Durante la larga estadía que 326 tripulantes de la Fragata Libertad soportaron anclados en el puerto de Tema se vivieron "cinco protestas" por la incertidumbre que sufrieron, la sensación de abandono y el creciente malestar.
A lo que se le sumó el racionamiento de la comida -nunca faltó- y las falencias de infraestructura médica como la ausencia de un anestesista. Pero lo que "más molesto a la tripulación" fueron las palabras de la Presidenta del lunes 22 por la cadena nacional de radiodifusión: "Podrán quedarse con la Fragata pero no con nuestra dignidad".
Si bien el secretario de Asuntos Internacionales de Defensa, Alfredo Forti, advirtió a todos los tripulantes que no contaran a la prensa qué pasó en esos días de dudas y bronca, una fuente militar afirmó que hubo "muchas situaciones tensas" y confirmó que los marinos no querían abandonar la nave. Ninguna llegó a la indisciplina y menos, a un motín.
En esas advertencias para evitar que los marinos tomaran contacto con la prensa "incluso se llegó a amenazar con la destitución", afirmó la fuente.
Si bien el eje de las discusiones fue qué iba a pasar con la nave, la comida era un problema y gravitó para que el Gobierno decidiera la repatriación de 281 marinos.
El itinerario incluía los puertos de: Salvador (Brasil); Paramaribo (Surinam); Georgetown (Guyana); La Guaira (Venezuela); Funchal-Isla de Madeira y Lisboa (Portugal); Cádiz (España); Casablanca (Marruecos); Las Palmas-Islas Canarias (España); Dakar (Senegal) y Tema. La mayoría se navegó a vela, excepto el ingreso a los puertos. El viaje debía seguir por los puertos de Luanda (Angola), Walvis Bay (Namibia), Cape Town (Sudáfrica), Río de Janeiro (Brasil) y Montevideo (Uruguay), para regresar a principios de diciembre.
Hasta ese momento, a los puertos considerados "poco confiables" como los de Francia o Egipto sólo se los usaba para cargar combustible y agua sin amarrar por temor a un embargo.