A tres días del deslave de desechos mineros en Brasil, la búsqueda por 28 desaparecidos se tiñó ayer de desesperanza cuando una autoridad reconoció que “con seguridad” casi la mitad de ellos habría muerto.
Fernando Pimentel, gobernador del estado de Minas Gerais (sureste), donde el jueves se rompieron los diques de dos embalses de agua y desechos de una empresa minera, admitió en una rueda de prensa que “la esperanza va disminuyendo” a medida que pasan los días.
“Con seguridad los 13 desaparecidos que estaban en el depósito al momento de la ruptura difícilmente serán encontrados aún con vida, lamentablemente tenemos que reconocer eso”, declaró.
Hay otras 15 personas desaparecidas, de varios poblados en torno a Mariana -pequeña ciudad histórica de Minas Gerais- donde ocurrió el desastre el jueves.
Según Pimentel, esas personas podrían haber alcanzado a escapar de la poderosa ola de barro o estar aisladas en alguna localidad sin que hasta ahora hayan sido contactadas.
"No le quiero quitar la esperanza a nadie, puede que consigamos a alguien con vida, pero a medida que va pasando el tiempo la esperanza va disminuyendo", reconoció. Pimentel dijo también que todavía no sabe qué causó la ruptura el jueves de las presas de la mina Samarco.
Agregó que se trató de "una tragedia de grandes dimensiones''.
Hasta ahora el balance oficial es de dos muertos y 28 desaparecidos después que el jueves por la tarde cedieran los diques de dos embalses con millones de metros cúbicos de agua y desechos de la extracción de mineral de hierro de la empresa Samarco, un joint venture entre la gigante brasileña Vale y la australiana BHP Billiton.
Un tercer cuerpo fue visualizado en el cauce del río, pero los bomberos aún no confirmaron si se trata de una nueva víctima del deslave.
Sigue la búsqueda
En la mañana de ayer, equipos de rescate reiniciaron la búsqueda en al menos ocho poblados en torno a Mariana, distante a unos 75 km en línea recta desde la capital del estado, Belo Horizonte.
La búsqueda había sido suspendida la noche del sábado “porque es un lugar de muy difícil acceso y de mucho riesgo”, explicó el alcalde de Mariana, Duarte Gonçalves Junior. Además ha llovido fuerte en la zona y eso dificulta las operaciones de rescate. Helicópteros, vehículos, equipos especializados de las fuerzas públicas y perros trabajan en los operativos.
“Todas las comunidades fueron visitadas por medio aéreo. Llevamos médicos, agua, comida”, relató por su parte el comandante general de Bomberos de Minas Gerais, coronel Luiz Gualberto Moreira. Uno de los pueblos donde se rastrea es Bento Rodrigues, de 620 habitantes, que quedó totalmente cubierto por esa especie de arena movediza.
Muchos rescatados
Medio millar de personas de ese lugar ya fueron rescatados con vida y, tras lavarse con agua y jabón para librarse del fango y los residuos del mineral, fueron conducidos a albergues y hoteles en Mariana.
El trabajador de Samarco Marcelo José Felicio, de 30 años, busca a su madre, una anciana que aparentemente no pudo escapar de la ola de barro que se comió al pueblo de Bento Rodrigues.
“Dicen que entró a la casa a buscar alguna cosa. Cerró la puerta y salió. Un chico que vive cerca la vio corriendo, pero como es anciana no pudo avanzar más y el barro se la tragó. Hasta ahora no sé donde está”, dijo Felicio.
Además de arrasar con todo a su paso, la enorme ola de agua, tierra y desechos minerales causó un “enorme daño ambiental”, según uno de los investigadores de la fiscalía del estado.
Ayer, BHP dijo en una nota que está apoyando a Samarco y que su director ejecutivo, Andrew Mackenzie, visitará el lugar del incidente esta semana para reunirse con representantes de Samarco, autoridades y miembros de la comunidad.
“Nuestra prioridad es ayudar a Samarco a responder de manera segura y eficiente a esta terrible tragedia”, declaró Mackenzie citado en una nota este domingo.
No hay certezas sobre las causas del deslave. Samarco asegura que los embalses habían sido sometidos a fiscalización en julio de 2015 y que “se encontraban en total condición de seguridad”.
Sin embargo, la fiscalía de Minas Gerais investigará si los controles técnicos de las estructuras y las medidas de seguridad estaban en regla.
Poco antes de la tragedia se registraron pequeños temblores en la zona, algo habitual en Brasil. Pero expertos en sismología de la Universidad de Sao Paulo estiman improbable que esos movimientos hayan causado la ruptura de los diques.
La odisea de llevar agua
En la zona rural de Gesteira quedó en pie sólo la iglesia, le rodea un lago de lodo ocre espeso. Seis familias están aisladas allí esperando por comida, agua y alguna esperanza para superar la tragedia.
Como una serpiente, los millones de litros de mineral de hierro y agua tomaron ríos e invadieron otras pequeñas poblaciones, que no paran de recordar una avasalladora inundación en 1979.
“Pero nunca nada como esto”, comentaba Eloisa Gomes a sus vecinos mientras veía incrédula el peladero que dejó esta avalancha en Gesteira, zona rural de la ciudad de Barra Longa.
No queda ni la sombra del pastizal de la hacienda El Congo que hace poco “estaba todo verdecito”.
El alcalde de Mariana, Duarte Junior, dijo este sábado que “lo peor ya había pasado” y que el foco estaba en rescatar personas y asistir a las comunidades más afectadas.
Un grupo de voluntarios con vehículos 4x4 se puso al servicio de la Cruz Roja brasileña para llevar provisiones a Gesteira y otros caseríos aislados por el lodo.