¿Y dónde está Brasil? El Scratch todavía no aparece. Hasta ahora, nada por aquí, nada por allá. La dependencia de su jugador estrella, Neymar, es notoria. Sólo tiene fantasía en el compañero de Messi en el Barcelona, explosión en el contragolpe pero es lenta en el retroceso defensivo y, por momentos, carece de ideas para hacer daño en el arco contrario.
Aún no ha podido consolidar un juego colectivo vistoso y efectivo y su producción dista mucho de lo que supo ofrecer en Mundiales anteriores con brillantes jugadores como Romario, Cafú, Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldinho o Ronaldo. Paradójicamente, en “su” Copa del Mundo se muestra nervioso, incómodo y ha sido superado por varios de sus rivales de turno. Repasemos. Croacia, en el debut lo dominó. Sin embargo, los brasileños encontraron el bálsamo en las contras que tan bien manejan aunque el único jugador que desentone sea Fred, quien pareciese jugar para otro equipo.
Frente a México, la historia fue similar. Scolari se topó con un equipo sólido en defensa que presionó bien arriba y ofreció un contragolpe peligroso. México estuvo muy cerca de ganarlo aunque los brasileños también tuvieron ocasiones claras que hicieron crecer a la figura del arquero Ochoa. Frente a Camerún, el festín del cuadro africano vino por el lado de Dani Alves. En diferentes ocasiones, el lateral se vio doblegado. Pero fue entonces que apareció la magia de un Neymar determinante en el triunfo. Y el ingreso de Fernandinho por Paulinho en el entretiempo, le dio otra dinámica al mediocampo.
En octavos de final, Chile le dio una paliza táctica y desnudó todas sus falencias. Estuvo a centímetros (el pelotazo de Pinilla en el travesaño) del fracaso más estrepitoso de toda su historia y clasificó gracias a las atajadas del resistido Julio Cesar en los penales y a que Jara erró el último. “No se puede ganar el Mundial si jugamos con miedo”. Las palabras de Felipao en uno de los entrenamientos de esta semana son elocuentes. Y las razones están a la vista.
Es un equipo, joven y sin experiencia mundialista al que le está costando sobrellevar la presión de ser el anfitrión y tener la obligación de hacer feliz a a los torcedores. De hecho, Brasil está llorando en cada himno y en cada situación de peligro. Y esa fragilidad emocional se debe a que no está rindiendo lo esperado.
Preocupado por el pánico que ve en la cara de varios futbolistas, el DT mandó a llamar al equipo de psicólogas que había trabajado con el plantel antes del comienzo de la Copa del Mundo. Los jugadores aseguran que la angustiante clasificación a Cuartos los fortaleció, lo cuál está por verse. Mañana, ante la sorprendente Colombia de Pekerman, se sabrá. Porque en rigor de verdad, este Brasil todavía no se siente.