Brasil y Argentina, comparaciones poco odiosas - Por Luis Dall’Agio

Brasil fue a las urnas con el siguiente podio de preocupaciones: crimen, corrupción y desempleo.

Brasil y Argentina, comparaciones poco odiosas - Por Luis Dall’Agio
Brasil y Argentina, comparaciones poco odiosas - Por Luis Dall’Agio

Mirar lo que ocurrió en Brasil con el triunfo de Jair Bolsonaro y sus posibles repercusiones políticas en Argentina puede abordarse desde las preocupaciones de sus pueblos.

Un estudio realizado hace poco por Ipsos en 28 países de Asia, Europa y América puede servir de base para proponer algunas comparaciones.

Por ejemplo, mientras en Brasil el 88 por ciento dijo que la dirección del país era mala, ese indicador se ubicó en el 68 por ciento en Argentina.

Existe un gran malestar con el rumbo de los dos países, lo cual es preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que en China el 92 por ciento de sus habitantes dijo lo contrario.

Respecto de las preocupaciones, Brasil fue a las urnas con el siguiente podio de temas: el crimen y la violencia, la corrupción política y financiera, y el desempleo.

En cambio, en la Argentina, los tres primeros temas son: inflación, desempleo y corrupción. El crimen y la violencia se ubican unos escalones a penas por debajo del podio. En ninguno de los dos países preocupa la inmigración y el terrorismo.

Desde esta perspectiva, las condiciones del ambiente en el que se desarrolla la política en los dos países tienen puntos en común, aunque quizás en tiempos distintos.

Argentina giró hacia la derecha en 2015. Más allá de Mauricio Macri, mucho del componente social, ideológico y político del PRO encuentra coincidencia en su pensamiento.

La diferencia radica en el escaso margen con el que ganó en Argentina, lo que obligó a una derecha más contemplativa de los debates de fondo, como la dictadura militar, el aborto y la situación de las minorías sexuales o el rol de la mujer, y un avance progresivo en los cambios estructurales. Esto antes de la última crisis económica desatada desde abril pasado.

Pero quizás el otro elemento en común que afecta a la Argentina y a Brasil es el fin de un ciclo vital de una generación de políticos que abre espacios más allá de las fuerzas tradicionales.

Esta es una oportunidad que los países están utilizando en un sentido claro y similar. Brasil comenzó procesos antes, como el Lava Jato; en Argentina la crisis de los cuadernos K llegó después.

En nuestro país la derecha comenzó primero a gobernar; en Brasil llegó después por métodos institucionales reprochados y señalados como poco claros desde lo institucional, como fue la destitución de la expresidenta Dilma Rousseff.

La crisis económica, el malestar general con el rumbo de los países, el hartazgo con la corrupción y la preocupación por la violencia son otros datos que tampoco se pueden soslayar.

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