La mayor victoria que consiguió Darío Alaniz con este equipo tal vez no sea la clasificación al Pentagonal final, abrochada ayer luego del gran triunfo 3-1 sobre Defensores de Belgrano, sino la capacidad para dotar al Lobo de herramientas que le permitan enfrentar situaciones desfavorables como las que tantas veces vivió a lo largo del torneo (ayer levantó por undécima vez un 0-1 en el comienzo mismo del partido).
Esa mimetización que vive el equipo y el DT es la mayor fuente de poder para lo que le queda al Lobo por delante. El plantel cree en la idea del técnico y la aplica más allá de resultados y momentos que pueden darse a lo largo del juego. Hacen de la paciencia su principal virtud para seguir apostando a lo trabajado en la semana y mal no les va.
Porque ese arranque inesperado, con cachetazo incluido tras el grosero error de Yair Marín, debió ser sorteado con una buena dosis de optimismo y capacidad para controlar la ansiedad. No había otra opción más que ganar y el trabajo en la semana indicaba que se debía jugar en campo rival, mostrando movilidad para encontrar espacios.
¿Lo consiguió? Fue dueño del terreno y la redonda, pero no tuvo lucidez para, a través de pases profundos, cruzar la frontera defensiva del rival. “Nos tuvimos precisión ni velocidad para lastimar en el primer tiempo”, explicó luego Alaniz, a modo de autocrítica.
El gol de Palacios Alvarenga, tras un penal que trajo polémica, indicaba que el camino era el correcto. Defensores de Belgrano no volvió a inquietar en toda la etapa. Pasó de ser un equipo que mostraba pretensiones, en la previa y por llegar como líder de la zona, a un equipito demasiado liviano. Apenas encontró la ventaja, renunció a cualquier incursión ofensiva y se replegó para cuidar una ventaja que tenía demasiados minutos por delante. Y lo pagó caro.
Para el complemento, con la determinación de recuperar el protagonismo, Alaniz busco más precisión y profundidad en las cercanías del área rival. Por eso Emmanuel García se sumó a Sergio Oga para buscar sociedades; por eso Neri Espinosa fue determinante con su “electricidad” para gambetear y por eso Palacios Alvarenga empezó a ser una amenaza permanente para Ignacio Dobboletta y compañía.
El sanrafaelino casi convierte un golazo a pura gambeta y enseguida le puso la pelota en la cabeza al “10” para que marcara el segundo gol del “blanquinegro”. A esa altura, con el rival metido en su campo, se vieron las enormes diferencias entre ambos equipos.
Más allá de algún contragolpe que preocupó a Ezequiel Viola (fueron más arrestos individuales que aciertos colectivos de la visita), Gimnasia se apoderó del trámite del encuentro y lo manejó a su antojo.
Recién pasada la media hora del complemento, cuando la ventaja era 3-1, el DT decidió abandonar la idea ofensiva que tanto pregona y que el equipo abraza con fanatismo. Lograr que el equipo no se rompa a pesar de las situaciones desfavorables es un enorme acierto de Alaniz. Ahora, deberá coronarlo con el retorno a la B Nacional.
Darío Alaniz - DT - Gimnasia y Esgrima: "Jugar con el corazón y con mucho fútbol"
“Desde que arrancamos siempre fue un sufrimiento. Tuvimos el deseo de poner al club en esta instancia desde el comienzo y ahora nos quedan cuatro finales para las cuáles nos vamos a preparar de la mejor manera, como siempre, con trabajo, sacrificio y humildad”.
“Tenemos mucho para analizar porque habíamos pensado jugar mucho más en campo contrario y no lo pudimos hacer; no estuvimos finos en los pases y vimos un equipo lento. Lo sufrimos, pero una vez más este equipo vuelve a demostrar su hombría para dar vuelta un resultado”.
“En el complemento fuimos unos metros más arriba, Emanuel García se movió para tener más sociedad con Sergio (Oga) y Patricio (Cucchi) se juntó más con Pablo arriba para explotar el sector izquierdo. Cuando fuimos un equipo más corto y supimos ser inteligentes, pudimos romper esa línea de cinco hombres que nos planteaba el rival”.
“Hay que tener serenidad para lo que va a venir. El objetivo está mucho más cerca y tenemos que jugar con el corazón y mucho fútbol”.