Brasil: enero sangriento y una política de seguridad ineficaz

En 2016 hubo 61.619 asesinatos, 7 por hora. Las propias autoridades admiten el fracaso de sus estrategias.

Brasil: enero sangriento y una política de seguridad ineficaz
Brasil: enero sangriento y una política de seguridad ineficaz

La madrugada del 1 de enero, cuando millones de brasileños celebraban el Año Nuevo, la fiesta acabó rápido en una cárcel del centro del país: 9 presos fueron brutalmente asesinados, 2 de ellos decapitados, en un motín que marcó el tono de 2018.

El episodio fue el inicio de un enero sangriento en Brasil, con tiroteos multiplicándose en las favelas de Río, la masacre de 14 personas en un club nocturno de Fortaleza y un nuevo choque entre facciones que dejó 10 muertos más en una prisión cercana a esa ciudad del noreste.

La violencia acompaña al gigante latinoamericano desde hace décadas, pero en medio de la crisis fiscal en muchos estados, de cuyo presupuesto depende la seguridad pública, empieza a ser visibles niveles críticos.

"El sistema de seguridad ha fallado", reconoció el miércoles el ministro de Defensa, Raul Jungmann, desde Río.

Ese día, una de las principales vías de acceso al aeropuerto de la "Ciudad Maravillosa" fue cortada por un enfrentamiento entre policías y narcotraficantes.

En la larga cola de vehículos, escenas de pánico: algunos conductores salían corriendo despavoridos de sus autos, mientras una mujer intentaba proteger con su cuerpo a sus hijos.

“Precisamos tomar las medidas necesarias antes que sea demasiado tarde y que nos lamentemos por estar repitiendo la trayectoria de otros países”, dijo Jungmann a GloboNews, citando en particular la situación de México.

La cuestión es compleja. Hay razones estructurales como una desigualdad y una corrupción enquistadas, sumadas al acceso cada vez mayor a armas de alto poder por grupos de traficantes que se fortalecen en cárceles sobrepobladas y tiñen de sangre el país, en una pelea despiadada por el control del mercado de drogas.

La tasa de crímenes supera a la de México, de 21 cada 100.000, y es una de las más altas del mundo.

Todo eso en medio de una lógica de “guerra” contra el crimen y una policía que ha visto atrasado el pago de sus salarios en algunos estados prácticamente en bancarrota, como Río, y que más de una vez aparece involucrada con las bandas del tráfico.

La Constitución de 1988, elaborada después de la dictadura, tiene también parte de culpa en el fracaso de las políticas de seguridad pública. La Carta Magna dio prácticamente toda la responsabilidad a los Estados.

"La seguridad pública era el 'patito feo'. Estábamos saliendo de una dictadura y nadie quería nada con la seguridad pública. No hay duda de que Brasil necesita de un nuevo pacto federal, la seguridad pública tiene que ser un tema federal", dijo Arthur Trindade, profesor de la Universidad de Brasilia y ex secretario de seguridad del Distrito Federal.

Además de la cuestión presupuestaria, Trindade remarca que la Secretaría Nacional de Seguridad Pública, incluida dentro del ministerio de Justicia, emplea a unos pocos funcionarios en un país de 208 millones de habitantes. También, que no existe una ley que estructure a las policías ni un sistema de estadísticas "confiable" para planear acciones.

En su último informe, la ONG Foro Brasileño de Seguridad Pública cifró en 61.619 los asesinatos en el país en 2016, 7 homicidios por hora, un récord que refleja tanto el aumento de la letalidad policial como del asesinato de agentes y que implica una tasa de 29,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, por encima de los 21 estimados en México.

Aplicación para eludir tiroteos en Río

Es tal la violencia en Río de Janeiro que ofrecen información en el teléfono para no quedar en medio de las balas. Sólo en enero hubo 668 tiroteos, un récord.

“Onde tem tiroteio” (¿Dónde hay tiroteo?) es una aplicación hecha a medida para los habitantes de Río. Basta bajarla en el celular para saber, con precisión, en qué lugar de la ciudad se escuchan disparos o hay enfrentamientos.

El miércoles y el jueves de la semana que concluye saltaron los alertas: las balas zumbaron de lado a lado en la Linha Amarela, la autopista de triple mano que bordea el Aeropuerto Internacional Tom Jobim y pasa por el exclusivo barrio de Barra da Tijuca.

Los dos hechos ocurrieron entre las 8 de la mañana y el mediodía, a la altura exacta de Ciudad de Dios. El miedo recorrió la espina dorsal de los automovilistas que cruzaban la línea de fuego en el momento exacto de las hostilidades.

Muchos no esperaron a que se acallaran los estampidos: abandonaron sus autos para guarecerse en algún lugar. Otros se parapetaron detrás de sus propios coches y muchos colocaron sus niños en los pisos de los vehículos con la esperanza de eludir las balas.

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