Con las primarias en el retrovisor, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump se disponen a apretar el acelerador hasta llegar a la Casa Blanca, en lo que se anticipa como una violenta carrera de cinco meses entre dos figuras más odiadas que queridas.
Ex primera dama, ex senadora y ex jefa de la diplomacia estadounidense, Clinton reivindicó su triunfo en el largo proceso de primarias demócratas frente al senador Bernie Sanders. En total, Clinton, de 68 años, acumula suficientes delegados para asegurar la investidura del partido en la convención a finales de julio en Filadelfia.
Clinton vive su máxima hora política, ocho años después de ceder la nominación presidencial al entonces senador Barack Obama y 16 años después que abandonar la Casa Blanca.
La carrera que comienza es inédita, en tanto enfrenta a una mujer con décadas de experiencia política con un neófito hombre de negocios. Pero además como nunca antes en la historia reciente dos figuras que generan tanta polarización irán al asalto de la Casa Blanca.
En ese concurso de impopularidad, Clinton dibuja a Trump como un hombre impulsivo y divisivo.
“Esta elección no es sobre las mismas viejas peleas entre demócratas y republicanos”, dijo la candidata. “Esta elección es diferente. Realmente es sobre quiénes somos como nación”, afirmó.
Trump explota el talón de Aquiles de la demócrata: la investigación del FBI sobre su uso de un servidor privado de correos electrónicos cuando era secretaria de Estado (2009-2013) y el financiamiento extranjero de la fundación de beneficencia Clinton.
“Los Clinton han convertido el enriquecimiento personal en un arte”, afirmó el magnate el martes. “Han hecho cientos de millones de dólares vendiendo acceso y favores”.
“El dinero donado va a labores humanitarias y si la gente quiere influenciar a un funcionario, pienso que usarían la vía política”, respondió Clinton a CNN.
Ataques personales
La preferencia de Trump por los ataques personales por encima del debate de ideas presagia un violento choque.
“Clinton tiene un profundo conocimiento de los temas y un programa detallado, pero como Trump no los tiene, nadie se interesa en las diferencias. Y como los dos candidatos suscitan más desconfianza que confianza, más rechazo que atracción, debemos esperar una nivelación hacia abajo”, predice Norman Ornstein, politólogo del American Enterprise Institute.
La demócrata deberá enfocarse en explotar las polémicas desatadas por Trump para movilizar a su base: hispanos, negros, jóvenes y mujeres.
"Nadie puede 'trumpear' a Trump", señala Tim Miller, antiguo jefe de comunicaciones de Jeb Bush, aniquilado por el magnate en las primarias. "Ella arriesga perder si se lanza a una pelea en el barro", añadió.
Por lo pronto, Clinton espera no caer en la tentación. “Él puede hacer su campaña de insultos, yo haré una de asuntos que darán resultados a los estadounidenses”, dijo.
La candidata desplegó la semana pasada en San Diego una ácida examinación de Trump, acusando sus políticas de “peligrosamente incoherentes” y afirmando que no es apto para gobernar el país.
Por ahora, los sondeos colocan a Clinton al frente con 44% de las intenciones de voto de los estadounidenses, frente a 42% para Trump.