El espacio geográfico de Bolivia, con sus regiones aisladas y de características muy particulares, facilitó la fragmentación territorial y la sustracción de territorio por parte de sus ambiciosos vecinos. Brasil en particular, que le arrebató, mediante dos tratados, casi 500.000 km2 de selva tropical porque allí abundaba el árbol de la goma (Acre, Bajo Amazonas, Beni, etc.), materia prima del caucho, de extraordinario valor, que Brasil monopolizó hasta que los ingleses lograron sustraer semillas de este árbol y fue cultivado en Asia Sudoriental con excelente resultado.
Otro vecino, de igual conducta que el anterior, le arrebató la costa marítima durante la Guerra del Pacífico, también conocida como Guerra del Salitre, de la que resultó triunfante Chile con la ayuda de Gran Bretaña.
Desde entonces, la devolución de estas tierras, o por lo menos un corredor al océano que le permita superar su desfavorable condición de país mediterráneo, constituye el principal objetivo geopolítico de Bolivia.
Brasil, en cambio, no desaprovechó la oportunidad y ha construido carreteras y líneas férreas que unen el corazón sudamericano con los puertos brasileños en el Atlántico, en particular con el puerto de aguas profundas de Río Grande.
Todo este esfuerzo vial de Brasil ha sido realizado con el evidente propósito de evitar que la producción del hearland sudamericano salga por la Cuenca del Plata.
Otra inmensa obra realizada con el mismo propósito es la represa de Itaipú sobre el río Paraná, que impide la navegación por esa vía fluvial, situada como un inmenso tapón a sólo 15 km del límite con Argentina.
Esta obra binacional, paraguayo-brasileña, además de la producción de energía, siendo la primera en el mundo en generación hidroeléctrica, aun después de la construcción de la más grande y moderna de Tres Gargantas en China, cumple una importante función geopolítica en beneficio de Brasil.
Incidencia geopolítica de los recursos naturales bolivianos
Los recursos naturales le jugaron una mala pasada al país del Altiplano, primero por la pérdida de su litoral marítimo, luego por la sangrienta Guerra del Chaco, entre 1932 y 1935 contra Paraguay.
Este doloroso conflicto fue motivado por la competencia entre las principales empresas petroleras y los intereses antagónicos de aquéllas y de sus países de origen (Estados Unidos, Inglaterra y Holanda), que habían radicado sus inversiones e intereses en la explotación petrolera en Paraguay y en la Argentina.
Esta cruda contienda finalizó con la rúbrica de un Tratado de Paz el 20 de julio de 1938 y la determinación de sus actuales límites, mediante un Laudo Arbitral del 10 de octubre de 1938. Una vez finalizada la guerra Bolivia nacionalizó el petróleo y se fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos.
El mineral más abundante en el país del Altiplano es el estaño. A éste se le llamó con justeza el "metal del diablo", por la explotación inhumana de quienes participaron en su dura y esclavizante extracción.
La abundancia del material y sobre todo el bajo costo de su mano de obra enriqueció a los tres grandes oligopolios mineros, siendo el principal Patiño Mines Enterprise Incorporated. Éste controló la producción total del cerro Salvadora durante media centuria hasta su estatización el 31 de octubre de 1952.
En esos cincuenta años se produjo y exportó medio millón de toneladas. El magnate Patiño trasladó las enormes ganancias que obtuvo a consorcios internacionales, lo que lo convirtió en principal accionista de aquéllos.
La abundante riqueza en material y la inhumana explotación de la mano de obra (india, por lo general) a lo que se agregaba un sistema impositivo excesivamente liberal, facilitó la fuga de grandes sumas de dinero hacia los países anglosajones que manejaban la comercialización del estaño a nivel internacional.
La explotación de que eran objeto los trabajadores, la próspera situación del comercio internacional, así como la mejora de las condiciones de vida de los países colindantes, acentuaron los conflictos en el orden interno por el miserable nivel de vida de la población en general, contrapuesto a los irritantes privilegios sectoriales.
Todo ello condujo al levantamiento nacional de 1952 y concomitantemente la llegada al poder del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que llevó al poder a Víctor Paz Estenssoro.
Quien lo sucedió en el cargo, Hernán Siles Zuazo, trató de dar solución a los graves problemas sociales, económicos y políticos. Se nacionalizó la minería, se fomentó la industria de los hidrocarburos, se institucionalizó el voto universal, etc.
El vicepresidente René Barrientos Ortuño puso fin al período de la Revolución Nacional al derrocar a Paz Estenssoro en su segundo mandato. Luego Barrientos fue elegido democráticamente. Durante su gobierno fue apresado en Bolivia Ernesto Che Guevara y fusilado.
Entre la serie de dictadores que se sucedieron luego de la muerte de Barrientos, el que dejó más huella fue el coronel Hugo Bánzer Suárez, que inició un período de terrorismo de Estado.
Un cambio revolucionario y democrático
Los años siguientes los dejamos en blanco por sus características, por razones de espacio, y por no constituir éste un trabajo de carácter histórico.
Un cambio trascendental se produce en el devenir de la política del país altoperuano con el triunfo de Evo Morales, quien obtuvo la presidencia con el 54% de los votos, el 18-12-2005.
La primera enorme diferencia radical es que por primera vez en su historia asume la presidencia un indígena, a pesar de que más de la mitad de la población tiene ese origen.
Este inició un proceso de características revolucionarias con numerosas nacionalizaciones, obras y transferencias a los sectores más vulnerables de la sociedad (educación, servicios sanitarios, agua potable, cuidado de la salud, rutas, carreteras, etc.).
Llevó la presencia del Estado y sus servicios a las empobrecidas zonas rurales. Convocó a una controvertida Asamblea Constituyente. Fue reelecto en diciembre de 2009, con el 64% de los sufragios, un claro índice de su popularidad.
Las regiones de mayoría de población blanca y rica eran fuertemente opositoras, de manera que tuvo que ser muy prudente para evitar separatismos.
En general, desarrolló una prolífica actividad hidrocarburífera lo que le permitió exportar importantes cantidades de gas a la Argentina y Brasil.
El crecimiento de la economía mejoró la calidad de vida de la población, en particular en las empobrecidas zonas rurales.
Una prueba elocuente del progreso logrado con la gestión del actual presidente se halla en el ingreso de Bolivia al exclusivo club de países espaciales.
A pesar de sostener el carácter socialista de su gobierno, cabe destacar que la actual gestión de Evo Morales dista mucho de las audaces medidas adoptadas en los primeros años de su gobierno.
No obstante, sin lugar a dudas se trata de un político hábil, que aprendió mucho en los 12 años que lleva en la conducción de un país multirracial con divisiones tan marcadas tanto de orden geográfico como demográfico.