Boudou y sus respuestas nada creíbles

Ante cada cuestionamiento, el vicepresidente de la Nación brinda respuestas tan poco creíbles que han llevado a que las críticas surjan no sólo desde la oposición sino también de muchos kirchneristas que, en un principio, se habían abroquelado en su defen

Boudou y sus respuestas nada creíbles

Las respuestas, mucho más parecidas a excusas, que el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou ofrece a cada una de las preguntas que se le realizan sobre temas en los que se encuentra involucrado, no resultan para nada convincentes. Intenta despegarse de los planteos pero con argumentos tan débiles que ha generado cuestionamientos: primero de la oposición y ahora de parte de sectores del propio kirchnerismo que, en un principio, se habían abroquelado para defenderlo.

Boudou tuvo una carrera política meteórica dentro del kirchnerismo. De partir como un empleado calificado de la Anses, pasó a dirigir el organismo; a ser designado luego ministro de Economía y a terminar ocupando el segundo cargo en importancia en el país. De todos modos, su acercamiento al peronismo tiene algunos rasgos similares a otros que compartieron sus primarios ideales. Boudou, como María Julia Alsogaray y Adelina Dalesio de Viola, fue afiliado a la Ucedé.

Con una diferencia, tanto María Julia como Adelina se “incorporaron” al peronismo aduciendo, con razón, que el entonces presidente Carlos Menem compartía sus mismas ideas liberales. Boudou, por el contrario, pasó de ser liberal a convertirse en un progresista a ultranza, en una actitud similar a la de su ex correligionario y ahora también kirchnerista Ricardo Echegaray, titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos.

Sin lugar a dudas, el hecho que colocó a Amado Boudou en los primeros planos fue su participación directa al impulsar la estatización de las AFJP. El reconocimiento de parte de la familia Kirchner fue inmediato y su posicionamiento creció en forma permanente. Necesitó, sin duda, habilidad e inteligencia para avanzar políticamente en esa maraña que es el peronismo, y más de un dirigente debió aceptar a regañadientes cuando el dedo de la Presidenta funcionó para designarlo su compañero de fórmula.

El premio recibido por su fidelidad terminó jugando en contra al actual vicepresidente. Hizo gala de su buen pasar económico vacacionando en Brasil, con motocicletas de alta gama y con gastos mensuales, según su propia declaración jurada, que superaban con creces sus ingresos salariales como segunda autoridad del país. Es factible que esa situación haya influido también en algunas de sus actitudes y, creyéndose invulnerable, cometió errores que ahora lo han llevado a la Justicia.

Pero lo serio y lo enervante del caso son las respuestas que brinda Boudou a cada uno de los cuestionamientos. Dijo, por ejemplo, que desconocía quién ocupaba un departamento de su propiedad ubicado en Puerto Madero, siendo que era él quien pagaba las expensas y hasta los gastos de luz y de teléfono; incurrió en una serie importante de contradicciones, equivocaciones, olvidos y omisiones en la presentación de sus declaraciones juradas ante la Oficina Anticorrupción, como por ejemplo no declarar tres embarcaciones que sí las presentó ante el juez en la causa judicial y hasta ha llegado a asegurar que fueron los “gestores” los culpables que falsificaron los papeles por el auto a su nombre que figura con supuesta documentación falsa. Señalar las contradicciones y errores en que incurrió solo en la causa Ciccone demandaría varias páginas para mencionarlas y por las cuales está siendo procesado por la Justicia.

En todos los casos, Amado Boudou asegura que es inocente. Según la Real Academia Española, el término “inocente” tiene dos acepciones: por un lado, que “se aplica a la persona que está libre de culpa” y, por el otro, “a la persona que es simple, fácil de engañar, falta de malicia, cándida e ingenua”. En el primero de los casos, será la Justicia la que determine en definitiva su culpabilidad o inocencia. En el segundo, que sería donde se quiere ubicar Boudou al aducir que desconocía lo que estaba ocurriendo, los hechos determinan que no está diciendo la verdad, porque ningún “cándido” o “ingenuo” llega a ocupar el segundo cargo en importancia más alto del país.

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