La primera ministra británica, la conservadora Theresa May, superó una moción de censura presentada por la oposición laborista y planea explorar ahora opciones alternativas a su acuerdo del Brexit, sin descartar pedir una extensión del plazo para abandonar la Unión Europea.
Los conservadores más euroescépticos y sus socios del norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP), que el martes se rebelaron para tumbar la propuesta de May, votaron en cambio, 24 horas después, a favor de que ella siga al frente del Ejecutivo.
La votación se saldó con 306 votos a favor de la caída del gabinete de May y 325 en contra, siete más de los 318 que eran necesarios para inclinar la balanza. De esta manera se alejó por ahora la posibilidad de que se convoquen unas elecciones generales, como exige el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn.
Sin embargo, la ley no impide que Corbyn presente una nueva moción de censura en las próximas semanas si cree que tiene opciones de prosperar.
“Me alegra que la Cámara haya expresado su confianza en este Gobierno”, dijo en sus primeras palabras tras conocerse el resultado de la votación.
May ratificó su intención de cumplir la "solemne promesa" que hizo al pueblo británico al llegar a Downing Street: sacar a Reino Unido de la Unión Europea. "Estoy preparada para trabajar con cualquier miembro de esta Cámara para conseguirlo", avisó.
La líder conservadora espera comenzar a reunirse en las próximas horas con representantes del resto de fuerzas británicas para tratar de determinar qué tipo de pacto podría obtener el respaldo de la mayoría de la Cámara de los Comunes.
Varios miembros de la oposición adelantaron que no tienen reparos en hablar con May, pero exigen como requisito previo que ésta descarte por completo el escenario de un Brexit caótico.
La repuesta llegó a través de un portavoz de Downing Street: “La primera ministra ha dejado muy claro que el pueblo británico votó para salir de la UE. Queremos irnos con un acuerdo, pero está decidida a conseguir el resultado prometido y eso es abandonar la UE el 29 de marzo de este año, aunque sea sin acuerdo”.
Por su parte, el dirigente del Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte, Nigel Dodds, subrayó la importancia de sus diez diputados para el Gobierno y manifestó su voluntad de dialogar, siempre y cuando May garantice el control total sobre la frontera con Irlanda.
El "backstop" sigue siendo el principal escollo para salvar el acuerdo del Brexit. Se trata de un mecanismo de emergencia ideado para preservar abierta la frontera entre Irlanda del Norte e Irlanda que los diputados británicos contrarios al actual acuerdo rechazan por considerar que mantiene el anclaje de Reino Unido a la UE.
Desde el Partido Nacionalista Escocés (SNP) también tendieron la mano al Ejecutivo. "Recibimos de buen grado la oferta de diálogo de la primera ministra", dijo su jefe parlamentario, Ian Blackford, aunque en su caso abogó por "mantener sobre la mesa" la posibilidad de un segundo referéndum para revertir el Brexit.
Incertidumbre
A pesar de que la “premier” logró conservar el cargo, la incertidumbre en torno al Brexit se mantiene. El Parlamento rechazó el acuerdo y la Unión Europea se niega a reabrir las negociaciones con el Reino Unido alegando que la versión actual es la mejor posible.
Así las cosas, las opciones de May serían pedir una prórroga de los plazos que le permita sortear la fecha fatal del 29 de marzo, cuando se producirá la ruptura o dar marcha atrás con el Brexit, una idea que la mandataria británica rechaza por completo.
Corbyn volvió a deslizar la idea de que convocar elecciones anticipadas es la mejor salida. May ya celebró unos comicios tempranos en 2017 que se tradujeron en la pérdida de la mayoría parlamentaria para el Partido Conservador.
De momento, la primera ministra adelantó que el próximo lunes volverá a la Cámara de los Comunes para presentar una nueva hoja de ruta que satisfaga a la mayoría de los diputados. Después, tendrá que convencer a Bruselas.
La sociedad británica ya no disimula su división
Las concentraciones en las adyacencias del Parlamento británico de euroescépticos, proeuropeos y de quienes abogan por un segundo referéndum del Brexit se convirtieron en un símbolo de la gran división en la que está sumida la sociedad del Reino Unido.
Banderas europeas e inglesas, pancartas con mensajes como "Stop the Brexit mess" ("Fin al desastre del Brexit"), "The people want to speak again" ("La gente quiere hablar otra vez") y "Nobody voted to be poorer" ("Nadie votó para ser más pobres"), junto con los gritos de los partidarios y los detractores del divorcio con Bruselas, ponen de manifiesto la falta de consenso social en el país.
Desde que comenzaron, las negociaciones por el acuerdo han generado incertidumbre en varios sectores de la población, como el financiero y el empresarial, que ahora urgen al Gobierno británico a evitar a toda costa una salida de la UE sin acuerdo.
La oposición no acepta una reunión a cualquier precio
El líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, adelantó que no se reunirá con la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, al considerar que el Gobierno no descartó la posibilidad de abandonar la Unión Europea sin acuerdo. Corbyn no mantendrá un diálogo “significativo” con May mientras se mantenga sobre la mesa la “amenaza” de una salida de un Brexit abrupto el próximo 29 de marzo, dijo un portavoz.