Brasil, la mayor economía de Latinoamérica, atraviesa una de las peores crisis de su historia, con una caída del Producto Interior Bruto (PIB) del 3,6 por ciento en 2016, pérdidas en todos los sectores productivos y dos años consecutivos de recesión.
La caída del 3,6 % se suma al descenso del 3,8 % registrado en 2015, una racha negativa que no se producía en el gigante suramericano desde la década de 1930.
El nuevo desplome del PIB, divulgado hoy por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), es reflejo de la profunda crisis económica que atraviesa Brasil, que ha desembocado en la destrucción de empleo a un ritmo nunca antes visto en el país.
"El número es muy malo, pero era el esperado", aseguró el especialista económico Nelson Marconi, de la Fundación Getulio Vargas, que señaló además al alto índice de paro como uno de los factores que retrasarán la recuperación.
La tasa de desempleo en el trimestre concluido en enero de 2017 alcanzó el 12,6 % de la población económicamente activa y un récord de 12,9 millones de personas buscando empleo, según datos del Gobierno.
El consumo de las familias, uno de los motores de la economía nacional, cayó en 2016 el 4,2 % en relación al ejercicio precedente, cuando sufrió un descenso del 3,9 %.
"El desempleo está muy alto, la demanda en el sector privado es muy baja, por lo que la recuperación no vendrá por parte del sector privado", explicó Marconi.
La severa caída en el sector agropecuario, que en 2015 fue el único que terminó en positivo con un crecimiento del 1,8 %, se debió principalmente al mal desempeño de la agricultura, apuntó el informe del organismo.
La construcción cayó un 5,2 %, mientras que la industria extractiva mineral reculó el 2,9 %.
En servicios, el transporte, almacenamiento y correo acusó una bajada del 7,1 %, seguido del comercio, que se derrumbó el 6,3 % el año pasado.
En el sector externo, las importaciones de bienes y servicios bajaron el 10,3 %, mientras que las exportaciones crecieron el 1,9pero con un impacto menor debido a la revalorización del real registrada en los últimos meses, apuntó el especialista.
Según el IBGE, en 2016 el conjunto de bienes y servicios producidos en el país en valores corrientes sumó 6,2 billones de reales (unos 2 billones de dólares) y el PIB per capita registró una caída de 4,4 % en términos reales comparado con 2015, hasta llegar a los 30.407 reales (unos 9.765 dólares).
Pese a los malos datos macroeconómicos, el presidente de Brasil, Michel Temer, y varios de sus ministros, se mostraron hoy optimistas en relación al futuro a corto plazo y afirmaron que la economía del país se está "recuperando".
"Estamos poniendo la casa en orden", declaró Temer en una reunión de un consejo económico, sin aludir directamente a la contracción del PIB del 3,6 % de este año.
El mandatario se refirió a las reformas de ajuste fiscal que su Ejecutivo ha puesto en marcha desde que asumió de manera definitiva, en agosto pasado, tras la destitución de Dilma Rousseff, despojada de la Presidencia por el Legislativo.
Entre esas iniciativas figura la imposición de un techo de gasto público para los dos próximas décadas, aprobada en diciembre, que supeditará el nivel de inversión a la tasa de inflación del año anterior, y las propuestas para aumentar la edad de jubilación y flexibilizar las leyes laborales.
El ministro de Hacienda, Henrique Meirelles aseguró que los agentes económicos deben "confiar" en el "presente y el futuro" y dejar de "mirar el retrovisor", y atribuyó los malos resultados de 2016 a la gestión de Rousseff.
Pese a la contundencia de las cifras de 2016, el mercado brasileño apunta que 2017 será el inicio de una lenta recuperación y pronostica un crecimiento del 0,49 % y del 2,39 % para 2018.
Según Marconi, la previsión de una inflación a la baja, que cerró el año pasado en 6,29 %, dentro del límite máximo, y que para 2017 podría alcanzar el 4,36 %, unido a la bajada de las tasas de interés del Banco Central, son otros dos factores que ayudarán a Brasil a salir del pozo.