El Tomba venía a los tumbos y, como detonante, recibía dos goles en seis minutos. Sin embargo había aguante. El simpatizante de la popular saltaba y alentaba, el plateísta no esbozaba sentimiento alguno, boquiabierto contemplaba un partido que, pese al perverso arranque, era cautivador. Garro metía la cabeza, descontaba, y se alentaban unos a otros.
El equipo mostraba rebeldía ante la adversidad e ilusionaba con la remontada. Pero la ilusión fue efímera. El segundo tiempo nocivo que jugó Godoy Cruz echó rápidamente por tierra todo indicio de entusiasmo.
Preciso instante en que la irritación comenzó a apoderarse del Malvinas Argentinas. El equipo no encontraba los caminos para avanzar en el campo de juego y se repetía en pases anchos, en el mejor de los casos.
Cuando la pelota retrocedía hasta Rey la gente estallaba en ira. Lo que comenzó con cuchicheo, luego explotó con reclamos airados y vehementes para que el equipo vaya hacia adelante.
Heinze sacaba a Zuqui y mucho no se entendía (en conferencia de prensa explicaba el Gringo que pretendía ganar más en el mano a mano con el ingreso de Gonzalo Díaz) y dejaba en el banco a Mercado, lo que ya era inexplicable teniendo en cuenta la necesidad del equipo de cambiar de ritmo en los últimos metros.
Aplausos irónicos de plateístas hacia Heinze, que miraba el encuentro de pie en uno de los palcos del estadio provincial. Todas recriminaciones de menor fuste hasta que sonó el pitazo final del árbitro Facundo Tello Figueroa.
Con el encuentro finalizado, los simpatizantes de la platea techada se dieron vuelta y apuntaron con agravios, que iban como dardos teledirigidos, a la cabeza del presidente ‘dueño’ de Godoy Cruz, José Mansur. El Tomba es un club sin comisión directiva y las decisiones son unipersonales. Hinchas que pedían más actitud, plateístas irónicos contra el DT y, como frutilla del postre, insultos contra el presidente. Brotes de impaciencia que preocupan.