El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, criticó el cierre de escuelas y comercios adoptado por algunos estados brasileños para contener el avance del coronavirus, y afirmó que el país debe "volver a la normalidad" para no poner en riesgo la economía.
"Algunas autoridades de estados y municipios deben abandonar el concepto de tierra arrasada: la prohibición de transporte, el cierre del comercio y el confinamiento masivo", dijo Bolsonaro, en un discurso transmitido en cadena por radio y televisión que reavivó las críticas al presidente por su manejo de la crisis sanitaria.
"Debemos mantener los empleos y preservar el sustento de las familias", agregó el mandatario.
Médicos y expertos en salud aseguran que las medidas que restringen los movimientos de la población son esenciales para impedir que el contagioso virus se expanda de forma incontrolable hasta hacer colapsar los servicios de salud, como ha ocurrido en Italia, el país más afectado por la pandemia.
Pero Bolsonaro, siguiendo la línea de su par estadounidense Donald Trump, defiende que los efectos de la paralización económica pueden ser peores que los del propio virus.
"El virus llegó a Brasil, lo estamos enfrentando y en breve pasará. Nuestra vida tiene que continuar. Los empleos tienen que mantenerse. El sustento de las familias tiene que ser preservado. Debemos, sí, volver a la normalidad", declaró el mandatario brasileño.
Brasil registró hasta el momento 46 muertes y 2.201 casos de coronavirus. El ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, sostiene que el país se está preparando para enfrentar el auge de la epidemia entre los meses de abril y junio.
"El grupo de riesgo [del COVID-19] es el de las personas de más de 60 años. ¿Entonces por qué cerrar escuelas?", se preguntó Bolsonaro, pocas horas después de que Sao Paulo, el estado más rico del país, pusiera en marcha una cuarentena de todos los servicios no esenciales.
El presidente de extrema derecha volvió a criticar, como ya hizo en varias ocasiones, lo que considera una "histeria" de los medios en torno a la pandemia y reiteró que Brasil tiene una población joven y un clima cálido poco favorables para su propagación, al contrario de Italia.
En respuesta al discurso del presidente, el alcalde de Sao Paulo, Bruno Covas, pidió a la población quedarse en casa.
"Es una enfermedad seria y causa muertes. Por eso, son necesarios algunos sacrificios (...) Si hacemos nuestra parte, quedándonos en casa lo más que podamos, disminuiremos el contagio", exhortó en un video.
Tras una semana en la que su gobierno adoptó medidas enérgicas para prevenir los efectos de la pandemia (como el cierre de fronteras y decretar el estado de calamidad para poder destinar más recursos públicos a su combate), Bolsonaro retomó el discurso de que en la mayoría de los casos se trata apenas de una gripe leve.
"Oponerse a los infectólogos supera los límites. Si no se calla estará preparando el fin. Es mejor su fin que el de todo el pueblo", fustigó en Twitter el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia -pieza clave del tablero político en Brasilia- consideró "equivocado" el discurso de Bolsonaro y dijo que "cabe a los brasileños seguir las normas determinadas por la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Salud".
El presidente del Senado, David Alcolumbre, quien contrajo el virus y se encuentra en aislamiento domiciliario, también criticó la postura de Bolsonaro, a la que consideró "grave".
Por octavo día consecutivo, el mandatario enfrentó cacerolazos en varias ciudades del país, donde se oyeron gritos de "irresponsable", "incompetente" y "Fuera, Bolsonaro", mezclados con palabras de apoyo al presidente.
Debido a la crisis sanitaria, el gobierno brasileño redujo su proyección de crecimiento económico en 2020 de 2,1% a un resultado casi nulo de 0,02%.