“Podrán morir las personas pero jamás sus ideas”. En Vallegrande, la localidad boliviana donde cayó Ernesto 'Che' Guevara hace cincuenta años, se mantiene viva la sentencia del guerrillero más famoso de América Latina.
“Pensaron en la época que al Che lo mataban y se acabó. ¡Mentira! Al Che lo mataron y fue mucho más grande, se multiplicó por millones”, sentencia el cubano Eloy Fidalgo López, de visita en Vallegrande para conmemorar los 50 años de la muerte del guerrillero a los 39 años a manos del ejército boliviano.
Con el impulso del gobierno de Evo Morales, uno de los pocos gobiernos izquierdistas que resisten a la ola neoliberal que se propaga en América Latina en los albores del siglo, se busca convertir a Vallegrande en un activo bastión de la lucha antiimperialista.
Morales encabezó ayer una marcha para recorrer los senderos que transitó hace 50 años el guerrillero argentino -desde Lagunillas a Samaipata- ejecutado por el ejército en La Higuera, un día después de su captura en Vallegrande.
“Estamos en otros tiempos, tiempos de la liberación democrática”, dijo el presidente, enfatizando que a diferencia de hace medio siglo, cuando se combatía con balas, ahora, el arma es “el voto”.
Quizá por diferentes motivos, las autoridades locales (para atraer turismo), y las nacionales (para idealizar la revolución), se han esmerado con este cincuenta aniversario.
En Vallegrande se levanta un mausoleo, en el hueco donde se hallaron los restos del Che y de seis compañeros, cerca de la lavandería donde fue expuesto por dos días el cadáver del guerrillero.
Flores, cigarros puros, colillas a medio consumir, fotos del Che sobre una piedra con los nombres de los siete guerrilleros escritos a mano, mantienen viva la memoria de uno de los mitos de la revolución antiimperialista planetaria.
“La peregrinación se dio sobre todo hasta 1997 cuando no se sabía donde estaba enterrado”, admite la guía turística María Vargas. Después, que sus restos fueron trasladados a Santa Clara, en Cuba, “disminuyó un poco”, dice.
Ayer, entre carpas instaladas al lado del mausoleo -en una de ellas pernoctará Evo Morales- no faltan los jóvenes y menos jóvenes, vestidos con el uniforme verde olivo, barba larga y la gorra con la que el fotógrafo Alberto Korda inmortalizó al Che.