La policía tailandesa buscaba ayer a un sospechoso tras el atentado que dejó la víspera 20 muertos en Bangkok, el “peor ataque” cometido en Tailandia, según el jefe de la junta militar en el poder.
El ataque se produjo el lunes por la tarde, en hora pico, en el concurrido santuario al aire libre de Erawan, en el céntrico distrito de Chidlom.
A esa hora, la multitud de tailandeses que trabajan en la zona se cruza con la de turistas extranjeros, atraídos por los inmensos centros comerciales y hoteles de lujo próximos.
Las autoridades tailandesas creen que el blanco del atentado eran los extranjeros, y que los autores querían “dañar el turismo”, uno de los pocos sectores de la economía tailandesa que van bien.
En total, entre los 20 muertos figuran 11 extranjeros: 4 malasios, 3 chinos, 2 hongkoneses, un singapurense y un indonesio. Asimismo, 6 tailandeses fallecieron y 3 cuerpos siguen sin ser identificados. El balance de heridos subió a 123, una cifra que también incluye a varios extranjeros, entre ellos ciudadanos de Japón, Indonesia, Malasia, Omán, Filipinas y Singapur.
Además de la bomba que estalló, otro pequeño artefacto explosivo, lanzado contra transeúntes cerca de una estación de metro aéreo, estalló sin dejar víctimas.