El ingreso promedio de las mujeres en Mendoza es 25,9% menos que el de los varones, lo que muestra una de las tantas desigualdades que se dan por cuestiones de género.
Los datos son de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) y corresponden a 2016, última información disponible.
Por aquel entonces el ingreso individual medio de un varón mendocino era de 7.572 pesos, mientras que el de una mujer era de 5.612 pesos.
Los datos involucran cualquier forma de ingreso, ya sea salario en caso de ser trabajadora en relación de dependencia, como así también otras fuentes como rentas, pensiones o cuota alimentaria.
La brecha en detrimento de los mujeres es aún mayor en zonas rurales, donde llega al 30%. Si se considera por región, la zona Este es la que muestra mayores desequilibrios con 31,2% más de ingresos a favor de los varones.
Incide en esto el hecho de que las mujeres acceden a trabajos más precarios y peor remunerados. Por otra parte, muchas ni siquiera acceden al mercado laboral, ya sea porque las repele y dejan de buscar o sencillamente porque quedan relegadas al ámbito doméstico.
Peor aún es el escenario si se considera la gran proporción de mujeres que son jefas de familia. En el Gran Mendoza, 31,5% del total de mujeres lo son, según datos del Indec del primer trimestre de 2017. Esto incluye a casi 295 mil mendocinas.
En tanto, de acuerdo a la Encuesta de Condiciones de Vida de la DEIE, de la totalidad de hogares monoparentales (un padre o madre con hijos a cargo), 84,7% están a cargo de una mujer.
Desocupadas jóvenes
La mujer mantiene un rol asignado culturalmente por el que recaen sobre ella de manera prioritaria las tareas de cuidado de hijos, adultos mayores y enfermos, además de los quehaceres domésticos, labores no remuneradas y generalmente no reconocidas como trabajo. Por ello, son muchas las que dependen del varón para su subsistencia y la de sus hijos (si tuviere).
Tal situación impacta en la disponibilidad de tiempo, ya sea para trabajar o para formarse si así lo desease.
Los datos de la DEIE son contundentes. De los varones de entre 30 y 64 años, 89,9% está incorporado al mercado laboral mientras que en ese mismo segmento lo ha hecho solo 54% de las mujeres.
La desocupación las afecta más y en particular a las más jóvenes. Entre los 30 y los 64 años, 6,4% de las que buscaban trabajo no lo consiguieron mientras que esta proporción es de 3,6% entre los varones. Peor aún es la situación entre quienes tienen entre 17 y 30 años, ya que la desocupación es de 17,1%.
Mal pagos o precarios
"El mercado nos tiene preparados los empleos más precarios y peor pagos", subrayó Graciela Garípoli, referente de la Agrupación Feminista Aquelarre.
La dirigente social señaló que la realidad es mucho peor para las mujeres que no tienen formación, ya que sólo pueden acceder a puestos laborales en la rama de los servicios.
“Esto expresa cierta sexualización porque se accede a las tareas relacionadas con la reproducción de la vida (las mismas que se hacen en el ámbito doméstico), dejándonos esto como destino”, agregó.
La poca calificación impide el acceso a mejores puestos de trabajo, pero aunque una mujer tuviera intenciones de formarse, suele ser difícil con el resto de las cargas sobre sus hombros.
Garípoli señaló estas dificultades y comentó que ellas acceden al nivel universitario pero muchas veces terminan relegando sus estudios para acompañar a sus parejas y que éstos puedan avanzar.
Silvina Anfuso, titular de la dirección de Género y Diversidad de la provincia, dijo que se observa que los últimos años hay una tendencia a mayor incorporación de mujeres al mercado laboral, sin embargo prevalecen los mecanismos por los cuales acceden a cargos mal pagos o trabajos precarios.
“Sobre las mujeres sigue recayendo la crianza de los hijos, entonces si te contratan para un trabajo tener hijos no es condicionante si sos varón, pero sí lo es si sos mujer, ya que son las que se piden licencia para cuidar hijos; es poco común que un varón se la pida para esto”, advirtió. Por otra parte, por las licencias ellas pierden beneficios lo que termina por reducir su salario.
Anfuso destacó que como el varón tiene avalada socialmente una mayor capacidad, las mujeres tienen que estar permanentemente demostrando la suya. Por otra parte, subsisten desigualdades también en un mismo puesto laboral, donde suele suceder que ellas tengan una categoría inferior aunque hagan la misma tarea.