Si preparar un cremoso latte desde una cápsula no era suficiente, una máquina con ADN argentino permite preparar la más rica pastelería en segundos. Y sin necesidad de un bowl, batidora y harina desparramada por toda la casa. Como la famosa Nespresso, el brownie viene condensado en una cápsula, se hornea en segundos y ya está listo para consumirse.
La idea pertenece a Rodrigo Córdoba, quien a sus 46 años dejó su trabajo como oficinista para apostar a su propio ingenio. El 2015 fue su año sabático: dedicó el tiempo a sus cinco hijos y también a la cocina. Lo que parecía ser un hobby, mutó a una fuente de trabajo, aunque no en el sentido más tradicional. En una de esas mañanas aburridas, vio su Nespresso, preparó su café pero no tenía con qué acompañarlo. "¿Por qué no hacer pastelería desde cápsulas?", pensó. Y la idea comenzó a transformarse en realidad: Tigoût es su nombre (una simplificación de "petit goût", que significa en francés "pequeños gustos").
Rodrigo invirtió más de un millón de dólares de su patrimonio desde agosto de 2016 y tejió alianzas con personas con las que concretar el proyecto. Sumó, entre otros ingenieros, financieros y diseñadores, a Silvia Colombo, jefa de tecnología; Andrea Buttafuoco, ingeniera en alimentos y ex trabajadora en Unilever; Claudio Chiaromonte, ex vicepresidente ejecutivo de Disney Latinoamérica; y Andrea Gurovich, especializada en Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
Según contó el emprendedor en La Nación, la primera Tigoût salió fallida porque se dieron cuenta de que no podía garantizarse la frescura de las cápsulas hasta que decidieron congelarlas, además de adicionar una participación manual para que el usuario defina el proceso de horneado de acuerdo con el producto. También hay control desde una plataforma móvil.
En simples pasos, se saca la tapa de la cápsula, tipo yogur, y va directo a la Tigoût. En no más de 10 minutos están listos para consumir un volcán de dulce de leche, un crumble de manzana, un muffin de frambuesa o un soufflé de queso, por mencionar algunas de las recetas. Cada cápsula cuesta unos 80 pesos, mientras que la máquina trepa a 1.000 dólares.
Tras vender unas 20 unidades a conocidos, Rodrigo avanza con un plan de negocios a escala global. El creador de la Tigoût se mostró entusiasmado por su reciente presentación en la feria de tecnología IFA, desarrollada la semana pasada en Alemania.
"Nunca perdimos el foco, que está puesto en nuestro consumidor. Tenemos un grupo de personas que quieren probar la máquina y la experiencia que queremos crear. A veces pasa que los emprendedores se enamoran tanto de su solución que pierden de vista su foco", comentó Rodrigo, quien se vio obligado a abrir una sociedad en Estados Unidos para registrar la patente allí y que el producto esté cubierto en 150 países.
Pese a los vaivenes de la economía, el plan continúa a paso firme. Para 2020, Rodrigo quiere arrancar la venta directa al público de su "Nespresso pastelera", con unas 4.000 máquinas y 1 millón de cápsulas vendidas. De sus cálculos se desprende una ganancia de 4 millones de dólares en nuestro país.
Los 1.000 dólares resultan elevados para un consumidor medio, pero el creador de la Tigoût confía en un modelo "business to business" (B2B) destinado a cafeterías y hoteles para dejarlas en comodato a cambio de la compra fija de 300 cápsulas mensuales. Además, no descarta desarrollar productos para veganos y celíacos, aunque dependerá del éxito inicial.