La primera pregunta que hay que hacerse es la siguiente: ¿Qué te hicieron, Godoy Cruz? ¿Dónde quedó ese equipo protagonista que se plantaba de igual en todas las canchas y que peleaba títulos y clasificaciones a copas internacionales? Al Tomba lo destrozaron. Nadie, en su sano juicio, podrá negar tal aseveración. Lo desmantelaron, lo debilitaron y lo dejaron expuesto a bochornos como el de ayer.
Es cierto que la historia pudo haber cambiado con el penal que el pésimo Darío Herrera sancionó sin dudar a los 23' en favor de Godoy Cruz (clara falta de Enzo Díaz contra el "Chelo" Freites adentro del área) y que en el instante en que iba a dar la orden para que Kevin Gutiérrez ejecutara la pena máxima, el juez recibió un llamado del asistente Manuel Sánchez, quien por "sugerencia" del cuarto árbitro (Gastón Iglesias) para cambiar su decisión y cobrarlo afuera del área. Insólito. Nunca visto. Era el primer penal para Godoy Cruz en esta Superliga, pero lo cobraron y lo anularon con la misma impunidad con la que suelen perjudicar a este débil del interior.
Eso sí, lo que no se puede es tapar el sol con una mano. Más allá de esa situación clave para el desarrollo posterior del juego, es imposible rehusarse a admitir que este equipo de Godoy Cruz roza el amateurismo. Jugadores lentos, retroceso inocente, cero inteligencia y enormes dudas a la hora de tomar decisiones acertadas.
Godoy Cruz se cae a pedazos. Necesita una reconstrucción urgente. Porque Talleres no sólo le propinó una feroz goleada, sino que, además, le dio un baño de realidad. De la mano de ese impecable director de orquesta colombiano (Moreno), excelentemente acompañado por un futuro crack como Bustos, Menéndez y Fragapane, Talleres sacó provecho de todas esas limitaciones de un Tomba diletante y que por varios tramos del partido ofició de mero espectador de la contienda.
Además de los desaciertos de Herrera, que en el complemento ignoró otro claro penal en perjuicio de Badaloni, no existen puntos para destacar en el Expreso salvo la promisoria aparición de Bolado (hasta que salió era de lo mejor), la calidad intermitente de Brunetta y las ganas de Freites y Badaloni. Duele ver a Godoy Cruz siendo humillado en el Malvinas, pero lo que más tristeza e incertidumbre causa es el hecho de no saber dónde y en qué puede finalizar este barranco.