El ADN de Bruselas

Una vuelta por la ciudad al encuentro de sus edificios, sus sabores y su moda de la mano de sus habitantes.

El ADN de Bruselas
El ADN de Bruselas

Decir que Bruselas es una Power City suena altamente sugerente. Eso significa que integra una lista de 35 urbes que fueron seleccionadas y evaluadas en base su: Economía, Investigación y Desarrollo, interacción cultural, habitabilidad, Ecología y Medio Ambiente Natural y Accesibilidad.

La selección fue llevada a cabo por el Institute for Urban Strategies de Mori Memorial Foundation en Tokio y también tuvo en cuenta a sus habitantes y especialmente sus investigadores, sus artistas y sus visitantes. Tal introito resulta pertinente como para pensar que de viaje por el Viejo Mundo se puede recalar allí y constatar la fiabilidad del informe citado. Diversa en términos culturales, histórica y moderna a la vez, punto de unión entre Norte y Sur, no desilusiona, sencillamente enamora.

Qué mejor que su gente para desandar sus calles. El deseo es posible ya que en la ciudad se ofrece el servicio de los greeters, es decir voluntarios bruselenses de nacimiento o de adopción que hacen las veces de guía y organizan los paseos a medida de los turistas.

El punto distintivo es que suelen llevar a barrios poco conocidos, a ver curiosidades locales que no figuran en los folletos, a sentarse en la mesa de su bar preferido o a ir de compras a lugares interesantes. La interacción con estos expertos puede hacer que el destino brille aún más.

Siempre hay algo nuevo

Resulta que el 2012 fue el año de la gastronomía en Bruselas. La denominación anual fue tan exitosa que los programas que se presentaron siguen vigentes en 2013 y hasta algunos prevén devenir en permanentes.

En este ámbito vale mencionar a la Tran Experience, a bordo del tranvía y mientras se recorre la ciudad sirven la cena elaborada por chefs con estrellas Michelin (89 euros por persona). También los menúes típicos y los desayunos estrictamente bruselenses en los hoteles. Otra de las alternativas que ha pegado fuerte son las cenas temáticas, entre las más comentadas el banquete de Los Miserables de Víctor Hugo, el Art Déco de la Belle Epoque o los festines medievales. Más datos que pueden interesar a foodies y sibaritas se encuentran en www.brusselicious.be

Otro atractivo recientemente estrenado es el Museo de fin de siglo, que implica un recorrido por las obras más bellas y su contexto histórico. Arte social, Impresionismo y Simbolismo, algunas de las expresiones que se encuentran en las obras expuestas o mediante las tecnologías aplicadas a la muestra.

Lo de siempre, que mucho vale

Los promotores turísticos locales hablan del ADN de la ciudad para referirse a lo que es imprescindible conocer o experimentar durante la estadía en este punto belga. "Está prohibido perderse", insisten.

Entre ellas, la Grand-Place - conjunto compuesto por el Ayuntamiento, la Maison du Roi y otras residencias en derredor de esta plaza, muchas veces apodada la más bonita del mundo, el Manneken-Pis - esa estatua del niño desnudo que está orinando- o las Galerías Saint-Hubert que son las más antiguas de Europa en su tipo. Tampoco hay que olvidar la ópera de La Monnaie, La Rue Neuve y sus tiendas donde dan ganas de comprarse todo y la Place des Martyrs para acceder desde allí a la catedral gótica de Saint Michel y Sainte Gudule.

Para tomar el pulso local y mirar de cerca el estilo de vida de los habitantes, entonces es preciso entrar en alguno de los bares o tabernas y prepararse para saborear una birra orgullosa del arte cervecero belga.

No puede quedar en el tintero el Mont des Arts, proyectado por el rey Leopoldo II, quien quería rodear su palacio de cosas bellas y de espíritus elevados. Entre ellas, el Museo Magritte y sus obras surrealistas, los Reales Museos de Bellas Artes, con más de 20.000 obras antiguas y modernas y el de Bellas Artes. El Parque de Bruselas, otro de los recomendados in situ.

En 1890, el conglomerado urbano se convirtió en cuna del modernismo gracias al impulso del arquitecto Victor Horta  y de algunos de sus colegas. El  Art Nouveau, tal como se denominó a la corriente, alcanzó todas las disciplinas hasta 1920.

Vale apuntar que no se plasmó tan solo en la arquitectura, sino que también dejó su impronta en tapices, joyas, mobiliario y objetos decorativos en general. Este movimiento artístico llegó como un vendaval y duró relativamente poco, pero adquirió tal brío que no tardó en internacionalizarse. Bruselas posee un rico patrimonio modernista en muchos de sus barrios; y lo más recomendable es encarar recorridos en bici para encontrarse con algunos de los 200 lugares de interés del Modernisno que resguarda.

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