Home Riggs Popham fue el almirante británico-irlandés que en 1806 decidió atacar Buenos Aires. Lo hizo sin autorización oficial, dejándose llevar por sus impulsos. La empresa parecía prometedora y consiguiendo una victoria, poco importaría al gobierno inglés si existía o no algún permiso.
Lo acompañaron unos mil setecientos hombres, bajo el mando del coronel William Carr Beresford. Todos se distribuyeron en cinco embarcaciones. Vicente López describió al militar señalando que "tenía en su mirada toda la malicia que tiene el ojo de un bizco". Tras una serie de investigaciones, el historiador Paul Groussac replicó que no era bizco, sino tuerto: años atrás había perdido un ojo en Canadá.
Nuestro territorio estaba entonces a cargo del virrey Rafael de Sobremonte y Núñez que, consciente de un posible ataque inglés, tomó medidas preventivas. A pesar de esto su figura ha sido muy maltratada por la historia oficial, basándose para esto en informes de sus enemigos políticos. La realidad es que Sobremonte solicitó refuerzos a España y no los recibió. A diferencia de lo que se dice, tomó muchas medidas acertadas, como equipar de armas a dos buques corsarios al mando de capitanes franceses para proteger la zona.
Este capítulo de nuestra historia, conocido como "Invasiones Inglesas", comenzó el 24 de junio de 1806, cuando Santiago de Liniers identificó a la flota de Popham por la Ensenada e hizo fuego impidiendo el desembarco.
Se creyó que los extranjeros tenían fines mercantiles y no belicosos. Pero horas más tarde Buenos Aires había caído en manos inglesas. La capital penaba en silencio. Humillados, los porteños observaban flamear la bandera británica en su plaza principal.
En septiembre el diario londinense "The Times" comunicó con agrado al pueblo británico: "En este momento Buenos Aires forma parte del Imperio Británico". Dentro de la tragedia, Mariquita Sánchez de Thompson encontró un poco de consuelo: "El regimiento 71 -escribió-, escocés mandado por el general Pack; las más lindas [refiere a las tropas] que se podían ver, el uniforme más poético, botines de cinta punzó cruzadas, una parte de la pierna desnuda, una pollerita corta (...). Este lindo uniforme, sobre la más bella juventud, sobre caras de nieve".
Para reconquistar la ciudad y luego defenderla de un segundo ataque, los españoles se vieron obligados a confiar y armar al pueblo criollo. La Reconquista se volvió efectiva aquel agosto de 1806, del que nos distancian 203 años. Esta vez al mismo diario inglés le tocó informar un panorama diferente: "El ataque sobre Buenos Aires ha fracasado y hace ya tiempo que no queda un solo soldado británico en la parte española de Sudamérica... En cada calle, desde cada casa, la oposición fue tan resuelta y gallarda como se han dado pocos casos en la historia".
Los británicos abandonaron la zona recién al año siguiente, tras un nuevo intento de ocupar la actual capital argentina. Este episodio tuvo consecuencias importantes en nuestra historia. Los criollos tomaron conciencia de su potencial y contaron, desde entonces. con el poder de las milicias. Fundamentales durante la Revolución de 1810.