El temprano lanzamiento de la candidatura a diputado nacional de Alejandro Abraham, el 5 de diciembre en San Rafael, desató -tal como analizamos oportunamente- una pequeña gran revolución en la interna del PJ, que ha sido -con sus cruces y entredichos- el hit de una temporada tan calurosa como anodina. "Es el cacareo del verano", admitió el intendente de Guaymallén confirmando el in crescendo del inicio de las hostilidades con la línea azul y sus aliados del Tercer sector. La pelea, iniciada en plenas vacaciones del gobernador Francisco Pérez, continuó a su regreso; incluso, alimentada por la actitud prescindente que el mandatario dice tener respecto a estas "pequeñeces" de la política.
Es que Pérez hace hincapié en que su rol es el de gestor, y en ese sentido asumió -nobleza obliga- el "ingrato pero prudente" anuncio del aumento de la tarifa eléctrica y del boleto del transporte público, y siguió derivando las "menudencias" internas a Carlos Ciurca. Justamente, es el vice el gran apuntado por la bronca azul que esta semana (como antes ya había expresado Patricia Fadel) volvió a cargar con sus quejas recurrentes sobre la intromisión en territorios ajenos, la organización de actos sectoriales contra los intendentes peronistas y, lisa y llanamente, el robo de dirigentes.
La disputa se encuadra en la propia cultura política del peronismo, donde las estructuras verticales, el personalismo arraigado y la tendencia a considerar que un referente territorial es un patrón de estancia, son actitudes casi naturales y que rara vez se ponen en discusión. En ese contexto, el arribo de un diferente se asume como una amenaza o directamente una traición.
¿Duelo de estilos o estrategias de salvación? El cúmulo de acusaciones, lejos de ruborizar al vicegobernador parece -en cambio- enorgullecerlo. Especialmente desde su lógica de la construcción permanente (y sin tapujos) de poder. Incluso, y tal como dijo desde sus vacaciones, como una reivindicación de que la "persuasión y la convicción" también han sido herramientas imprescindibles en la historia del peronismo. Sin embargo, Ciurca no se quedó allí y desafió a sus críticos, los intendentes azules Roberto Righi (Lavalle), Martín Aveiro (Tunuyán) y Juan Carlos De Paolo (General Alvear) a dirimir las diferencias "en el partido".
Una apuesta que más tarde Abraham terminó doblando con más o menos palabras: 'Si están tan enojados, hagamos una elección interna y listo'. Y más, La Corriente Peronista, el sector que contiene al vice y a Abraham, blanqueó sus intenciones respecto de avanzar con el desdoblamiento electoral en Mendoza, aun a costa de la opinión de la Casa Rosada.
Mientras este cacareo se multiplica por los medios, Pérez prefiere no involucrarse para que la interna no termine limando su gestión. Su silencio es el mejor método para salir ileso. Del otro lado, y más allá de los posicionamientos, intendentes y dirigentes peronistas con expectativas, ven la coyuntura con otro pulso. No dudan de que en 2013 es imprescindible salvar la provincia, pero más urgente es salvar sus propios territorios y la suerte de sus delfines en los Concejos Deliberantes y en la Legislatura. En algo coinciden ambas visiones: la reforma de la Constitución sólo será factible si con una u otra estrategia, el oficialismo supera esta prueba y gana en 2013. Sólo así, el capital político de Pérez podrá tomar respiro ante las renovadas chances de habilitar la reelección.
Pero en el mismo sentido, también subirán las acciones de Ciurca que habrá impuesto su estilo sobre las quejas de la estructura. Una atrapante encrucijada que podrá comenzar a definirse el próximo sábado en Mar del Plata, donde los intendentes del PJ irán en procesión tras la convocatoria de Alicia Kirchner y en la que se presume, la presión nacional (y su contrapartida en recursos para los sumisos) exigirá unificar comicios y respaldar "al modelo", lo que podría hacer cambiar de pareceres a más de uno.
Ajustes y desajustes. Lo cierto es que el reacomodamiento de la gestión en el inicio del año no ha sido del todo amigable con las expectativas del gobierno. A la admisión de los aumentos de las tarifas y los cortocircuitos internos del oficialismo, se sumó también esta semana el achique que Pérez dio a conocer a través del decreto 43/13 en el que congeló la movilidad de los empleados públicos (salvo "servicios esenciales" y el cumplimiento de acuerdos paritarios), ordenó la jubilación obligatoria de 4.000 agentes que están en condiciones de retirarse y restringió el uso de celulares, entre otras medidas que no hacen más que configurar un plan de ajuste del gasto público (aunque como siempre sucede, se lo fundamente desde la racionalidad y la eficiencia).
La señal de Pérez es clara especialmente hacia los gremios estatales, asumiendo que el propio Gobierno está preparado para un año que desde el punto de vista fiscal aparece como muy complicado. Cuando -a pesar de los recursos extra de la previa electoral- estos no serán abundantes como en otras ocasiones por lo que habrá que hacer primar la inteligencia. Ya la advertencia de las reivindicaciones (como las que han planteado ATE y Ampros en el sentido de lograr un incremento del 50% en sus haberes) ha sido dada. Sin embargo, la negociación se aventura incluso más difícil que la del año pasado, que derivó en innumerables jornadas de paro tanto en el sector salud como en el Poder Judicial.
Justamente mañana, en el inicio de la paritaria docente, podrá comenzar a tomarse el pulso de la pelea gremial, en este caso con el SUTE, gremio que, si bien desde hace tiempo ha mostrado permeabilidad a las intenciones del Gobierno, ahora también ha advertido que el 25% del que habla el también docente y líder de la CTA kirchnerista Hugo Yasky, "es una referencia" y de ninguna manera "un techo", como pretende el Gobierno nacional y las centrales sindicales que le responden.
En ese contexto, descolocaron las declaraciones del Gobernador cuando aseguró que la inflación en Mendoza está por debajo de la nacional, incluso la que mide el propio Indec que señaló apenas un 10,8% para 2012. La especulación, sin cifras, ni siquiera pudo ser defendida por el ministro Marcelo Barg o la directora de Estadísticas, María Inés Crisafulli. Básicamente, por una simple y sencilla razón: la inflación no se mide en la provincia desde abril de 2012, justamente por orden de Pérez y para que Mendoza no desentone con los increíbles índices nacionales y como una muestra más de alineamiento con la Casa Rosada.
Más o menos igual, pero sin plata. En este clima de achiques y precalentamiento electoral, un par de datos anticipan la lógica del año: la disputa política será igual de dura en el oficialismo como en la oposición, con el agravante que se desarrollará -muy probablemente- en un contexto de menor actividad económica, por ende de menor crecimiento y de menos recursos para el lucimiento de las gestiones provincial o municipales. Adicionalmente, el cuestionamiento de la figura del vicegobernador podría suponer el riesgo que ello luego se profundice (en el fragor de las definiciones internas) y termine afectando la institucionalidad.
En la oposición, los aprontes aparecen hasta ahora como más tibios.
Con Alfredo Cornejo de vacaciones, la figura de Julio Cobos sigue sosteniendo, desde la UCR, la voluntad de su candidatura con constantes guiños hacia el Frente Amplio Progresista, aunque un acuerdo todavía se vea lejano. Por otra parte, una posible postulación de Roberto Iglesias es una instancia que nadie niega, incluso -dicen sus críticos- hasta por fuera del radicalismo.
En el PD, Carlos Aguinaga, Luis Rosales y Jorge Difonso estarán en la pelea, pero sus aspiraciones dependen no sólo de su voluntad sino también de la interna del partido, de los acuerdos a los que se lleguen (con el Pro o con el PJ disidente, su último socio). Con el partido de Macri, la figura de la discordia es Omar De Marchi, muy cercano al jefe de Gobierno porteño y que por la Carta Orgánica gansa no puede acceder a una nueva reelección: sí podría hacerlo si representa al Pro, que además volvería a tentar al exitoso piloto de rally, Orly Terranova, para que intente otra incursión en la política, tal como lo hizo con su frustrada candidatura a concejal en Capital.
El PJ disidente está atado al vuelo que tome la candidatura presidencial de Daniel Scioli y del grado de independencia que éste pueda tomar del kirchnerismo. En ese caso, Enrique Thomas, Daniel Cassia, son hombres que están dispuestos a representar al bonaerense y anticipar en 2013 la disputa política mayor de 2015.