Las Fuerzas Armadas bolivianas decidieron realizar operaciones conjuntas con la Policía para contener la violencia desatada en varias regiones del país por leales al renunciante presidente Evo Morales, dijo su comandante general William Kaliman.
"El mando militar de las Fuerzas Armadas ha dispuesto que se ejecuten operaciones conjuntas con la Policía para evitar sangre y luto en la familia boliviana", dijo Kaliman en una declaración televisada. La Policía había solicitado horas antes la intervención militar porque su capacidad operativa había sido superada.
La intervención armada se produce luego de que el jefe de la Policía de La Paz pidiera hoy a las Fuerzas Armadas que intervengan para frenar la violencia generada en la ciudad por 'adherentes del renunciado presidente Evo Morales', pues su capacidad operativa fue superada.
"Al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (le pido) que intervenga: mi general Williams Kaliman, le solicito que intervenga, porque ya la policía boliviana ha sido rebasada", afirmó el jefe de la policía de La Paz, coronel José Barrenechea.
La policía sufrió este lunes la quema y saqueo de pequeños cuarteles en algunas ciudades del país, mientras una columna de miles de partidarios de Morales ingresaba a La Paz para manifestarse tras caminar desde la vecina ciudad de El Alto.
La marcha de enfurecidos seguidores de Morales, quien renunció el domingo tras tres semanas de protestas por su cuestionada reelección, partió en la tarde desde El Alto, bastión del líder izquierdista, mientras en el centro de La Paz los pocos comercios que estaban abiertos se apresuraron a cerrar sus puertas.
Paralelamente, el expresidente Carlos Mesa, principal rival de Morales en los comicios de octubre, dijo en Twitter que tenía informes de que "una turba violenta se dirige" hacia su hogar "con la intención de destruirlo", por lo que pidió ayuda a la Policía.
Las Fuerzas Armadas y la Policía jugaron un papel clave en la renuncia de Morales, quien llegó al poder en 2006, al pedirle el domingo que diera un paso al costado para conseguir la pacificación de Bolivia al cabo de tres semanas de protestas, que dejaron tres muertos y unos 400 heridos.