Brasil agrega interrogantes y desafíos - Por Rodolfo Cavagnaro

El futuro ministro de Economía de Bolsonaro, Paulo Guedes, afirmó que “ni Argentina ni el Mercosur serán prioridad para Brasil”.

Brasil agrega interrogantes y desafíos - Por Rodolfo Cavagnaro
Brasil agrega interrogantes y desafíos - Por Rodolfo Cavagnaro

El triunfo de Jair Bolsonaro como nuevo presidente de Brasil, que asumirá sus funciones en enero de 2019, desató muchas polémicas por el perfil político que el mismo se encargó de construir durante su campaña. Pero en paralelo, el triunfante candidato comenzó a delinear una estrategia en materia económica que, en principio, han causado preocupación en muchos sectores.

En el caso de Argentina, los temores se hicieron más palpables con las declaraciones del ya designado ministro de Economía, Paulo Guedes, quien afirmó que “ni Argentina ni el Mercosur serán prioridad” en la próxima gestión. De hecho, el gesto político más claro estuvo en el anuncio de que el primer viaje al exterior será a Chile.

Ante estos anuncios, y la polémica personalidad del presidente brasileño, surgieron voces de alarma, sobre todo de los sectores más afectos al proteccionismo, ya que Bolsonaro explicó que sus objetivos son abrir la economía (la de Brasil es una de las más cerradas del mundo), bajar aranceles y o cerrarse.

Si bien no hubo referencias al Mercosur, el nuevo gobierno tendría la idea de flexibilizar el acuerdo, algo que desde muchos sectores de la Argentina se viene pidiendo y, que hasta ahora, solo recibió respuestas tímidas y con poca convicción de los funcionarios argentinos. Esta posición del brasileños, que n o será fácil de implementar, puede destrabar el crecimiento para ambos países.

Problemas que traban

El Mercosur tiene problemas ya que nació con muchas aspiraciones, pero con muy pocas decisiones que permitieran concretarla. En lugar de nacer como una Zona de Libre Comercio se diseñó un sistema que es una Unión Aduanera Imperfecta, ya que por grandes diferencias macroeconómicas no se podían adecuar las tasas impositivas y por ende, no se podía llegar a generar un Mercado Común.

Esta Unión Aduanera nació con un arancel externo común del 35% que debía disminuir gradualmente hasta alcanzar un máximo de 10% en cinco años. Este gradualismo era para permitirle a las empresas hacer las inversiones y alcanzar condiciones de competitividad para enfrenta la globalización. La idea era que surgieran empresas fusionadas que pudieran alcanzar niveles de escala suficientes para mejorar la competitividad de la región.

El primer traspié fue con el “efecto tequila” que benefició a la Argentina por lo que, al año siguiente, Brasil devaluó su moneda y le generó un problema serio a nuestra economía que comenzó a trastabillar, mientras se repetían otras crisis en países emergentes (Tailandia, Rusia).

El problema estalló en 1998, cuando Argentina se quedó sin crédito en los mercados mundiales (algo similar a lo ocurrido en abril pasado) por un efecto combinado con cabeza a una fuerte revaluación del dólar en los mercados mundiales, mientras nosotros teníamos al peso atado al dólar en una cotización fija. Desde entonces hubo marchas y contramarchas que llevaron a los industriales de ambos países a pedir que no se tocara el arancel externo, lo cual hasta ahora no se modificó.

Hasta ahora, el Mercosur funcionó como una barrera proteccionista para evitar competencias externas pero no sirvió para que la economía se proyectara aprovechando las ventajas que generaba la globalización creciente. El agravante es que los países se lanzaron en una competencia para atraer capitales extranjeros a los que se les garantiza protección contra la competencia externa.

Interrogantes y dudas

Uno de los grandes interrogantes es dilucidar la compatibilidad entre el discurso económico y el político de Bolsonaro, porque, en un principio, se presentó como una versión sudamericana del presidente norteamericano, Donald Trump, con ideas totalmente proteccionistas, algo xenófobo para con los migrantes, aparte de su discurso apoyando la dictadura y sus prédicas misóginas y homofóbicas.

Una parte de los integrantes de su equipo son miembros del ejército, muy comprometidos con las causas nacionalistas y proteccionistas, comenzando por su vicepresidente. Pero, además, el equipo económico quiere llevar adelante la otra parte del discurso del Presidente en el sentido de bajar aranceles, abrir la economía, negociar con todos los bloques y todas las potencias, lo que genera la duda acerca de cómo se resolverá esta interna en el equipo de gobierno.

También están las dudas acerca del funcionamiento del sistema republicano, ya que el nuevo gobierno estará franca minoría en el Congreso, que además está muy fragmentado, y necesitará atar alianzas dentro del parlamento que, seguramente, le pondrán freno a muchas iniciativas o las tratarán de moderar.

La otra duda proviene del Poder Judicial que, a pesar de haber sido denostado por el nuevo presidente, está mucho más prestigiado por la actuación de Juez Moro en el caso del Lava Jato. En este caso hay que recordar que ha sido la justicia la le puso frenos a la reforma laboral del actual presidente Temer, dejándola a mitad de camino, aunque mucho más avanzada que la de Argentina. El Poder Judicial, si se respeta la independencia de poderes, no lo dejará avanzar a franjas oscuras o recordatorias del pasado, según estiman los analistas.

Miedo a la apertura

En Argentina las posiciones del nuevo mandatario vecino han  causado mucho temor en sectores empresarios acostumbrados a la protección y comienzan a hacer advertencias. Unas son razonables y otras no. Las razonables están en línea con la necesidad de bajar impuestos para poder ser competitivos ya que de esta manera ni siquiera un tipo de cambio alto asegura las posibilidades de competir. Pero esto exige bajar el gasto público y es lo que preocupa a la dirigencia política, especialmente de las provincias, representada en la posición de los gobernadores y de los legisladores.

Pero otra preocupación pasa por el frente cambiario. Aunque no lo digan, los empresarios quisieran un tipo de cambio fijo puesto por el Estado porque, aunque hablan mucho de mercado, en realidad le tienen pánico al mercado. Mucho más si se piensa en bajar el arancel externo común o, lo peor, que desaparezca y que cada país tome sus propias decisiones.

Con los resultados de Octubre, en los que el dólar perdió casi 12%, muchos entraron en pánico, aunque la existencia de las bandas de intervención les asegura que, al menos, los pisos de la cotización se irán actualizando al ritmo estimado de la inflación.

Pero falta mucho por recorrer. Falta saber cómo se comportará la tasa en EE.UU. porque de eso depende el valor internacional del dólar. Si la moneda norteamericana se sigue fortaleciendo traerá dos consecuencias negativas: la presión devaluatoria sobre el peso, llevando la cotización sobre el techo de la banda y la caída del precio de las materias primas.

Respecto del dólar, no se ven riesgos en el horizonte porque ha caído la demanda de importadores y de viajeros al exterior, pero aumentó la oferta por la llegada de desembolsos del FMI, por mayores ingresos de exportaciones, que se acelerarán entre diciembre y junio próximos y por ingresos especulativos. No obstante, si Brasil promoviera una mayor devaluación del real crearía un problema adicional, aunque las nuevas autoridades lo han negado, por el momento.

Solo falta ver comportamiento de las tasas, en la medida que se aplaquen las expectativas inflacionarias, aunque falta un largo recorrido para que se coloquen en niveles razonables para, también, ser competitivas.

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