Laura Videla tiene miedo. En la puerta del local de ropa que su cuñada tiene en la vereda Oeste de 9 de Julio, a metros de Rivadavia, en pleno Centro, un cartel advierte: "Golpee por favor". Ella se asoma por la vidriera y abre apenas la puerta, que está bajo llave. Incluso pide ver el carnet de prensa del equipo de Los Andes para permitir el ingreso.
Hace menos de una semana en ese local, Cecilia Pellegrini fue encerrada en el baño durante el violento asalto que sufrió. Pero historias como esa se repiten con frecuencia y en la misma calle: la Rivadavia.
Con menos de 24 horas de diferencia, en los últimos días dos locales de la arteria céntrica sufrieron robos. El martes, una conocida fiambrería que se ubica a metros de avenida San Martín sufrió la rotura de sus vidrios. Los ladrones se llevaron seis vinos, una tabla de picadas y lo que pudieron arrebatar antes de que un vecino escuchara el ruido del caño que utilizaron para destruir la vidriera y escaparon con total tranquilidad.
Así lo detalla José Rodríguez, el dueño del lugar, quien lleva la cuenta: es la cuarta vez que le roban.
Horas después, ladrones destrozaron la vidriera de un local de DirecTV y robaron un LED, que luego fue recuperado.
Los relatos de los comerciantes de esa calle se agolpan y coinciden. Por allí, "mecheros" hacen gala de sus engaños y arrebatos en las casas de ropa y la acción de boqueteros deja sus huellas a la mañana siguiente.
“Son pibes que paran en la plaza Independencia y en la noche bajan a hacer daño y se roban lo que encuentran. El problema es que hacen daño a gente que trabaja todo el día”, resume un tarjetero que prefiere no revelar su identidad.
Los comerciantes van más allá. Apuntan a los cuidacoches informales que por la noche ganan la zona, a quienes van a hacerse unas monedas abriendo las puertas de los taxis y a los vendedores de droga. "En la esquina de Rivadavia y San Martín, donde está la parada de taxis, venden droga después de las 12 de la noche. Todos lo saben", denuncian.
"El otro día agarramos a un mechero que se había llevado un bolsón de ropa de uno de los negocios. Pero a veces vienen de a tres: algunos se quedan custodiando afuera y no podés hacer nada", suma el trabajador del estacionamiento medido.
“No hay policías”
Hay otra queja en común: no ven a policías por la zona, sobre todo cuando cae la noche y hasta la madrugada. Entonces, cuando vuelven a abrir sus locales, los comerciantes muchas veces se encuentran con las vidrieras dañadas y con menos productos en el interior. "Hace dos semanas nos hicieron un boquete", cuenta Gimena Muñoz (21) en el quiosco de su madre, y señala una enorme abertura en el interior del local. "Se llevaron algo de plata y cigarrillos", admite con resignación.
Y agrega: “De día es tranquilo. En la tarde-noche se empieza a poner pesado. El problema es que, cuando te desvalijan, como pasó con los chicos de Rómoli (una tienda de ropa para niños), hay una familia atrás que pierde mucho de su trabajo”.
"Cuando cerramos nos quedamos intranquilas porque de noche es zona de nadie", resume Gimena. "Nos han tomado de punto. Y eso que estamos a una cuadra del Kilómetro Cero, pero ahora tenemos miedo porque han empezado los asaltos", acota su madre, Andrea Muñoz.
Justamente el viernes pasado, cerca de las 20, un hombre "de aspecto norteño" llegó a "Gretta", una tienda de ropa femenina. Sin demasiados rodeos, amenazó a Cecilia Pellegrini con su mano por debajo del bolsillo de una campera, simulando tener un arma de fuego. "Le pedía que le diera la plata, preguntaba por una caja fuerte y mi cuñada le decía que no tenemos caja de seguridad. Entonces le robó una notebook, su celular y la cartera. Después la encerró en el baño y desde adentro del local le gritaba: 'No salgas, que todavía estoy acá; salí cuando yo te diga'. No se llevó ni una pilcha", recuerda Laura, quien ayuda a la víctima a atender al público en el local.
La mujer advierte que además sufren los robos de "mecheras". "Una se va a probar ropa y la otra se hace la que espera o va mirando cosas. En cuanto te descuidás, alguna de las dos te roba algo", explica la comerciante.
Y añade una frase que se repite, antes de despedirse y volver a encerrarse en el local: "Cuando hay hechos de inseguridad la Policía aparece dos o tres días, pero después el Centro es tierra de nadie".
Un local de ropa de niños, una tienda de indumentaria urbana, una óptica, un local de ropa femenina, un quiosco, un local de DirecTV. Los hechos son enumerados por los comerciantes, entre la resignación y un grito contenido de ayuda. Durante la recorrida de este diario por la zona, sólo pudo observarse a dos bici-policías patrullar. "Cuando nos robaron en el otro local nos reunimos todos los comerciantes de la zona con el comisario y por un tiempo hubo presencia de la Policía, pero después... nada", comenta Marita Dinocencio, vendedora de "Rómoli".
Grupos de WhatsApp, cámaras internas y externas, puertas cerradas en pleno horario de atención al público, timbres, botones antipático, son algunas de las herramientas que implementan los encargados y empleados de los comercios de calle Rivadavia. Incluso han evaluado contratar a un sereno y dividir el pago de sus servicios entre todos.
"Yo me voy todas las noches y pongo las rejas. El problema es que no sé si mañana voy a llegar y voy a encontrar de nuevo el vidrio roto y que me han robado mercadería... Otra vez", cierra con resignación e impotencia José Rodríguez, dueño de "Il vero queso".
Voz oficial: “Hemos tomado nota y enviado recursos”
Desde la Jefatura departamental de Capital afirman que están al tanto de los hechos que denuncian los comerciantes de calle Rivadavia. En diálogo con Los Andes, el recientemente asumido jefe departamental sostuvo que ya han reforzado la seguridad en la zona.
“Hemos tomado nota de la problemática y nos vamos a reunir con los comerciantes y vecinos para prevenir este tipo de ilícitos. Se está generando un plan integral entre el municipalidad, la Jefatura Departamental y el Poder Judicial para darle solución a la problemática”, indicó el comisario inspector Eduardo Muñoz.
Y agregó: “Los últimos aprehendidos son indigentes que han estado viviendo por la zona. Una de las quejas es que, medianamente, las víctimas tienen identificadas a las personas que delinquen pero que vuelven porque no quedan detenidos. Estamos trabajando en ello y para encontrar un mecanismo de contención también a través del municipio”.
Muñoz aseguró que “ya se están implementando rondines” de efectivos en la zona. “Hemos enviado recursos al lugar en horarios críticos”, detalló.
Por último, Muñoz admitió que los robos “generan un gran impacto social porque representan un perjuicio más grande que lo que terminan sustrayendo” ya que es más costoso reponer una vidriera que el botín que puedan llevarse.