquín Rodrigo y que estrenó en Bélgica en 1985.
La presencia en los sets de televisión le ayudó a sepultar las acusaciones de ser un intérprete técnico pero frío.
“También me criticaban por ser tan ecléctico, porque tocaba tango, zamba, hasta jazz, pasando por música judía. Pero la música es una sola. Es verdad que al principio, desde el '70 hasta el '74, me preocupaba demasiado por no equivocarme, trataba de hacerlo perfecto, como un máquina, y sacrificaba la expresión por el virtuosismo. Un día iba a Mar del Plata escuchándome en el auto y pensaba: ¡qué barbaridad, cuántas notas! ¿y el sentimiento, dónde está? Pero desde el '74 cambié”, admitió.
Y explicó esa mutación. “Atahualpa Yupanqui me observó: ‘Un gallego diría que tiene usted demasiados dedos en la mano’. Eso me afectó mucho y me hizo recapacitar. Entonces cambié y los últimos discos que grabé son pura expresión. Pero este país tiene esa costumbre: dicen éste es frío, y te queda para siempre”.
El final
En el año 2000 Cacho Tirao se desplomó en pleno concierto, mientras daba un recital en la Casa de Cultura de Adrogué. Los médicos le aseguraron que no volvería a tocar la guitarra. Tirao retomó sus presentaciones seis años después y a fines del año 2006 registró su última placa discográfica, “Renacer”, que se editó en enero y que pensaba presentar en vivo en Buenos Aires.
Pero falleció el el 30 de mayo de 2007 en su casa de Capital Federal, a raíz de una derivación de aquella hemiplejia.
Aquel último material se lo dedicó a su esposa y a su hija Alejandra. Su vida personal estuvo signada por la tragedia de la muerte de su hijo Gabriel, que murió en 1986, a los 14 años, en un episodio doméstico. Su hermana Alejandra tomó un revólver que creyó de juguete y le disparó.
“La guitarra es Cacho Tirao, señores, y hoy, callada y dolida, simplemente prepara desde su silencio la próxima remontada para sonar altiva. La guitarra es Cacho Tirao, por siempre”, escribió el tucumano Juan Falú en su recuerdo.