LUIZ LULA DA SILVA
Fue limpiabotas cuando niño y obrero metalúrgico en el corazón industrial de Sao Paulo. Con su trayectoria de superación, Luiz Inácio Lula da Silva se convirtió en el presidente más popular de Brasil y ahora quiere volver al poder. El único obstáculo es que desde el 7 de abril cumple una condena de 12 años y un mes de cárcel, acusado de haber recibido un apartamento como soborno de manos de la constructora OAS.
Lula, de 72 años, insiste en que es inocente y que la condena es parte de una conspiración que busca alejarlo de la carrera electoral. Según la ley brasileña, una persona condenada en segunda instancia queda inhabilitado para ser candidato. Pero eso solo podrá decirlo la justicia electoral, cuando el Partido de los trabajadores (PT) lo inscriba formalmente.
Así y todo, el ex presidente (2003-2010) continúa liderando los sondeos, con un 30% de intenciones de voto, y se impondría ante cualquier rival en una segunda vuelta.
JAIR Bolsonaro
Al ex capitán del Ejército Jair Bolsonaro, de 63 años, suele llamárselo el Donald Trump de Brasil, aunque no sea un “outsider” de la política, pues es diputado desde 1991.
Pero su gusto por las redes sociales y sus declaraciones provocadoras pueden acercarlo al magnate que se convirtió en presidente de Estados Unidos.
Sus caballitos de batalla favoritos son la defensa de la portación de armas, la reivindicación de la dictadura militar (1964-85) y de notorios torturadores de esa época. Y sus blancos principales: la corrupción, las políticas de igualdad racial y las garantías de protección de las tierras indígenas. Sus proclamas misóginas y homofóbicas también suelen causar indignación.
Una de sus principales cartas es haber sido preservado de las acusaciones de corrupción que sacudieron a los principales partidos de izquierda y de derecha.
Bolsonaro figura en segundo lugar en los sondeos, detrás de Lula, aunque sería derrotado por la mayoría de sus rivales eventuales en un balotaje.
Su candidatura será lanzada por el Partido Social Liberal (PSL), que a pesar de su nombre es de orientación conservadora.
Marina Silva
Fue empleada doméstica y tiene una hoja política de servicio impecable. Marina Silva, de 60 años, superó una pobre y dura infancia en la Amazonía y trabajó por la causa ambiental antes de entrar en el mundo de la política brasileña, dominada ampliamente por hombres.
De confesión evangélica, fue senadora del PT y ministra de Medio Ambiente de Lula, antes de romper con su mentor. Compitió en las presidenciales de 2010 y 2014, terminando en tercer lugar.
Suele ser criticada por su estilo poco incisivo y por no exponer sus posiciones con determinación y claridad.
Según las encuestas está en tercer lugar y podría vencer a Bolsonaro en una segunda vuelta.
geraldo Alckmin
En un país exhausto de escándalos políticos y reveses económicos, el ex gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, de 65 años, se vende como el más adulto entre “adolescentes”.
Fundador del centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), parte en la línea de largada con un 6% de intenciones de voto. Pero acaba de lograr el apoyo de una coalición de partidos de derecha y centroderecha que domina el Congreso, lo cual lo convierte en el hombre clave del establishment.
En 2006, el desabrido Alckmin ya intentó la aventura presidencial, pero fue derrotado en la segunda vuelta por el carismático Lula.
Henrique Meirelles
Henrique Meirelles fue hasta abril ministro de Hacienda del presidente Michel Temer, lo cual le obliga a lidiar con un doble rechazo, dado que Temer es el presidente más impopular en la historia democrática del país y su gobierno aplicó un severo plan de austeridad.
Con 72 años, el abanderado del Movimiento Democrático Brasileño (MDB, centro-derecha), cuenta con el respaldo de los inversionistas, pero tiene apenas un 1% de intenciones de voto.
Ciro Gomes
Hay quien ve a a Ciro Gomes como alguien capaz de capitalizar el voto de izquierda con Lula preso.
Sin embargo, Gomes, del Partido Democrático Trabalhista (PDT), no conquistó el apoyo de las fuerzas de izquierda y parece estar cada vez más aislado.