Bimbi está volando de Río de Janeiro a Pernambuco. Como es feriado en Brasil, se va a un pueblo del norte que antes fue puerto del tráfico de esclavos y ahora es un polo del relax. Desde hace años, Bruno eligió vivir en el mismo gran país que amó el poeta y sociólogo argentino Perlongher.
Le brillan las pupilas de tanto monitor. Termina de mandar un trabajo por Whatsapp y, antes de subir al avión, responde esta entrevista. Nuestro interés está centrado en su último libro, "El fin del armario", una crónica de época sobre la experiencia gay actual desde distintas perspectivas.
Claro que a lo largo de los últimos diez años, su relación con el mundo LGBT, además de su experiencia personal como hombre gay, tuvo mucho que ver con su activismo y su trabajo como periodista. Su primer libro, "Matrimonio igualitario", cuenta cómo fue la lucha por ese derecho. Fruto de esa combinación entre periodismo y activismo, volcó allí oro de información, "incluso muchas cosas que nadie sabía y que aún no habían sido publicadas en ningún lado, sobre los entretelones de la aprobación de la ley".
Bruno siente la satisfacción de haber participado -y ser uno de los responsables- de la campaña que nos permitió conquistar el Matrimonio Igualitario en Argentina y luego en Brasil. Desde entonces, trabajó en varios medios y uno de los focos de su tarea fue la diversidad sexual. Realizó durante dos años una sección especial del diario Crítica llamada “El placard” y ahora edita un blog LGBT en la web de TN, Tod@s; además de ser corresponsal en Brasil para los noticieros. “Durante todos estos años, escribí crónicas, artículos de opinión y textos de todo tipo sobre la vida de lesbianas, gays, bisexuales y trans en el siglo XXI, en diferentes lugares del mundo. Y hace un tiempo me di cuenta de que tenía un montón de material que podía servir como punto de partida para escribir un libro”.
Del silencio al orgullo
Al principio, pensó en llamarlo “Todo lo que usted quiso saber sobre los gays y nunca se animó a preguntar”, jugando con el nombre de aquella película de Woody Allen. Al final, terminó siendo algo más amplio, sobre las diferentes identidades de esa “sopa de letras” a la que llamamos “comunidad LGBT”. Eligió con Constanza, directora de la editorial Marea, el título “El fin del armario”, que sirvió como orientación para la edición final, porque tiene que ver con ese momento de transición que estamos viviendo.
“Refleja en parte una crónica de época y en parte una expresión de deseos. El libro trae muchas historias y debates articulados por ese hilo conductor: el fin del armario y el camino que lleva de la vergüenza y el silencio al orgullo y la conquista de la igualdad y, por qué no, de la indiferencia; no como ausencia de diferencias, sino como una nueva forma de vida en la que la diferencia no sea un problema o una excusa para discriminar y excluir. La idea del libro es también abrir una ventana a nuestro mundo y contar cosas que mucha gente no sabe, derribando mitos y sorprendiendo al lector, que puede ser gay o hétero, hombre o mujer, cis o trans”.
- ¿Cuáles fueron los hallazgos (las historias que no esperabas o que problematizaron tus concepciones) durante su proceso?
- Muchas historias contadas en el libro me impactaron mucho. La historia de Zulema, una chica de Ecuador que fue internada por la fuerza por su familia en una clínica clandestina manejada por evangélicos que dicen que “curan” la homosexualidad. O la de Jang, un hombre de Corea del Norte que arriesgó su vida para escaparse de ese país porque no sentía atracción sexual por su esposa y no sabía por qué, ya que nunca había siquiera oído la palabra homosexual, pero intuía que había algo sobre sí mismo que no podría descubrir si no se iba.
Le impactó mucho investigar sobre las legislaciones de Irán y otros países de Medio Oriente y de África que criminalizan la homosexualidad incluso con la pena de muerte.
Pero también encontró historias lindas, como las de algunos artistas y deportistas que salieron del armario, o la de un cura brasileño que lucha contra la homofobia dentro de la iglesia católica. “Quizás una de las experiencias más interesantes que se transformaron en un capítulo del libro fue un viaje a Israel y Palestina, en el que aprendí mucho sobre las relaciones entre la homofobia y el antisemitismo y sobre los prejuicios que hay en mi espacio de pertenencia ideológica, que siempre fue la izquierda”.
Detrás de los Derechos
- ¿Cómo nació la ley de Matrimonio Igualitario en Argentina?
- Argentina tiene hoy la legislación sobre derechos civiles de la población LGBT más avanzada del mundo y hemos conseguido construir un consenso político y cultural que permite que haya políticas de Estado que no cambien cuando cambia un gobierno. La ley tuvo el apoyo público de Cristina Kirchner y de Mauricio Macri, entre muchos otros, las encuestas eran favorables, la mayoría de los medios defendió esos avances como algo positivo y todo ese proceso nos hizo avanzar en cinco años lo que a otros países les llevaría cincuenta. Yo estoy muy orgulloso de haber formado parte del pequeño grupo de activistas que imaginó eso que en 2006 parecía imposible y pensó y organizó una campaña que lo consiguió. Laburamos muchísimo para conseguirlo. Al final, fue un movimiento social enorme, pero todo empezó en una charla de unas cinco personas en la casa de María Rachid. Y al principio todos nos decían que estábamos locos, que jamás lo conseguiríamos. “¿Argentina aprobando el matrimonio gay? Imposible”. Yo creía entonces, y lo sigo creyendo, que el debate fue incluso más importante que la ley. Durante meses, en el tramo final, todo el país hablaba del tema en la cena familiar, en el trabajo, en la fila del supermercado, salía en televisión, en los diarios. Miles de personas salieron del armario para poder hablar de sus derechos en primera persona. Enfrentamos los prejuicios y les ganamos. Aún hay prejuicios, claro, pero mucho menos que antes. Después del matrimonio vinieron la ley de identidad de género y otros avances, pero, más importante, vino un cambio cultural por el que muchos pibes quizás no pierdan su adolescencia. Es un país mejor y ayudó mucho a la región. Mi libro sobre el Matrimonio Igualitario en Argentina inspiró la campaña en Brasil, donde ya lo conseguimos; y en Ecuador, que aún lo están peleando, entre otros países. Argentina es un ejemplo para muchos y un caso de estudio. A veces pienso que nosotros hicimos eso y no lo puedo creer.
- ¿Y cómo es la situación en Brasil?
- Es una paradoja. Es un país que tiene, al mismo tiempo, las marchas del orgullo más multitudinarias del mundo y la mayor tasa de crímenes de odio contra LGBTs, con más de 300 asesinatos por año. Creo que los dos principales problemas son, por un lado, el crecimiento de la mafia evangélica fundamentalista y, por el otro, su sistema político, que lleva a los principales partidos a hacer alianzas con los sectores más retrógrados para formar mayorías parlamentarias, y eso deja en el camino los derechos humanos.
Dedico varios capítulos del libro a hablar sobre el fundamentalismo evangélico brasileño, porque es algo que se conoce poco en la Argentina y creo que es muy importante entenderlo. Esa mafia es la mayor amenaza a la democracia en la región, lo digo hace años. Y no es casualidad que fue el principal operador de la bancada evangélica en el Congreso, Eduardo Cunha, quien organizó el golpe de Estado contra Dilma, que antes había sido aliada de todos ellos, por necesidad política. El PT tiene una responsabilidad enorme porque no los enfrentó, sino que los buscó como aliados y los ayudó a crecer. Esa gente es muy peligrosa. Son una corporación económica y política mafiosa.
La lucha continúa
- ¿Qué prejuicios hay -todavía- que desmontar en la sociedad?
- ¡Muchos! Quizás uno de los más importantes sea la cuestión de la niñez, la adolescencia y la juventud, que aún es todo un tabú. Como digo en el libro, de todas las cosas que nos robaron a los gays, la adolescencia es la más injusta.
A él le hubiese gustado tener su primer novio a la misma edad en que sus amigos tuvieron su primera novia, comenzar a vivir su sexualidad abiertamente sin tener que “descubrirse” primero y enfrentar resistencias internas y externas, invitar a su chico a cenar a casa con su familia como hacía su hermano con su chica, vivir la experiencia del primer beso y la primera relación sexual a esa edad en la que es un momento mágico de pasaje a la edad adulta.
Nacemos en el armario -sostiene Bruno- desde el mismo momento del parto: desde ese momento, toda una expectativa se crea a nuestro alrededor.
“La heterosexualidad se presume y se transforma en una imposición silenciosa, y la homosexualidad es vista como algo más ‘sexual’ que la heterosexualidad, que mejor mantener lejos de los chicos. Si una pareja heterosexual se da un beso en un bar, todo bien, pero si es una pareja gay no va a faltar quien diga ‘hay chicos acá’, lo cual también es un mensaje para esos chicos. En cada cumpleaños, va a haber un tío o una tía que nos pregunte si tenemos novia, a nadie se le ocurre otra posibilidad, y escuchamos cientos de comentarios sobre los gays que nos alertan que ser ‘eso’ significaría pasarla mal. Desde chicos aprendemos que los gays son esa gente rara a la que tratan bastante mal, de modo que obviamente empezamos a reprimir nuestros sentimientos para protegernos de la estupidez ajena. Si a un compañero de la escuela le gusta una chica, se lo va a contar a todo el mundo, incluso a los padres, que le van a dar consejos. Si a nosotros nos gusta un chico, lo vamos a esconder hasta de nosotros mismos. Pero en algún momento, todo eso se hace insostenible.
- ¿Cuáles fueron las devoluciones más interesantes que recibiste del libro?
- La publicación es reciente, así que pocas aún. Me enorgullece mucho lo que escribieron Osvaldo Bazán en el prólogo y Ernesto Tenembaum en la contratapa, porque son dos periodistas a los que admiro. A Ernesto lo leía ya cuando era adolescente y pensaba que me gustaría escribir como él cuando fuera grande y Osvaldo es toda una referencia para cualquier periodista gay. También me emocionó bastante lo que hizo Ari Roitman, dueño de la editorial que lo va a publicar en Brasil, Garamond. Ari es un editor de los de antes, que elige y publica lo que realmente le gusta. Por la crisis del mercado editorial en Brasil, Garamond está con problemas financieros y hace un año que no publican títulos nuevos que no vengan con financiamiento. Sin embargo, Ari leyó el libro y me dijo: “Lo voy a publicar porque me gustó mucho, y yo lo traduzco gratis”.
¡Qué orgullo!