Cacheuta, el pueblo que se acostumbró a vivir cerrado

Sus 196 habitantes viven con expectativas los avances en las obras que volverán a conectarlo con Potrerillos, después de 18 años.

Cacheuta, el pueblo que se acostumbró a vivir cerrado

“Los espero a las 15.30 en el puente colgante”, expresó Maximiliano Velázquez, delegado municipal de Cacheuta, antes de cortar. Quedaba así pautada la visita de Los Andes. El punto de encuentro no fue un detalle menor: es el emblema histórico de ese pueblo montañés. Ahí, donde se termina la ruta 82 desde que fue cerrada en 1999 para la construcción de la presa del dique Potrerillos.

La primera  impresión al llegar al lugar es que está lleno de vida. Los turistas recorren los puestos artesanales, hacen deporte aventura y disfrutan de las aguas termales. Sin embargo, cuesta reconocer la presencia de un pueblo. Desde la ruta sólo se ven cierres perimetrales de casas improvisadas entre construcciones viejas del ferrocarril, y algún que otro cartel publicitario.

Hoy, ante los avances en las obras del túnel (ver infografía) que volverá a unir ambas villas, se da un panorama particular: “Casi todos los que vivimos acá hemos conocido a Cacheuta como un pueblo cerrado”, indica Maximiliano, que tiene 29 años y era un niño cuando el sitio quedó aislado de Potrerillos, lugar del que dependía en todo: policía, salud, aprovisionamiento, combustible, comunicación, etc.

En el denominado Cuadro Estación (el pueblo propiamente dicho) hay unas 20 casas y viven 174 personas, mientras los habitantes llegan a 196 en todo el distrito, cuya edad promedio apenas  supera los 30 años, ya que 74 de ellos son niños y adolescentes.

Según confirma el delegado, el pueblo “ha crecido desordenado” y la apertura de la ruta “va a tener un impacto social muy importante” porque, por ejemplo “los chicos juegan sobre la ruta como si fuese una calle más”.

Sin embargo, las calles son huellas improvisadas entre las construcciones que tampoco muestran señales de haber sido ordenadas siguiendo un plan. Los vecinos han construido un playón de cemento que hace las veces de cancha de fútbol para que los niños tengan donde jugar. El mismo está en la orilla de un camino, en la mitad del pueblo.

Desde 2005, Cacheuta fue subido a la categoría de distrito, dejando de depender de Potrerillos y mejorando la comunicación con la Municipalidad de Luján de Cuyo, aunque eso no sirvió de mucho.

Nuevos tiempos

De cara a los cambios que se vienen, ya se están brindando con talleres para mejorar el ordenamiento territorial. La mayoría de las personas vive en edificaciones que pertenecieron al ferrocarril y que quedaron abandonadas cuando ése dejó de funcionar en la década del 80. Además, Maximiliano señala que muchos se “instalaron sobre terrenos de Vialidad Nacional y de la antigua Obras Sanitarias Mendoza”.

Por eso, los vecinos han tenido reuniones con funcionarios de la comuna, buscando alternativas que permitan una solución adecuada: ellos quieren pagar impuestos y ser dueños de las tierras en las que viven desde hace más de 20 años. Es que, desde que fue cerrada la ruta, quedaron exentos del pago de tasas e impuestos, lo que alimentó la falta de atención estatal.

Con una mirada optimista, el delegado explica que se está trabajando en un proyecto municipal que “busca potenciar el turismo de Cacheuta con actividades culturales”.

No obstante, algunos lugareños se muestras escépticos frente a los anuncios. Uno de ellos es Víctor Maksimowicz (42), integrante de la Cámara de Turismo de Cacheuta y empresario. Para él, no puede hablarse sólo de la reapertura de la ruta 82: “Nos da miedo volver a quedar postergados frente a otros pueblos y no poder ser competitivos. Tengo miedo de que volvamos a ser un pueblo de paso, el gobernador (Alfredo Cornejo) no habló de eso cuando anunció los proyectos de explotación turística del perilago”.

Inclusive, sugirió la necesidad de que se construya una rotonda en la periferia que permita una correcta circulación de los visitantes. “Nos pone contentos pensar que abrirán el túnel porque le va a hacer bien al turismo, nos vamos a convertir en parte de un circuito turístico. Pero por ahora son sólo anuncios. Estuve en tres actos donde se anunció el inicio de obra del túnel y todo quedó en nada”, manifestó el empresario, que vive allí desde pequeño.

Destino turístico

Según recuerda Maximiliano, el impacto del corte del camino fue muy fuerte porque pasaron de tener “todos los servicios” a convertirse en “un pueblo aislado en el que la ruta terminaba ahí”.

En general, la medida provocó desconcierto en los pobladores respecto a lo que se venía, porque sabían que la obra del dique era necesaria, pero al mismo tiempo no contaban con la infraestructura para seguir funcionando con normalidad.

“Cuando cortaron la ruta era un signo de pregunta gigante, eran sentimientos encontrados porque esperábamos algo superador”, explicó Víctor . Al principio creían que “en breve se iba a terminar”, pero el tiempo demostró que no. Es más, hubo días de desconcierto y angustia cuando coincidió la rotura del túnel 1, antes de que se hiciera el camino por el costado, porque quedaron aislados.

Sin embargo, el hotel de aguas termales siguió funcionando bien y los puestos de artesano fueron aumentando. Mendocinos y turistas llegaban hasta allí para visitar el puente colgante y tomar unos mates.

En 2002 el hotel inauguró un balneario, también de aguas termales, y le dio un nuevo impulso a la zona. Muchas personas empezaron a llegar con propuestas que buscaban cumplir las necesidades de los turistas, ante la falta de recursos de Cacheuta.

“Nunca hubo un plan. Se convirtió en destino turístico sin querer. Hoy funcionan más de 30 cabañas entre las registradas y las que no lo están, del túnel para acá”, detalló.

Durante los meses de verano, en promedio unas 2 mil personas visitan por día el lugar. La mayoría son turistas que vienen de otras provincias con paquetes que incluyen el balneario, que le da trabajo a la gran mayoría de los habitantes.

Asimismo, junto con el crecimiento y la llegada de turistas apareció el problema del estacionamiento. Los visitantes llegaban y dejaban los vehículos en la orilla de la ruta, dificultando aún más la circulación. Los vecinos vieron ahí una oportunidad y abrieron sus casas a modo de playa, cobrando entre $ 70 y $ 100 el día.

Claro está, personas de otros puntos también se dieron cuenta del negocio y se adueñaron de la ruta llegando a exigir el pago de $ 200 a los turistas. Frente a esto, desde la comuna prohibieron que los vehículos quedaran allí y los desviaron .

Esa decisión, y el proyecto de poner estacionamiento medido, le costó una serie de amenazas a Maximiliano. “Las autoridades están al tanto, al igual que los vecinos”, precisó.

También hay una importante actividad nocturna en la zona, impulsada por un boliche que funciona del lado de Las Heras, al que se accede a través del puente colgante. Por supuesto, los autos quedan estacionados en Cacheuta.

Constante renacer

La historia de este poblado se remonta a la época en que los Huarpes visitaban sus aguas termales para venerarlas. Más recientemente, el ferrocarril llevó vida al lugar que, como tantos poblados de montaña, fue elegido estratégicamente para abastecimiento de la locomotora.

A comienzos del siglo XX, los turistas llegaban a disfrutar de los beneficios de las aguas termales en el hotel, aprovechando las líneas ferroviarias. Sin embargo, en 1934 el aluvión destruyó la edificación y mató a muchas personas.

Maksimowicz explicó con humor que los lugareños le dicen a ese primer hotel “el Titanic de Los Andes”, porque “era para una elite y se lo llevó un fenómeno natural producto del desprendimiento de un glaciar”.

Eso no amedrentó a los habitantes de Cacheuta, que siguieron apostando al lugar. Posteriormente, el cierre del ferrocarril significó otro golpe para el pueblo, que encontró una nueva esperanza en los años ‘90, cuando fue inaugurado el nuevo hotel de aguas termales que funciona hasta hoy.

“A mí me gusta decir que es un pueblo de pioneros permanentes, porque a todos sus habitantes alguna vez les tocó volver a empezar con algo. Como ahora nos pasa a nosotros”, reflexionó.

Depósito ferroviario

Apenas comenzaron las obras en el dique, el pueblo se convirtió en un campamento para los trabajadores que desempeñaban tareas en la construcción del mismo.

Además, los 15 kilómetros de rieles y durmientes del ferrocarril que se levantaron fueron depositados en la villa. Los vecinos no se veían entre sí y los niños se encontraban con esa vista cuando salían a jugar.

Mientras la población trataba de seguir con su vida, “entre los rieles y los durmientes se ejercía la prostitución, porque estaba lleno de hombres solos en los campamentos de las obras”, precisó Maksimowicz.

Si bien con el tiempo la madera fue utilizada para la construcción de viviendas y, principalmente, para calefacción, actualmente siguen estando los rieles en los que aún se pueden leer los años de fabricación. Allí, en el terreno ocupado por  los hierros oxidados, los vecinos planean desde hace años construir una plaza para que los niños tengan un espacio verde y seguro en el que jugar.

Educación

“Me impactó mucho cuando cortaron la ruta porque tuve que cambiarme de colegio. Pasé de cursar en Potrerillos a ir a una escuela de Luján”, recordó Maximiliano. Desde entonces, todos los niños del pueblo viajan 46 km diarios (23 de ida y 23 de vuelta) para no perder la escolaridad.

Gladys Campusano (32) es mamá de una nena de 7 años y un nene de 9. Considera que la situación “es triste” porque en el lugar no cuentan con actividades ni servicios para los chicos. “Ni siquiera hay una biblioteca para que hagan la tarea, ni tenemos internet”, contó y aclaró que tampoco hay señal de telefonía móvil.

Sin embargo, es entre los adolescentes donde las limitaciones han tenido mayor impacto. “Los chicos dejan el secundario por los horarios del colectivo que no coinciden. Salen de cursar a las 18.30 y hasta las 20.30 no tenés micro que te traiga hasta acá. Yo hice la secundaria porque me quedaba en la casa de mi tía que vive en Vistalba”, indicó Evelyn Honorato (24).

La única ventaja que tienen es que todos los estudiantes pueden viajar en forma gratuita en colectivo que, si no, tiene un costo de 18 pesos hasta Luján.

Sanidad

Otra consecuencia importante que tuvo el aislamiento de Cacheuta con Potrerillos está relacionado a la sanidad. Recién hace 5 años fue inaugurada una posta sanitaria a la que asiste una doctora dos veces por semana, de 9 a 13. Maximiliano reconoció que la profesional “a veces se queda hasta más tarde para poder atender a toda la gente que se organiza para aprovechar su visita”.

En casos de emergencia, deben esperar a que llegue el Servicio Coordinado de Emergencia desde Luján. Por eso, muchas veces son los propios vecinos los que ponen sus vehículos para trasladar a los enfermos.

Esas complicaciones se hacen notar más cuando se trata de embarazadas. Laura Salinas (28) compartió su experiencia de hace unos años: “Cuando tuve a mi segunda hija me llevó un vecino hasta el hospital. Fui contando las contracciones y, cuando vi que se acercaba el momento, le pedí que me llevara. Llegué al hospital y a la media hora nació”.

Cabe aclarar que hay un alto índice de embarazo adolescente y juvenil. Para el delegado municipal se debe a “la falta de educación y acceso a la salud” de la población. El dato fue confirmado por Evelyn: la mayoría de los jóvenes de su generación “tienen muchos hijos y dejaron de estudiar”.

La ausencia del estado también se hizo notar en la falta de limpieza. Hasta hace un año había dos basurales a cielo abierto y el camión recolector pasaba una vez a la semana. Si se tiene en cuenta el flujo turístico de la zona, se puede deducir que no era suficiente.

Luego de estar 8 meses sin servicio durante la gestión de López Puelles, hoy el camión sube todos los días. Inclusive, los lunes va un refuerzo atendiendo al aumento de visitantes durante el fin de semana.

Los habitantes recuerdan que había mucha presencia de moscas y mal olor, porque uno de ellos estaba en la orilla de la ruta, donde hoy funciona un playón para el estacionamiento de los buses turísticos. Los depósitos de residuos fueron limpiados y llegaron a sacar 96 camionadas de basura de uno solo de los basurales.

Otro problema que afecta actualmente a los lugareños tiene que ver con las ganancias económicas: “Al venir tanta gente hay acceso rápido al dinero, pero se lo gastan en vicios como drogas y alcohol porque no hay nada para hacer. Hasta sería más sano que hubiera un shopping”, dijo con humor Velázquez.

La semana pasada la familia Maksimowicz vivió en carne propia las carencias en el sistema de salud de la zona, cuando la mamá de Víctor sufrió un ACV y luego un infarto. “No se la pudo asistir porque acá no tenemos desfibrilador, bajamos en auto a toda velocidad hasta Luján, pero no se pudo hacer nada”, recordó con dolor.

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