La investigación de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos ha conducido a las autoridades hasta un basurero rodeado de montañas, donde peritos rastrean una ladera en busca de pistas o restos de los jóvenes, cuyo destino mantiene en vilo al país.
La fiscalía sospecha que en ese serrano lugar del pueblo de Cocula (Guerrero, sur) policías locales corruptos entregaron a los jóvenes a sicarios del cártel local Guerreros Unidos.
“Por eso aquí se está realizando un trabajo pericial de búsqueda de osamentas. Ya se encontraron huesos pero los peritajes deben determinar si son de animal o de ser humano”, dijo una fuente del gobierno federal.
Desde el basurero, al que la fiscalía permitió ayer el acceso a un grupo de reporteros gráficos, se pudo ver a al menos 15 peritos revisando el fondo de una ladera de unas decenas de metros de profundidad.
Apoyados por perros especializados, los expertos, vestidos con trajes blancos y tapabocas, tenían colocados una veintena de banderines naranja en el suelo, donde habían algunas marcas de tierra quemada pero no había rastro aparente de cuerpos. Para llegar al basural de Cocula hay que recorrer varios kilómetros de angostos caminos de tierra y de piedra, rodeados de campos de maíz, constató un equipo de periodistas.
Apenas unas chozas y unos burros y cabras se ven al inicio del inhóspito camino que lleva de este pueblo de 15.000 habitantes al lugar donde se depositan sus deshechos.
Pistas de detenidos
Cocula se encuentra a una veintena de kilómetros de Iguala, la ciudad donde desaparecieron los 43 jóvenes el 26 de setiembre.
Esa noche, decenas de estudiantes de una escuela rural que forma maestros en Ayotzinapa (Guerrero), muy activa en la lucha social, fueron atacados a tiros por policías locales y sicarios de Guerreros Unidos, el cártel que domina esta empobrecida región y tenía a su servicio a sus autoridades.
Seis personas, incluidos tres estudiantes, murieron en los ataques y otras 43 siguen en paradero desconocido a pesar de que el gobierno federal mantiene a unos 2.000 policías y militares peinando la región por tierra, agua y aire.
Por declaraciones de detenidos, la fiscalía teme que los jóvenes fueron entregados por policías corruptos de Iguala y de Cocula a sicarios de los Guerreros Unidos y que éstos los habrían asesinado y enterrado. Pero ha pedido cautela sobre esta versión hasta encontrar a los jóvenes.
Tras las desapariciones, las autoridades han hallado a al menos 38 cadáveres en fosas en los alrededores de Iguala. Los estudios realizados a 28 de los cuerpos no permiten relacionarlos con los estudiantes desaparecidos, según la fiscalía.
Otras decenas de cadáveres han sido desenterrados en lo que va de año en esa zona en disputa por varios cárteles de la droga.
Las pistas para llegar al basurero de Cocula la dieron cuatro presuntos miembros de Guerreros Unidos detenidos el lunes.
Dos de ellos confesaron su participación en la “desaparición y destino” de los estudiantes, dijo el fiscal general, Jesús Murillo Karam. Los otros dos detenidos serían “halcones” (vigilantes) de Guerreros Unidos, señaló.
Con las últimas cuatro, suman ya 56 detenciones -entre policías locales, funcionarios y miembros del narco- por este crimen que ha conmocionado a México y el mundo.