Cacho Castaña murió ayer pero en la memoria quedarán sus tangos. "Café La Humedad" es uno de los más importantes. Y contó una vez de dónde venía esa historia y cómo había surgido. Parte de la letra de ese tangazo dice "sábado con trampas", cuando en aquella época -y antes aún- la frase rezaba "jueves de trampa". Sobre ese dato particular del tango, Castaña contó una vez: "Los sábados eran con trampa porque había escolazo, timba, carreras. Se jugaba mucho".
El antiguo café "La Humedad" estaba en una de las cuatro esquinas de la avenida Gaona y Boyacá, en el límite de Flores Norte, barrio del cantante.
Un bar de hombres, de rufianes. En ese café no se advertía la presencia de mujeres. No estaban prohibidas, sino que simplemente no se animaban a entrar porque el baño "era una pocilga".
Como explicó el periodista Eduardo Parisse en diario Clarín una vez, "se podía leer tímidamente Bar El Progreso". En 1968, las ventanas parecían teñidas de azul. Más para propios que para extraños, ese enclave era simplemente el café La Humedad, que "el mismo Cacho describió aquel año con una balada"; y después se convertiría, tal vez, en el último gran tango moderno al que Castaña registró en febrero de 1973.
Las cortinas estaban amarillas de sol. Según Cacho, el baño no tenía puerta y cada vez que llovía casi caía más agua adentro que afuera. El paño verde de los billares solía estar salpicado, "húmedo". Los dueños eran gallegos o "algo así". Había un mozo llamado Antonio que debía salir corriendo cuando los muchachos de "la barra" se mandaban una de sus clásicas bromas, como deslizar las tres bolas del billar por la vieja vía del tranvía que pasaba por Gaona. Con el ligero declive, las bolas se perdían en el horizonte de Flores.
Respecto a cómo su composición podía ser tan disímil que navegaba entre un tango como "Café la humedad" y otras melódicas como "El ladrón", el artista explicaba: "Bueno, primero nació el tipo de 'Café La humedad'. No te olvides que yo debuté tocando el piano en una orquesta típica a los 15 años. Después se me llenó la cabeza de humo: las guitarras eléctricas, el rock, el twist. Acá se escuchaba tango y jazz hasta que aparecieron Elvis y Palito, y entonces nació una música popular argentina. Lo grasa llegó más tarde".
Cacho contó que siempre anduvo por allí, toda la vida, y que el café fue su mejor escuela. "Todavía quedamos algunos de la barra de esa época, no sé si seguimos siendo 'la barra', pero nos vemos de vez en cuando", dijo en una vieja entrevista.
"El único músico era yo, aunque había un par de cantores que cuando se ponían, lo hacían mejor que uno (...). Ahora los pibes se encuentran en la estación de servicio, no sé qué carajo de bohemia puede haber en una estación de servicio. Pero es cierto que antes había más lugares, había más sabios y también más asesinos, más ladrones, más chorros, qué sé yo... eran otros códigos (...). Tuve la suerte de parar en ese café y conocer a médicos, chorros, asesinos y buena gente. Pero el lugar era un desastre. Escribí esa letra en un rato, una tarde en la oficina del maestro Oscar Toscano, mientras él salió un rato y yo lo esperaba. Cuando la vio, me dijo: '¡No sabés lo que escribiste!'. Me di cuenta con el tiempo".
El final para el Café La Humedad llegó en los años '70. De bar a pizzería, de pizzería a vinería. Años más tarde, en Carlos Calvo al 2500 Cacho Castaña abrió su propio bar con el nombre Café la Humedad. Pero esa es otra historia.